A medio camino entre las regiones montañosas de Birmania y Tailandia, en tierra de éste último, y en plena zona rural, se encuentra una aldea donde tras los conflictos militares birmanos de los años 90 emigró gran parte de la tribu de los kayan, nombre que si bien no os sonará quizá sí los reconozcáis por la pintoresca indumentaria de algunas de sus mujeres: con aros de platón alrededor del cuello y el sobrenombre de “mujeres jirafa”.
Estas mujeres también son conocidas como “padaung”, y su tribu es oriunda de la región birmana de Shan, provincia situada al noreste del país; una zona que durante los años 90 sufrío de un basto conflicto militar entre las fuerzas estatales y las guerrillas secesionistas locales; razón por la que los Kayan se vieron obligados a cruzar la frontera.
Creo que el sobrenombre de “mujeres jirafa” es obvio a qué se debe, y por ello no pocos son los turistas que atraídos por esta estampa van en manada a sacarse fotos con las mujeres y a “reír la gracia”. Ahora bien, pocos son los que se paran a pensar cómo consiguen tener esos cuellos y lo que ello conlleva.
A pesar de que a día de hoy queden pocas kayan que mantengan la tradición, ésta es poco más que una crueldad hacía la mujer. Desde niñas, y según su cuerpo se va desarrollando, se les van enredando en el cuello aros de latón que con el tiempo van oprimiendo las clavículas contra la cavidad torácica, y por ende dando un aspecto de cuello largo y “estilizado”. Se da la circunstancia de que con los años los músculos del cuello quedan atrofiados, por lo que si se quitan los aros la musculatura no es capaz de soportar el peso de la cabeza y se desnucan. Precisamente esta es una de las penas por ser infieles.
Por imagen hacía el exterior Birmania prohibió hace ya años ésta práctica, pero aún sigue viva en Tailandia, donde la utilizan como reclamo turístico.
Nota: el nombre oficial de la actual Birmania es Myanmar.