“Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección.”
Francis Picabia
Muchos tienen la idea de que el ser humano actúa siempre de manera racional y voluntaria, por otra parte, hay quienes opinan que el comportamiento humano está enmarcado en la irracionalidad y que, por lo tanto, es impredecible. El debate ha estado activo por miles de años, y muy probablemente seguirá. De lo que tenemos relativa certeza es que nuestros pensamientos tienen un lugar determinante en la manera en que actuamos en el mundo.
A veces, algunos pensamientos vienen a nuestra mente y permanecen mucho tiempo ahí “dando vueltas” y por más que intentemos desaparecerlos se mantienen, sean o no racionales, estos pensamientos reciben el nombre de obsesiones y, más allá de ser molestos, nos generan ansiedad. A veces, estos pensamientos ni siquiera tienen razón de ser y aparecen “de la nada”. Las obsesiones son relativamente comunes, incluso hay personas con personalidad obsesiva o rasgos obsesivos, cuyas vidas se caracterizan por querer tener el mayor control posible de las situaciones.
Generalmente, las obsesiones están acompañadas por conductas que alivian la ansiedad, éstas conductas son conocidas como compulsiones y, justamente, tienen como función “resolver” la obsesión, por ejemplo una obsesión muy común es la de pensar que al salir de casa no se cerró con llave la puerta, lo cual le genera ansiedad a la persona y la lleva a ejecutar la compulsión, en este caso, regresar a su casa a cerciorarse de que se cerró con llave la puerta. Otro caso muy común es el de lavarse las manos de manera “intensa” después de tocar cualquier cosa por creer que se está contaminado. De esta manera, comúnmente obsesión y compulsión están ligadas, aunque también pueden existir por separado.
En el ámbito de la salud mental se tiene por entendido que cuando una persona presenta dificultades para desempeñarse en su vida cotidiana es necesario que reciba ayuda de un profesional, esto también ocurre con las obsesiones y compulsiones que pueden generar una disfunción importante, en cuyo caso se diagnosticará un trastorno obsesivo compulsivo. Como siempre, es importante tener en cuenta de que un diagnóstico no determina tu vida, su utilidad es la de facilitar la comunicación del problema entre profesionales.
El tratamiento para este tipo de problemática varía según la severidad del caso, pero principalmente consiste en intervenciones con el objetivo de corregir pensamientos irreales y ejercicios de relajación, en algunos casos puede que sea necesaria algún tipo de medicación, si esto ocurre es importante hacer caso a las instrucciones del psiquiatra.
Finalmente, queda recordar que todos podemos tener obsesiones y compulsiones y esto no necesariamente significa que tengamos un trastorno y, aún en caso de ser diagnosticado con uno, esto no dicta completamente nuestra vida ni quién somos.
Referencias
Noemí Guillamón (2008). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos en Barcelona y Madrid. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad.
Corr, P. J. (2006). Psicología Biológica. Ciudad de México: McGraw-Hill.
Espero que el post te sea útil y haya sido de tu agrado. Te recuerdo que cada semana contribuyo con artículos sobre ansiedad. Si deseas contactarme mi dirección de correo electrónico es: [email protected]
Psic. Rodrigo Murguía
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