Dos sectores económicos, bastante hermanados en muchas oportunidades, han sufrido desde el principio y serán de los últimos en reactivarse, tal como los conocimos funcionando: El turismo y el entretenimiento.
Los bares y las discotecas, por ejemplo fueron de los primeros que tuvieron que cerrar sus puertas. Y serán de los últimos por cuanto el contacto físico y la saturación de los espacios es indispensable para que eso se traduzca en consumos.
No obstante, aunque sectores como el de los restaurantes ha venido trabajando con domicilios, la hotelería está paralizada a la fuerza. Las habitaciones siguen cerradas, situación que intranquiliza a los inversionistas y que como hemos propuesto, una oportunidad durante el pico de la pandemia podría ser la medicalización de muchos de los hoteles, es decir, adaptarlos con criterios técnicos en centros de hospitalización de pacientes ¿Pero después qué?
La apertura gradual va a tener un impacto inicial muy fuerte: La ausencia total o casi total de viajeros internacionales. El turismo en diciembre y buena parte de 2021 será doméstico y eso sacudirá el sector en términos de servicios, tarifas y experiencias a los casi dos millones de personas que trabajan en el sector.
La paradoja es que será una oportunidad para los pequeños. Como para las aerolíneas será muy difícil volar con saturaciones bajas, la viabilidad financiera jugará en contra de destinos que requieran llegar por vía aérea. En cambio, los destinos a los que se pueda llegar por carretera con distancias entre 3 y 8 horas de camino serán más atractivos por costos y por bioseguridad ya que las familias viajarán encapsuladas en sus vehículos y querrán llegar a hoteles que les ofrezcan baja densidad de huéspedes.
Será una buena oportunidad para el ecoturismo y el turismo comunitario para que se articulen experiencias en donde aprender vivencias rurales u oficios ancestrales sean el centro de atracción sin que haya aglomeraciones.
Los ganadores en este nuevo escenario serán aquellos que transmitan la sensación de asepsia, baja densidad y entretenimiento diferente. El asunto será ver quién asumirá ese costo y creo que debe ser una responsabilidad compartida por empresarios y turistas.
Nota: Columna publicada originalmente en Vanguardia el 21 de mayo de 2020. Puede escuchar la versión ampliada y comentada en el siguiente reproductor de mi podcast: