Comparto con Álvaro Fernández Armero, director de cintas como Todo es mentira, El arte de morir o Nada en la nevera, esa fascinación por el género, llamémoslo género, “pequeña historia de personas normales y sus asuntos del corazón”. Es en esa corriente en la que navega esta sencilla y poco original historia de una joven pareja, profesora ella, escritor él, a la que sus circunstancias coyunturales trasladan a vivir a un entorno rural, lo que no ayuda a superar el bajón que sufre su relación. Raúl Arévalo, actor de moda por su éxito con La isla mínima, da vida a este escritor con sequía creativa y da la réplica Inma Cuesta, que ya el año pasado dio señales de estar más que capacitada para estos papeles en Cuatro bodas de más. Completan el buen hacer del dúo protagonista en una realización más coral de lo que aparenta su cartel Alberto San Juan, que hace de hermano de él, clavando ese papel tan suyo de tipo desgraciado sobradete que aún no se ha percatado de ser un desgraciado, Candela Peña, hermana de ella y personaje tan divertido como insoportablemente neurótico, o Jorge Bosh, amigo de ellos e incauto que se cruza en el camino sentimental de la mencionada hermana chalada. El colmo del enredo es cuando tres familias en una son tan peculiares como para acaparar por separado la atención del personal en tan solo unos escasos cien minutos de metraje que es lo que dura nuestro trasero en la butaca y nuestra mente desconectada del mundanal ruido antes de que aparezcan las letras de crédito.
Así las cosas tenemos los elementos para unas cuantas risas, pero el poso de esta película es mucho más dramático de lo que también promete el mentirosísimo cartel anunciante, y la risa no llega del todo (si exceptuamos algún ataque de locura y una escena con ovejas); hay momentos realmente de desazón a poco que el espectador empatice ante lo reconocible de estas personas tocando fondo emocional, y el mensaje optimista con el que se pretende envolver el resultado final se queda tan a medias como nos deja la exploración sin profundizar de todos los personajes colocados cuidadosamente como huevos en una cesta.
Cierto es también que el listón de calidad del cine español ha quedado muy alto el año pasado, el mejor de su historia en éxito en taquilla y en calidad en su conjunto, y que no resulta sencillo volver a los cánones estandarizados previamente en nuestro país. Dicho lo cual, hay que puntualizar que la ligereza no siempre es un defecto y Las ovejas no pierden el tren probablemente hará replantear al respetable las palabras oveja y tren (nada que ver la primera con el hábito de ser contadas y el sopor), además de pasar un rato bastante agradable viendo esta película que seguramente tenga igual porcentaje de amena que de olvidable…
Dirección: Álvaro Fernández Armero. Duración: 103 min. Género: Comedia/drama. Intérpretes: Inma Cuesta (Luisa), Raúl Arévalo (Alberto), Candela Peña (Sara), Alberto San Juan (Juan), Irene Escolar (Natalia), Jorge Bosch (Paco), Kiti Mánver (madre de Luisa y Sara). Guión: Álvaro Fernández Armero. Producción: Juan Gordon. Música: Mikel Salas. Fotografía: David Azcano. Montaje: Paco Díaz. Estreno en España: 30 Enero 2015.