Revista Cine

Las pequeñas mentiras, y las grandes: An education

Publicado el 28 octubre 2012 por Esbilla

An Education, Lone Scherfig, 2009, GB

Las pequeñas mentiras, y las grandes: An Education.

Are you ready to be heartbroken? cantaba Lloyd Cole. ¿Estás preparado para que te rompan el corazón? Pues hazte a la idea. La música pop resume con su cualidad ambivalente, de letras tristes sobre melodías alegres, la naturaleza de esta película de Nick Hornby circunstancialmente dirigida por la danesa Lone Schefrig. De exterior luminoso, realización acariciante y cadencia encantadora aparece claveteada de continuo por premoniciones tenebrosas de su propia realidad íntima, como una melodía y un estribillo que ocultan la infinita melancolía de la madurez y la sordidez tras la ropa Ivy League, el estilo continental y la vida regalada. “Me siento más vieja, pero no más sabia” dice la heroína casi al final del metraje, desorientada por el asalto de la realidad circundante al interior de la burbuja en la cual había estado hasta poco antes.

Un entreacto agridulce, como (otra vez) una canción pop, durante el cual experimenta una relación demasiado perfecta para ser verdad con un encantador pícaro mayor que ella y de distinta clase social que se revelará como lo que es en realidad: solo una apariencia, una carcasa que se deja rellenar con aquello que su interlocutor más desea.

Las pequeñas mentiras, y las grandes: An Education.
Lo mejor de An Education se encuentra en su falta de alardes que ocultan una notable sofisticación. Repulida en la forma, demasiado perfecta también para ser verdad logrando que la plástica baile la misma canción que el drama. Su ambientación, entonces, oscila entre el verismo y la idealización, respondiendo a la subjetividad de Jenny. Situado en 1961, justo un año antes de la eclosión de la(s) cultura(s) juvenil(es) en Gran Bretaña, escenificación de la ruptura definitiva con la moral victoriana y exorcismo vitalista de las secuelas de la 2ª GM también esta ambivalencia mencionada se corresponde, al menos en parte, a la nostalgia de una época falseada por la memoria y la cultura popular.

Lone Scherfig rueda con un buen gusto que no llega a empalagar, quedándose en el peligroso filo, en el equilibrio dulzón pero agrio al fondo de la garganta que demanda el guión. Aqunque por desgracia el talento no le alcanza para

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apurar todas la posibilidades de esta “sedutta e abandonata” a la inglesa, o de ese Up the junction inverso, aquella novela de Nell Dunn adaptada primero para televisión por Ken Loach (1965) y luego al cine por Peter Collinson (1968) sobre una jovencita rica dispuesta a vivir en el mundo real de la clase obrera, de manera contraria a como aquí Jenny, y también David, experimenta la vida irreal de las clases desocupadas. También a Hornby se le ablanda el pulso de más en la coda final, como queriéndose tragar la amargura a la cual ha llevado de manera coherente el film con respecto a como las dos educaciones de la protagonista desembocan en el mismo lado: la decepción.

Al final queda una película que moja pero no cubre, aunque evita tanto la reproducción de estándares de no poco cine retro como la mirada posmoderna a pasado y sus formas cinematográficas. Así que, en conjunto, An Education queda un film extraño, cercano a las constantes de Hornby como escritor aunque filtradas por el hecho de ser una adaptación de un texto ajeno, un artículo autobiográfico de la escritora y periodista LynnBarber, paradójico por cuanto parece tópico y no lo es, parece fácil y tampoco, muy bien dialogada e interpretada, sin caídas en el melodramatismo y con una cualidad musical que no se queda en su esplendorosa banda sonora, sino que afecta a la estructura, a las relaciones entre personajes e incluso a la puesta en escena y el tempo.

Las pequeñas mentiras, y las grandes: An Education.


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