Al poco tiempo de nacer mi bebé empecé a tener pesadillas prácticamente todas las noches. Soñaba que, entre toma y toma, y en el descontrol de aquellos primeros días de noches sin dormir, llantos, miedos y dudas, mi pequeño estaba durmiendo en nuestra cama. Me despertaba sobresaltada buscándolo a mis pies, en la almohada o incluso abrazando un nudo de sábanas. Creía que, en un descuido, lo habríamos ahogado, hasta que descubría que él estaba en la cuna, donde lo había dejado.
Esto me ocurría varias noches por semana. En una de estas pesadillas, me desperté y me encontré sentada en el suelo, en el hueco entre la mesilla y la cuna, acunando el aire, después de haber soñado que mi pequeñín se había caído de la cama y que estaba en el suelo.
Eran experiencias tan reales que me desconcertaban. En aquel momento lo achaqué al cansancio, y hasta llegué a comentarlo con una amiga, creyendo que quizá empezaba a perder la cabeza o que podría estar al borde de una depresión posparto.
En aquellas pesadillas soñaba que le ocurrían cosas malas, que se me caía al suelo o incluso por la ventana, y las imágenes en mi cabeza eran tan reales que aquello me sobrecogía. Me ocurría mientras dormía, pero a veces, -y esto era lo que más me preocupaba,- estando despierta. Eran pensamientos extraños en los que me sorprendía divagando e imaginando, sin poder controlarlo, cosas malas que podían ocurrirle.
Las pesadillas de este tipo son más comunes de lo que parece, como he descubierto después de hablar con una madre a la que le ocurrió algo parecido y leyendo artículos de psicología como éste. Las pesadillas nocturnas son muy habituales en primerizas, y sobre todo la de la cama, como se explica en este artículo.
Las llamadas pesadillas diurnas o fantasías de este tipo están causadas por el baile hormonal que sufrimos las mujeres y son una curiosa reacción de nuestro cerebro para prepararnos ante cualquier amenaza que pueda hacer daño a nuestro bebé. Les suceden también a las embarazadas, sobre todo en el último trimestre del embarazo, ante el inminente parto y la llegada de un bebé que trae consigo millones de dudas.
En mi caso, estas pesadillas desaparecieron en unas pocas semanas, quizá porque las hormonas habían vuelto a su ser o porque ya me sentía más segura en mi reciente papel de madre. Aún hoy me resultan perturbadoras esas sensaciones que me llegaron a preocupar mucho en su día. Aunque nada es más tranquilizador que saber que es algo habitual y no un signo de depresión posparto o de incipiente locura.
¿Vivisteis lo mismo tras el parto? ¿Tuvisteis pesadillas de este tipo?