Ellas, vosotras, nosotras… el camino de la mujer en el mundo de la pintura y del arte es largo, pero no siempre ha tenido el reconocimiento que merece. De hecho, no se encuentra la firma de una mujer pintora o escultora hasta bien avanzado el siglo XVI, quitando de esta “normativa” a las hijas o esposas de otros artistas varones, las cuales sí tenían potestad para firmar sus obras… claramente porque se entendía que habían aprendido de ellos.
Ahora no le podemos devolver la gloria a todas aquellas mujeres que, bajo pseudónimo masculino firmaron sus obras, pero gracias a grandes estudios como los que llevan a cabo en la Universidad de Pennsilvania, poco a poco podemos ir descubriendo la verdadera autoría de muchas piezas.
En concreto, hoy queremos remontarnos a la época de la prehistoria, cuando la pintura era una manera de mostrar, enseñar y educar a la población más que un concepto artístico, por mucho que a día de hoy también lo consideremos arte. El estudio de Dean Snow se inició en 2012 y con sus primeras publicaciones sobre las pinturas rupestres de España y Francia afirmaba que la mayoría de las pinturas fueron realizadas por mujeres.
El arqueólogo ha logrado llegar a esa conclusión comparando el tamaño de las manos que aparecen pintadas en los muros.
En muchas cuevas aparecen manos impresas en las paredes, cuya técnica era colocar la mano en la pared y arrojar con la boca pigmentos para que la silueta quedara marcada. Al mezclar los pigmentos con la propia saliva o con agua, éstos se convertían en una fina pasta que ha podido conservarse hasta nuestra época. No se conoce el porqué de estas imprimaciones, pudiera ser como talismán, prueba de pertenencia a la tribu, paso por la cueva..
Gracias a ello Snow puede comparar la diferencias entre las manos de los hombres y las mujeres de las diferentes tribus, fijándose en la longitud de las falanges, en concreto en la proporción entre índice y anular, y el ancho de la palma. Con ello pudo diferenciar en qué momentos la autoría de una pintura se podía atribuir a las manos de una mujer o de un varón, en su estudio el 75% de las manos analizadas pertenecían a mujeres.
Desde ahora ya no podremos decir aquello de “esto lo pintó el hombre en la prehistoria”, tendremos que modificar la idea. Pues, si ningún estudio futuro demuestra lo contrario, son las mujeres las que han dejado huella en las cuevas y cavernas para contarnos a las personas del presente y futuro cómo era su vida y su día a día.
¿No os parece alucinante que miles de siglos después podamos descubrir detalles tan concretos como la autoría de las pinturas? ¿Te interesa el arte rupestre?
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