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Las primeras luchas por el voto de la mujer

Publicado el 01 mayo 2017 por Carm9n @Carmenyamigos

Las primeras luchas por el voto de la mujerMary Wollstonecraft (1759-1797) es reconocida como figura clave del movimiento feminista a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
"Si la mujer es capaz de comportarse como un ser racional, no hay por qué tratarla como una esclava, o como una bestia que depende de la inteligencia del hombre cuando se une a él."
Fue la autora de “Vindicación de los derechos de la mujer” (1792), obra en la que condenaba la educación que se daba a las mujeres; consideraba que las hacía más débiles de carácter de lo debido y que deformaba sus valores con ideas erróneas sobre la excelencia femenina. ´
Mary Wollstonecraft demandaba en su obra que las leyes del Estado se usaran para terminar con las tradiciones de subordinación femenina, y fuera el Estado quien garantizara un sistema nacional de enseñanza primaria gratuita universal para ambos sexos. Wollstonecraft estimaba que el objetivo de la educación era
"conseguir carácter como ser humano, independientemente del sexo al que se pertenezca".
Y, sin embargo, y aunque pueda parecernos extraño e incluso contradictorio no dio importancia a las reivindicaciones políticas y no hizo referencia alguna al derecho de voto femenino.

Las primeras luchas por el voto de la mujer

Stuart Mill y su esposa,Harriet Taylor


Pero por el contrario, a finales del siglo XIX la lucha por el derecho a voto era la principal reivindicación de las mujeres. Las sufragistas centraban grandes esfuerzos en esta reivindicación porque con el voto podrían participar en la elaboración de leyes, de esta manera conseguir la igualdad jurídica entre hombres y mujeres. Un folleto sufragista inglés recogió los argumentos de Olimpia de Gouges, sufragista francesa,
"Las mujeres hemos de obedecer las leyes igual que los hombres y por lo tanto hemos de tener voz para decidir su elaboración".
Entre los pensadores liberales británicos destaca la figura de John Stuart Mill (1806-1873), quien publicó “El Sometimiento de la Mujer” en 1869 en colaboración con su esposa Harriet Taylor Mill (1807-1856). El libro tuvo un enorme impacto y fue clave en la expansión del movimiento sufragista.
"El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordinación legal del uno al otro- es intrínsecamente erróneo y ahora constituye uno de los obstáculos más importantes para el progreso humano; y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros."
Mill sitúa en el centro del debate feminista la consecución del derecho de voto para la mujer: la solución de la cuestión femenina pasaba por la eliminación de toda traba legislativa discriminatoria. Una vez suprimidas estas restricciones, las mujeres podrían superar su "sometimiento" y alcanzarían su emancipación. John Stuart Mill presentó al Parlamento inglés una demanda a favor del voto femenino. Fue rechazada, lo que provocó que un año después, en 1867, naciera el primer grupo claramente sufragista británico: la National Society for Woman’s Suffrage , liderada por Lydia Becker.

Las primeras luchas por el voto de la mujer

Lydia Becker


Lydia Ernestine Becker (1827-1890) fue líder de la primera etapa del movimiento sufragista británico. En 1870 Becker y su amiga Jessie Boucherett fundaron el Women's Suffrage Journal. Poco tiempo después, empezaron a organizar charlas por diferentes lugares, y el Journal se convirtió en el siglo XIX en la publicación más popular, de entre las que tenían que ver con el sufragio femenino, en Gran Bretaña. Becker consideraba que no había deferencia entre el intelecto de hombres y mujeres y defendía de forma vehemente un sistema educativo no segregacionista. También defendió, a diferencia de otras sufragistas, la idea de que el derecho al voto era mucho más necesario para las viudas y solteras que para aquellas casadas y con ingresos estables y seguros.
En 1882, el Acta de Propiedad de la Mujer Casada mejoró la situación de estas ya que reconocía el derecho a disponer libremente de sus bienes e ingresos, y a divorciarse y poder luchar por la custodia de sus hijos, aunque sin permitirles el voto.
Y otras y otros continuaron la lucha…
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