Según un estudio realizado por investigadores de, la Universidad de Illinois (Estados Unidos), las rabietas infantiles pueden predecir alteraciones del comportamiento en estado adulto. Se podría decir que las rabietas son el inicio de un patrón de actitud que evoluciona con el crecimiento y deriva en patrones de comportamiento como el estrés o la ansiedad entre otros. Para llegar a esta conclusión la investigación se centró en un estudio que trataba sobre el desarrollo social, emocional y la relación entre padres e hijos de un grupo de 107 niños.
A los padres se les proporcionó un cuestionario en el que se les preguntaba cuál era la frecuencia con la que los niños expresaban miedo social o enfado durante el último mes, cuando los niños contaban con 33 meses de edad. También se les preguntó a los padres cómo reaccionarían ante unas emociones negativas de sus hijos en situaciones hipotéticas. Según los datos de la encuesta, los padres reaccionaban de diferentes formas, minimizando las emociones de los niños con frases como ‘deja de comportarte como un bebé’, castigar al niño por expresar de esa manera las emociones, o premiándolo con un juguete si se portaba bien y cambiaba de actitud, es fácil entender por qué las rabietas infantiles pueden predecir alteraciones del comportamiento, pero sobre todo por la reacción y actuación de los padres.
El castigo daba como fruto a niños más ansiosos al cabo de unos meses, los especialistas apuntan que esta práctica termina convirtiendo a los pequeños en adultos irascibles (el estudio comprende un periodo de seis meses, pero hubiera sido interesante que se hubiera ampliado un poco más para tener datos más irrefutables). Castigar a los niños conlleva a que éstos escondan sus emociones, algo nada recomendable para su desarrollo, se acumulan poco a poco sentimientos negativos y emociones que provocan una alteración de la personalidad.
A los 39 meses de edad los padres realizaron un nuevo cuestionario en el que debían explicar cuáles eran los problemas de comportamiento actuales de los pequeños. En este periodo de 6 meses, se constató que el castigo había incrementado el nivel de ansiedad en aquellos niños que a los 33 meses de edad ya los sufrían. No es conveniente castigar, pero tampoco lo es ridiculizar, los niños que se sienten avergonzados por sus padres pueden actuar como los niños a los que se les castiga, escondiendo emociones y sufriéndolas interiormente, la situación desembocaría en el mismo resultado. Los expertos apuntan que los padres deben ser conscientes de este tipo de situaciones y abordar el problema tratando las emociones negativas. Intentar hablar con los niños, hacerles entrar en razón, apoyarlos y consolarlos, es mucho más efectivo a largo plazo y beneficioso para el desarrollo de la personalidad de los niños.
Nosotros añadiríamos que la ayuda de un profesional puede resultar provechosa para saber cómo actuar ante las rabietas, berrinches o determinados sentimientos de los niños. Puedes conocer más detalles sobre el estudio a través de la University of Illinois College of Agricultural, Consumer and Environmental Sciences (ACES).
Vía | Science Daily
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