Leía hace poco en The Guardian un artículo firmado por Jenny Hyatt, directora ejecutiva y fundadora de BigWhiteWall.com, que proporciona apoyo online para la salud emocional (es una red virtual de grupos de ayuda para gente que necesita compartir sus sentimientos) y os recojo las ideas principales porque me ha parecido realmente interesante.
1)Los medios de comunicación social nos ofrece la oportunidad de convertirnos en co-creadores en el viaje de nuestra propia salud, nos permiten las llamadas redes sociales la transformación de las formas sobre las que tomamos decisiones sobre nuestra salud yasí como el modeo de relacionarnos con los profesionales sanitarios.
2) Normalmente son los pacientes los que son portadores de sus propias descripciones del dolor con la expectativa de un dictamen médico sobre cómo pueden reducirse este dolor o incluso eliminarlo. En un modelo social de salud, se pasa de paciente a activista por tomar un papel en la comprensión compartida y la gestión de nuestra condición.
3) Los medios sociales pueden facilitar este proceso en una variedad de maneras. Se puede exponer a una gama mucho mayor de información, experiencia y la opinión de sus compañeros y profesionales. Por ejemplo, ser capaz de seguir otras rutas a través de diagnósticos de terminales en los análisis de salud www.patientslikeus.com o el acceso en el desempeño de los consultores en particular a través de www.drfosterintelligence.co.uk.
4) Que nos permiten participar más directa y también con los profesionales a través de programas en línea y las comunidades para llegar a un diagnóstico, para explorar opciones de tratamiento y para negociar los resultados de salud. Esto abre la puerta, por ejemplo, a una elección como la calidad de la retención de la vida sobre la cantidad de extensión de la vida: “morir bien” en lugar de “vivir mal”.
4) Además, los medios de comunicación social pueden atenuar la soledad de la mala salud. Móviles y dispositivos digitales nos permiten seguimiento de los elementos de nuestra salud y compartirlos con otros. También puede recordarnos que debemos tomar medicamentos o dejar ‘amigos’ saber cómo estamos progresando.
En esencia, los medios de comunicación social presenta una oportunidad de convertir la búsqueda de la salud en una actividad en red, donde los elementos de relación con los demás, junto con los beneficios de tener tanto control como sea posible sobre nuestra propia salud, se les da la misma importancia a la elección de la trayectoria de diagnóstico y tratamiento.
Tal vez estoy leyendo estos síntomas tempranos de la salud social de un poco demasiado optimista, teniendo en cuenta las contraindicaciones. Por ejemplo, la dificultad de obtener más información es saber en qué confiar. Mientras Trip Advisor fiable puede sugerir el mejor hotel en Amsterdam puede ser más difícil de poner su fe en las contribuciones a mybestappendectomy.com. Incluso la lucha de los médicos para responder a esa llamada eterna, haciendo eco por los pasillos del Departamento de Salud, para la “evidencia”. Luego está el tema de la seguridad. ¿Cómo podemos saber cómo otras personas están usando lo que tenemos en entornos abiertos, y podemos estar seguros de que lo que escribimos en peligro no puede volver a aflorar más tarde? La autora trabajó con un grupo de personas que ofrecen servicios online de salud mental para diseñar unas pautas de buenas prácticas en estas áreas. Por ejemplo, han visto la importancia de la moderación cualificado para garantizar que las comunidades se vuelven intolerantes a la salud de los matones virales o portadores del síndrome de Münchhausen. Sin embargo, la autorregulación no es suficiente sin educarnos sobre el uso informado y seguro de Internet. Esto significa que la capacidad de autogestión se extiende más allá de las opciones de salud en los medios de comunicación social
Más allá de esto radica quizás el reto más fundamental de todos. La capacidad del profesional de la salud y el paciente para volver a imaginar su papel de algo así como “experto para guiar” y “persona enferma”. Los medios de comunicación social hacen público lo que suele ser coto de salas de consulta y hay quien pueda sentir la exposición como una amenaza. Hay que aprender nuevas formas de conexión. Del mismo modo, hay quienes se desaniman por tener un mayor control de su propia salud y que necesitan apoyo para tomar esas medidas.
A pesar de los retos, me parece que ya estamos en el camino a la salud social y en el camino hacia un nuevo paisaje de compromiso para la salud. En conclusión, parece que hay poco que temer de los primeros síntomas de la salud social. Por el contrario, parecen representar una oportunidad para que sea adoptado de forma saludable.
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