Revista Cultura y Ocio

Las relaciones lógicas en los procesos inconscientes (v). la analogía

Por Rhenriquez
John Currin, Thanksgiving (2003)

John Currin, Thanksgiving (2003)

Tan sólo una de las relaciones lógicas -la de analogía, coincidencia o contacto- aparece acomodable a los mecanismos de la formación onírica, pudiendo así quedar representada en el sueño por medios mucho más numerosos y diversos que ninguna otra. Las coincidencias o analogías existentes en el sueño constituyen los primeros puntos de apoyo de la formación de los sueños, y una parte nada insignificante de la elaboración onírica consiste en crear nuevas coincidencias de este género cuando las existencias no pueden pasar al sueño por oponerse a ello la resistencia de la censura. La tendencia a la condensación, característica de la elaboración onírica, presta también su ayuda para la representación de la relación de analogía.

La analogía, la coincidencia y la comunidad son representadas generalmente por el sueño mediante la síntesis, en una unidad, de los elementos que las componen. Cuando esta unidad no existe de antemano en el material del sueño, es creada al efecto. En el primer caso, hablamos de identificación, y en el segundo, de formación mixta. La identificación es utilizada cuando se trata de personas, y la formación mixta, cuando los elementos que han de ser fundidos en una unidad son objetos. No obstante, también quedan constituidas formaciones mixtas de personas. Del mismo modo que éstas, son tratados con frecuencia por el sueño los lugares.

La identificación consiste en que sólo una de las personas enlazadas por una comunidad pasa a ser representada en el contenido manifiesto, quedando las restantes como reprimidas para el sueño. Pero en el sueño, esta persona que encubre las otras entra tanto en aquellas relaciones y situaciones que le son propias como en las correspondientes a cada una de las demás. Cuando la formación mixta se extiende a las personas muestra ya la imagen onírica rasgos que pertenecen a las personas por ella representadas, pero que no les son comunes, quedando así determinada, por la reunión de tales rasgos, una nueva unidad, una persona mixta. Esta mezcla puede realizarse de muy varios modos. La persona onírica puede llevar el nombre de una de aquellas a las que representa -y en este caso «sabemos» en el sueño de qué persona se trata, en una forma análoga a nuestro «saber» en la vida despierta-, presentando, en cambio, los rasgos visuales de otra, o también puede aparecer compuesta la imagen onírica de rasgos pertenecientes a ambas personas. La participación de la segunda persona puede asimismo quedar representada, en lugar de por rasgos visuales, por los ademanes que se atribuyen a la primera, las palabras que se colocan en sus labios o la situación en que se la incluye. En este último caso, comienza a borrarse la definida diferencia existente entre identificación y formación mixta. Pero también puede suceder que fracase la formación de tal persona mixta y entonces es atribuida la escena del sueño a una de las personas, y la otra -generalmente más importante- aparece a su lado, pero sin intervenir para nada en la acción y realizando mero acto de presencia. Al relatar tales sueños dice, por ejemplo, el sujeto: «Mi madre estaba también presente» (Stekel). Tales elementos del contenido manifiesto pueden entonces compararse a los determinativos de la escritura jeroglífica, signos no destinados a la pronunciación, sino a determinar a otros.

La comunidad que justifica y, por tanto, crea la unificación de las dos personas puede hallarse o no representada en el sueño. Lo general es que la identificación o la formación de persona mixta sirva precisamente para ahorrar la representación de dicha comunidad. Así, en lugar de repetir: A es enemigo mío y B también, construimos en el sueño una persona mixta con las de A y B o nos representamos a A en un acto que caracteriza a B. La persona onírica así constituida se nos muestra en el sueño dentro de una nueva relación cualquiera, y la circunstancia de representar a A como B nos da derecho a incluir, en el lugar correspondiente de la interpretación, aquello que es común a ambas, o sea su hostilidad hacia mí. De este modo conseguimos con frecuencia una extraordinaria condensación del contenido onírico, pues podemos ahorrarnos la representación de circunstancias complicadísimas enlazadas a una persona cuando hallamos otra que participa también en ellas, pero en un grado mucho menor. Fácilmente se ve hasta qué punto puede servir también esta identificación para eludir la censura de la resistencia, que tan duras condiciones impone a la elaboración de los sueños. Así, cuando lo que repugna a la censura reposa precisamente en aquellas representaciones enlazadas, dentro del material onírico, a una de las personas y hallamos otra que, encontrándose también en relación con el material rechazado lo está tan sólo con una parte del mismo. El contacto en los puntos no libres de censura nos da derecho a constituir una persona mixta, caracterizada, en ambas direcciones, por rasgos indiferentes. Esta persona mixta y de identificación resulta entonces apropiada, por estar libre de censura, para pasar al contenido manifiesto, y de este modo habremos satisfecho, mediante el empleo de la condensación, las exigencias de la instancia censora.

Cuando en el contenido manifiesto de un sueño hallamos representada una comunidad de las dos personas, habremos de interpretarlo como una indicación de la existencia de otra comunidad oculta, cuya representación no ha sido permitida por la censura. En estos casos ha tenido efecto, en cierto modo, un desplazamiento de la comunidad en favor de la representabilidad. Del hecho de sernos mostrada la persona mixta en el sueño, con un elemento común indiferente, debemos deducir la existencia de otra comunidad, nada indiferente esta vez en las ideas latentes.

La identificación o la formación de personas mixtas sirve, por tanto, en el sueño para diversos fines: 1º Para la representación de una comunidad de las dos personas. 2º Para la representación de una comunidad desplazada. 3º. Para expresar una comunidad simplemente deseada. Dado que el deseo de que entre dos personas exista o quede establecida una comunidad coincide frecuentemente con un intercambio de las mismas, es expresado también en el sueño tal deseo por medio de la identificación.

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La posibilidad de crear formaciones mixtas es uno de los factores que más contribuyen a dar el sueño su frecuente carácter fantástico, pues con tales formaciones pasan al contenido manifiesto elementos que no pudieron ser jamás objetos de percepción. El proceso psíquico correspondiente a la formación mixta en el sueño es, evidentemente, el mismo que se desarrolla en el estado de vigilia, cuando nos imaginamos un centauro o un dragón. La única diferencia consiste en que la creación fantástica de la vigilia se rige por la impresión que nos proponemos produzca su resultado, mientras que la formación mixta del sueño queda determinada por un factor exterior a la conformación; esto es, por la comunidad existente en las ideas latentes. La formación mixta onírica puede ser constituida de diversos modos. En su composición más desprovista de arte aparecen representadas únicamente las cualidades de uno de los objetos, y esta representación se nos muestra acompañada de la convicción de que se refiere, al mismo tiempo, a otro objeto. Una técnica más cuidadosa reúne los rasgos de ambos objetos en una nueva imagen, utilizando para ello, hábilmente, las analogías que los mismos pueden poseer en la realidad. La nueva creación puede resultar totalmente absurda o constituir, por el contrario, una bella fantasía, según las condiciones del material y el ingenio que presidía a la fusión. Cuando los objetos que han de ser condensados en una unidad son demasiado heterogéneos, se limita frecuentemente la elaboración onírica a crear un producto mixto con un nódulo preciso, al que se agregan determinantes más borrosas. En estos casos ha fracasado la síntesis en una sola imagen, y las dos representaciones se superponen, engendrando algo semejante a una lucha entre dos imágenes visuales. Si intentamos representarnos gráficamente la formación de un concepto sobre la base de imágenes de percepción, obtendremos una imagen análoga.

He afirmado antes que el sueño carece de medios para representar la relación de antítesis u oposición -el «no»-, y voy ahora a contradecir, por vez primera, tal aserto. Una parte de los casos que hemos de considerar como de «antítesis» y podríamos colocar bajo la rúbrica de inversamente o por el contrario, alcanza su representación en el sueño del modo siguiente, que casi podríamos calificar de chistoso. El «inversamente» no llega de por sí al contenido manifiesto, sino que exterioriza su existencia en el material con la inversión -como a posteriori- de un fragmento del contenido manifiesto, relacionado con él por motivos distintos.

La inversión o transformación de un elemento es su contrario en uno de los medios de representación que el sueño emplea con mayor frecuencia, por serle de múltiple utilidad, sirviendo, en primer lugar, para dar cuerpo a la realización de deseos, contraria a un determinado elemento de las ideas latentes. La expresión «¡Ojalá hubiera sido al revés!», es, con frecuencia, la que mejor traduce la reacción del yo contra un recuerdo penoso. Pero cuando la inversión se nos muestra más valiosa es cuando la consideramos desde el punto de vista de la censura, pues crea una considerable deformación de los elementos que de representar se trata, hasta el punto de paralizar, al principio, toda tentativa de comprensión del sueño. Por tanto, cuando un sueño nos rehúsa tenazmente su sentido, deberemos intentar la inversión de determinados fragmentos de su contenido, operación con la cual queda todo aclarado en el acto muchas veces.

A más de la inversión del contenido, habremos también de tener en cuenta la de la sucesión en el tiempo. La deformación onírica emplea, en efecto, con frecuencia, la técnica consistente en representar, al principio del sueño, el desenlace del suceso o la conclusión del proceso mental, y, al final del mismo, las causas del primero o las premisas del segundo. Aquellos que no tengan en cuenta este medio técnico de la deformación onírica permanecerán perplejos ante la labor de interpretación.

Suele incluso suceder que en algunos casos no conseguimos descubrir el sentido del sueño hasta después de haber llevado a efecto, en el contenido manifiesto, la inversión de múltiples y muy diversas relaciones.

Sigmund Freud, La interpretación de los sueños

Consulta de Psicoanálisis


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