Todos los seres vivos tienen sales minerales, si aunque nos parezca extraño, nosotros también tenemos minerales en el cuerpo.
Podemos tenerlos tal cual, como minerales sólidos, pero lo más corriente es tenerlos disueltos en la sangre y entonces ya no hablamos de minerales, sino de los elementos que los forman.
Los minerales necesarios para realizar nuestras actividades están formados por elementos químicos de tipo inorgánico, es decir los podemos encontrar en la naturaleza, fuera de un ser vivo, formando un gas, un mineral o una roca, en nuestro organismo y en el de los demás seres vivos lo encontramos en cantidades muy pequeñas. De nuestro peso total, solo el 4% corresponde a los minerales.
Son indispensables y su falta produce enfermedades. En ocasiones su falta no se debe a la alimentación, sino a problemas de absorción o mala fijación en los tejidos.
Y son indispensables porque forman parte de la estructura básica de nuestros tejidos corporales, como el calcio en los huesos o el flúor en los dientes, intervienen en la síntesis de hormonas, en el transporte de oxigeno como el hierro, regulan el balance del agua tanto fuera como dentro de las células, intervienen en la actividad muscular y en los impulsos del sistema nervioso, y por supuesto son imprescindibles para el funcionamiento metabólico.
Podríamos clasificarlos según la cantidad que necesitamos de ellos en:
Macrominerales o macroelementos:
Son los que el organismo necesita en mayor cantidad y se miden en gramos. Se consideran fundamentales:
Azufre, sodio, potasio, calcio, cloro, fósforo y magnesio.
Macrominerales o microelementos:
Se necesitan en menor cantidad (en ocasiones mínima) y se miden en miligramos (milésimas de gramo). Se consideran fundamentales:
Cobre, cobalto, yodo, hierro, manganeso, cinc y flúor.
Oligoelementos o elementos traza:
Oligo (pequeño). Se necesitan en cantidades pequeñísimas y se miden en microgramos (millonésimas de gramo). Se consideran fundamentales:
Selenio, sicilio, cromo, molibdeno, níquel y litio.
No obstante no solo la cantidad de un mineral es importante, sino su presencia misma. En ocasiones una pequeñísima dosis, como en el caso de los oligoelementos, hace posible que se desarrolle una reacción química; de hecho, el déficit de un solo oligoelemento afecta al resto del equilibrio mineral y orgánico.
Tampoco podemos olvidar que las dosis elevadas de muchos minerales pueden resultar toxicas para el organismo; por ello, la naturaleza ha establecido mecanismos que los hagan necesarios en dosis mínimas.