En los saladares del río Salado, de algunos manantiales manaba salmuera y para su explotación surgieron las salinas. Las hubo en Paredes de Sigüenza, Riendas, Olmeda de Jadraque, Imón, Atance, Santamera, Carabias, La Riba de Santiuste, Bujalcayado, Tordelrábano y Torre de Valdealmendras.
Según cuenta Katia Hueso, el Homo Sapiens en el Neolítico obtenía la sal de aquí, calentando la salmuera. Los restos hallados en las proximidades hacen pensar que ya se explotaban en la época romana. Plinio explicó los métodos de explotación en Hispania, pero no precisó la ubicación de las salinas.

La explotación de la sal proporcionó trabajo y riqueza a estos pueblos durante siglos (está documentado desde 1.139) hasta la ley de 1.869 que eliminó el monopolio estatal de la sal. Una preciosa novela del maestro Tomás Gismera, “El guardián del Salar” cuenta la vida en las salinas. Algunas sobrevivieron hasta mediados del siglo pasado y otras lo han intentado hasta el siglo XXI (Imón, Olmeda) pero con escaso éxito.

Lar-ami
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