Revista Cocina
Las semillas de chía que tienen origen mexicano, su nombre científico es salvia hispánica, y es una hierba recomendada para combatir el colesterol, y además es un buen laxante. Sus múltiples propiedades eran conocidos por los aztecas, los que la tostaban y molían para hacer harina, la que llamaban chianpinolli, y se usaba para elaborar panes y brebajes alcohólicos. En nuestra época se ha averiguado que esta harina es recomendada para celiacos puesto que no contiene gluten. Con la llegada de los españoles y el fin del imperio azteca, su cultivo quedó relegado a zonas aisladas o montañosas de México y Guatemala, por lo que en la alimentación mediterránea no se ha podido adaptar en todo su esplendor. Esta semilla tiene una gran fuente de vitaminas del grupo B y de minerales como el calcio y el fosforo, por otro lado tiene compuestos antioxidantes que ayudan a retrasar el envejecimiento celular, y contiene proteínas beneficiosas para la salud. Su contenido en aceites poliinsaturados como el omega 3 hacen de ella una ayuda para disminuir los triglicéridos y el colesterol HDL (malo), a la vez que aumenta el colesterol LDL (bueno), por lo que reduce el riesgo de trombos, la agregación plaquetaria y la viscosidad sanguínea. Es un buen laxante por que contiene mucilagos en gran cantidad, esto es una fibra soluble que ayuda a combatir el estreñimiento. Es indicado contra la diverticulosis porque los mucilagos en contacto con el agua forman un gel viscoso que beneficia al tránsito intestinal e impide que se formen vesículas. A las semillas de chía se les atribuye un ligero efecto hipoglucemiante, que les son útiles a las personas diabéticas en una alimentación mediterránea. Así como efectos beneficiosos contra las enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis reumatoide y el asma.