Hace tiempo leí el libro Misión: ¡Éxito! de Og Mandino (1923-1996), autor de otras obras como El vendedor más grande del mundo, su éxito más internacional.
Recientemente he vuelto a leer Misión: ¡Éxito!. De manera resumida la sinopsis es la siguiente:
Durante la II Guerra Mundial, Luke Gardiner formó parte de la tripulación de un bombardero con base en Gran Bretaña. En un viaje a Londres conoció a una mujer que cambiaría su vida: Winnie Marlowe, una viuda que había perdido a su único hijo, piloto de caza, en la guerra. Winnie le puso en la pista del camino que él inconscientemente quería seguir, el camino del éxito, entendido como realización de lo que uno mismo puede ser, y no sólo como riqueza material. Cuando después de muchos años Luke vuelve a Londres, ya rico y respetado en todo el mundo, trata de localizar a Winnie y se encuentra que su casa había desaparecido en un bombardeo.
Bajo la forma de parábola, en Misión: ¡Éxito! se tratan de manera sutil muchos temas claves como que la vida es una misión que hay que cumplir, que el éxito radica en el corazón, u otros aspectos que tienen que ver con la ciencia de la mente y de los que hemos hablado aquí.
En el apartado final de la obra se encuentran Las semillas del éxito, un conjunto de notas y reflexiones que Winnie le dio en su dia a Luke Gardiner, sobre las cuestiones esenciales de la vida. Winnie decía. "Luke, cada día es una vida en miniatura, y nos agrade o no, debemos engarzar un día con otro, como si fuesen cuentas, sólo una a la vez. Al despertar, el día que te espera es el único al cual puedes enfrentarte. Vívelo de manera que no tengas nada que lamentar cuando por la noche pongas la cabeza en la almohada, y así tendrás otra cuenta de oro para engarzarla. Si llegas a engarzar un número suficiente de esas encantadoras cuentqas, en algún momento tendrás ese inapreciable collar de una buena vida. No hay otra forma; no existe ninguna otra senda que pueda conducirte hacia el éxito y la felicidad" .
El conjunto de notas que forman Las semillas del éxito dice así:
"Dios, te doy gracias por este día. Sé que aún no he logrado todo lo que esperas de mí y si ésa es la razón por la cual me bañas en el fresco rocío de otro amanecer. Me siento muy agradecido. Esto preparado, al fin, a hacer que te sientas orgulloso de mí.
Me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra ni borrar ningún acto imprudente.
Sin embaro, tomaré la decisión de que si el día de ayer lastimé a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré que hoy el sol se ponga sin rectificar y nada de lo que haga este día tendré mayor importancia.
No me preocuparé por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no depende de que me esfuerce en adivinar lo que acecha débilmente en el horizonte, sino en hacer, en el día de hoy, lo que claramente tengo al alcance de la mano.
Atesoraré este día, puesto que es todo lo que tengo. Sé bine que sus horas, que se deslizan apresuradas, no pueden acumularse ni almacenarse como un valioso grano, para su uso futuro.
Viviré como lo hacen todos los buenos actores cuando están en escena... sólo en el momento. No podré desempeñarme al máximo este día lamentando los errores de mis actos pasados, ni preocupándome por la próxima escena.
Abordaré las tareas difíciles de este día, me quitaré la chaqueta y levantaré polvo en el mundo. Recordaré que mientras más ocupado esté, menos probabilidades tendré de sufrir, más apetitosos serán mis alimentos, más dulce mi sueño y más satisfecho me sentiré con mi lugar en el mundo.
Hoy me liberaré de la esclavitud del reloj y del calendario. Aun cuando planee este día con objeto de cuidar de mis pasos y de mis energías, empezaré a medir mi vida en hechos, no en años; en pensamientos, no en estaciones; en sentimientos, no en los numeros sobre un cuadrante.
Seré consciente de lo poco que se necesita para hacer de éste un día feliz. Jamás buscaré la felicidad, porque la felicidad no es una meta, es sólo un producto secundario y no hay felicidad en tener o recibir, sólo en dar.
No huiré de ningún peligro con el cual pueda tropezar hoy, porque estoy seguro de que no me sucederá nada de lo que no esté preparado para afrontar con tu ayuda. Así como toda gema se pule por medio de la fricción, estoy seguro de que yo seré más valioso a través de las adversidades de este día y si tú me cierras una puerta, siempre me abres otra.
Viviré este día como si fuese Navidad. Seré un repartidor de dones y les daré a mis enemigos el don del perdón; a mis oponentes, el de la tolerancia; a mis amigos, el de una sonrisa; a mis hijos, el del buen ejemplo; y todos esos regalos irán envueltos en un amor incondicional.
No desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con sentimientos de cólera, de odio, de celos, o de egoísmo. Sé que las semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. Hoy sólo sembraré las buenas semillas.
Trataré al día de hoy como si fuese un inapreciable violín. Una persona puede sacarle notas armoniosas y otra, notas discordantes y, no obstante, nadie puede culpar al instrumento. La vida es la misma y si la toco correctamente. producirá belleza, pero si la toco con ignorancia, producirá fealdad.
Me condicionaré a mí mismo para considerar todos los problemas con los cuales tropiece el día de hoy como si no fuesen otra cosa que un guijarro en un zapato. Recuerdo el dolor, tan intenso que apenas podía caminar, y recuerdo mi sorpresa cuando al quitarme el zapato encontré sólo un grano de arena.
Trabajaré con el convencimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin entusiasmo. Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo retroceder tembloroso, pensando en el frío y en el peligro, sino avanzar con entusiasmo y salir adelante tan bien como pueda hacerlo.
Me enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para el día de hoy, pero serán metas fáciles de alcanzar, no esa variedad tan vaga e imposible que declaran todos aquellos que ha hecho una carrera del fracaso. Me doy cuenta de que siempre me pones a prueba primero con un poco, para ver lo que haría con mucho.
Jamás ocultaré mis talentos. Si guardo silencio, seré olvidado; si no avanzo, retrocederé. Si hoy me aparto de mi desafio, mi propia estimación quedará cicatrizada para siempre; si dejo de crecer, aun cuando sólo sea un poco, me empequeñeceré. Rechazo la posición estacionaria porque siempre es el principio del fin.
Conservaré una sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele el día de hoy. Sé que el mundo es un espejo y que me devuelve el reflejo de mi propia alma. Ahora ya he comprendido el secreto para corregir la actitud de los demás, y es corregir mi propia actitud.
El día de hoy me alejaré de cualquier tentación que pudiese obligarme a faltar a mi palabra o a perder el respeto hacia mí mismo. Estoy seguro que lo único que poseo más valioso que mi vida es mi honor.
Este día trabajaré con todas mis fuerzas, satisfecho por saber que la vida no consiste en regodearse en el pasao o en atisbar ansioso hacia el futuro. Me causa consternación contemplar el sinúmeo de dolorososo pasos mediante los cuales uno llega a una verdad tan antigua, tan obvia y que se expresa con tanta frecuencia. Cualquier cosa que me ofrezca, mucho o poco, mi vida es ahora.
Haré una pausa siempre que hoy sienta lastima de mí mismo y recordaré que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo al máximo. Tal vez no logre reconocer lo que mi parte pueda significar en el gran todo, pero estoy aquí para jugarla y ahora es el momento de hacerlo.
Contaré este día como una vida separada. Recordaré que todos aquellos que tienen menos cosas de qué arrepentirse son aquellos que aceptan cada momento tal y como se presenta y por todo lo que vale. ¡Éste es mi día! Éstas son mis semillas. Gracias, Dios mío, por este preciado jardín del tiempo.
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