Aprovecho este domingo para recuperar una tradición. Esta chica me mando un mail el otro día que quería aparecer y yo soy muy de cumplir órdenes. También de darlas (el viernes os obligaba a follar). Me gustan sus paranoias sobre los ex. Eso sí, un consejo. Espero que la especulación se quede solamente sobre el papel, la vida esa acción y seguir adelante. Si os fijáis casi siempre escriben chicas y eso, es bueno. Allá va:
Las sombras alargadas de las/los ex maravillosos, espléndidos, perfectos. Esos que un día decidieron marcharse dejando el listón alto (bueno a los que por uno u otro motivo tenemos la autoestima en grado 4, su simple existencia nos la pone a -5). ¿Realmente se van? A veces cuando te miro y tus pupilas se clavan en mi cara siento miedo. Miedo a que jamás vuelvan a mirarme, miedo a que mires con mirada nublada esa que no es clara del todo, que te devuelve a otro tiempo, a otros ojos, a otro yo. A veces cuando te miro y te observo perdido con el mirar en ninguna parte, tengo miedo a que tu cabeza esté allá, cruzando días, horas y años y por un segundo, tan solo por uno, el corazón te de un requiebro y los pies dubitativos vuelvan a aquello. A veces cuando te miro y veo el dolor en tus palabras, la añoranza en tus gestos, la pena en tu alma, tengo miedo a que la dignidad pueda a la emoción, que la cordura pueda al sentimiento que la realidad se te presente opaca y no te dejen ver, que no soy yo, que es ella. Y ese miedo me vuelve pequeña y mediocre, me baja a lo más profundo de mi, y no me veo digna de nadie, y no me veo digna de ti. Y a veces sin embargo, el amor vence a mi miedo, y hace que crea, y amándote a veces CREO.