La seda de la araña está constituida por estructuras proteicas de peso molecular de 30,000 Daltons mientras está dentro de la glándula ampulacea mayor.
Las proteínas de la telaraña están constituidas principalmente por los aminoácidos alanina y glicina, además de otros aminoácidos en menor cantidad como, arginina, glutamina, leucina, prolina, serina, tirosina y valina.
Las arañas producen hasta siete tipos diferentes de seda, las cuales son utilizadas para diversos propósitos: como hilo de rastreo y de seguridad, como medio de flotación en el aire, como red para depositar su esperma, como material para fabricar el capullo de ovoposición (ooteca), como material para construir refugios, como material para envolver a sus presas y como red para capturar a sus presas (Alencastre, 2015). Todos los tipos de telaraña tienen gran resistencia a romperse (Gonzalez y Vallejo, 2012) y son capaces de estirarse hasta 40% de su longitud original.
En el mundo de las fibras naturales, la seda de araña ha sido reconocida como la fibra maravillosa por su combinación única de alta resistencia y alargamiento. Las estructuras vistas en la telaraña representan una mezcla única de geometría y mecánica, dando como resultado alta eficiencia debido a la distribución óptima de la masa estructural. La geometría juega un papel importante respecto a la rigidez e integridad tensional (tensegridad) de la telaraña (Frank and Jovan, 2004).
Algunas arañas han desarrollado adhesivos bien diseñados para capturar presas. Este adhesivo se coloca sobre un par de fibras de seda axiales como gotitas de pegamento del tamaño de una micra que están compuestas por una capa acuosa de sales que rodean los nódulos hechos de glicoproteínas rodeadas por capas acuosas viscosas de sales que regulan el contenido de agua (Vasav et al., 2010).
Usos médicos de la telaraña
El uso médico de las telarañas es antiguo, especialmente por sus propiedades hemostáticas, conocidas desde la Antigüedad.
Dioscórides mencionó que la tela de la araña, aplicada sobre una herida, detiene la sangre y mantiene sin inflamación las heridas superficiales. En el año 1346, en la batalla de Crecy, los soldados mallorquines al servicio del rey francés Felipe VI llevaban en su botiquín unas cajitas repletas de telarañas para taponar heridas. Las telarañas se han utilizado como hemostática, astringente, febrífuga e incluso como ansiolítica.
En la actualidad, la seda de las arañas puede ser un componente esencial en ingeniería de tejidos y en la fabricación de microcápsulas para administrar fármacos. (Pastor, 2015). Hace más de 4000 años los egipcios ya utilizaban hebras de seda para suturar heridas, pero la entrada oficial en la cirugía se atribuye a E.T. Kocher, en 1887, y a W.S. Halsted que en 1913 perfeccionó la técnica.
Hasta mediados del siglo XX los hilos de seda de la araña sólo se utilizaban para fabricar las retículas de los instrumentos ópticos. Los nativos de Nueva Guinea, Nuevas Hébridas y de la isla Salomón, han utilizado los hilos de seda de las arañas de la especie Nephila para fabricar redes y artificios para pescar, según describe el naturalista E. A. Pratt (1906) (Kalafaty, 2009).
Datos sorprendentes de las telarañas es que son más finas que el cabello, más ligeras que el algodón y más resistente que el acero, incluso son más resistentes que las fibras Kevlar (usada para fabricar chalecos antibalas) (Alencastre, 2015). Actualmente son un material biológico ampliamente estudiado en ingeniería para encontrar más aplicaciones en la medicina.
Bibliografía