Si estás haciendo una reforma es muy probable que vayas a tocar una instalación de agua, ya sea a propósito o sin querer, ¡sorpresa! En cualquiera de las dos opciones es interesante pensar en una manera de obtener agua caliente de forma rápida y barata. Las calderas de gas de condensación son una solución interesante, sobre todo combinadas con otros sistemas de ahorro de energía y con acumuladores.
En la web de Warmhaus hablan de ideas que intento recoger en este artículo, pero que complemento con la teoría propia del sistema, ya que hay que destacar que el rendimiento aparente de estas calderas es superior al 100% (medido en condiciones tradicionales, sobre el poder calorífico inferior), frente al 70-90% de las convencionales.
¿Cuánto rinde una caldera de condensación?
Para comparar su rendimiento con el de otras calderas, hay que utilizar la misma norma, y lo habitual es medir el rendimiento sobre el poder calorífico inferior. El hecho de que sea posible obtener un rendimiento superior al 100% se debe a que el poder calorífico inferior se definió como el máximo calor que se podía obtener racionalmente en una combustión, por lo que no se tiene en cuenta la pérdida del calor latente de vaporización del agua. Esto viene a cuento de que era necesario evacuar los gases a temperaturas superiores a 140 ºC para no deteriorar la caldera (con combustibles con contenido de azufre). A esas temperaturas, el agua se expulsaba en forma de vapor. Si se mide sobre el poder calorífico superior (que tiene en cuenta el calor latente de vaporización del agua) el rendimiento de estas calderas es, por supuesto, inferior al 100%.
Como consecuencia de la menor temperatura del agua preparada, los emisores finales del calor deben tener mayor superficie de intercambio (radiadores más grandes) o utilizar sistemas de emisión de baja temperatura (suelos radiantes o calefacción por aire).
Existen también calderas que, a partir de cierta temperatura requerida por la instalación (ver regulación proporcional) dejan de funcionar en condensación, para funcionar como calderas normales, con un rendimiento, en estos lapsos de tiempo, inferior. Con este artificio se consigue utilizar instalaciones existentes, con sistemas de emisión con superficies de intercambio menores.
¿Cómo se mide el rendimiento de una caldera de condensación?
Hasta la entrada de la Directiva de Ecodiseño se habían utilizado como referencia el PCI. Desde la entrada de la Directiva ErP el criterio de definición de rendimientos ha cambiado. En este momento se emplea como referencia para el cálculo el PCS (incluyendo ya el calor latente disponible por el cambio de fase al producirse la condensación del vapor de agua contenido en los humos de la combustión).3 Con la ErP se definen dos rendimientos, uno para servicio de calefacción y otro para A.C.S. (en caso que se considere un equipo mixto doble servicio).
De igual forma, el rendimiento de calefacción se expresa como un rendimiento estacional para las calderas por debajo de 70 kW (mediante una media ponderada de rendimientos instantáneos al 30% y al 100%), mientras que el de A.C.S. se define a partir de un perfil de carga declarado.
Esto supone, que desde el 26 de septiembre de 2015, ninguna caldera del mercado tendrá un rendimiento mayor al 100% (por el hecho de referirse al PCS en que ya se tiene en cuenta el calor latente recuperado en la condensación). Lo anterior es coherente ya que prácticamente todas las calderas que hay en el mercado serán de condensación, y por tanto, ya aprovechará el calor latente presente en los humos e incluido en el PCS del combustible.
¿Qué ventajas tiene una caldera de condensación?
Su alta eficiencia energética y qué más?
Como ya hemos comentado, las calderas de condensación resultan ser las calderas a gas más eficientes debido a su peculiar funcionamiento, que consigue rendimientos cercanos 100% sobre el Poder Calorífico Superior, es decir, incluyendo el poder calorífico aportado por la condensación. Debemos recordar que cuando se analizaban los rendimientos de las calderas en función del Poder Calorífico Inferior, los rendimientos rondaban el 115%, pero ese sistema de medición ya no se utiliza.
Estos niveles de eficiencia se consiguen ya que estos aparatos recuperan el calor latente proveniente de la condensación de los vapores de agua, un calor que en las calderas convencionales se desperdiciaba en la salida de humos.
Ahorros en la factura del gas
Estas calderas consiguen un ahorro en torno al 25-30% en el consumo de energía en comparación con las calderas que trabajan sin esta tecnología. Esto se traduce directamente en un ahorro económico de la factura del gas, lo que hace que la inversión se amortice en poco tiempo.
Reduce las emisiones contaminantes
La recuperación de la energía de condensación permite a la caldera trabajar a bajas temperaturas, mejorando la eficiencia y limitando así las emisiones de gases contaminantes. Las calderas de condensación reducen hasta en un 70%, las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) y dióxido de carbono (CO2). Por tanto, la sustitución paulatina de calderas más antiguas por calderas de condensación en España ayudaría a reducir las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, y a evitar efectos nocivos para la atmósfera y la salud pública como el smog fotoquímico.
La tecnología de condensación es una pequeña aportación tecnológica en vías de intentar conseguir un planeta más sostenible y duradero.
Mejor regulación en función de la demanda
En las calderas convencionales la temperatura de los humos y del agua en la caldera tiene que estar por encima de la temperatura de rocío de los gases y esto les impide ajustarse eficazmente a las variaciones de la demanda. Las calderas de condensación, por el contrario, se adaptan a la demanda en cualquier rango de funcionamiento del equipo. La potencia mínima es muy baja, y eso hace que estén funcionando sin paradas, obteniendo un ahorro considerable.
Son más silenciosas
Las calderas de condensación funcionan sin paradas por lo que evitamos el continuo sonido “explosivo” de encendido y apagado. Además, el ventilador que inyecta la mezcla de aire-gas es modulante, por lo que se adapta a la cantidad de combustible que quemamos.