Si un enemigo presenta la dictadura cubana, son ellos mismos, como institución de la maldad. Luego de cometer sus tropelías, se encargan de probar las injusticias y desmanes ejecutados por sus secuaces que, a cualquier costo, cometen los atropellos que les ordenan a cambio de los beneficios que les otorgan los que gobiernan creyéndose los dueños de la nación. No pueden ocultar lo que son.
El gobierno acaba de demostrar que existen dos Códigos Penales, uno, para los disidentes, y otro, para los acólitos que cometen los delitos a favor de su régimen totalitario.
José Alberto Botell, atacante de Guillermo Fariñas
Recientemente han “condenado” a José Alberto Botell, quien fuera acusado del delito de “lesiones”, después de haber herido con un cuchillo a cinco disidentes, una de ellas, María Arango Percibal, perteneciente a las dignas Damas de Blanco. María estuvo en Terapia Intensiva por la gravedad de las heridas que recibió al interponerse para proteger al líder del Frente Antitotalitario Unido (FANTU), Guillermo Fariñas, premio Sajarov, y a quien se destinaba el ataque. El agresor también hirió de gravedad a otra gloriosa Dama de Blanco, Isabel Fernández Llanes, y otros tres opositores.
Es risible que ante semejante espécimen delictivo, la Fiscalía pidiera una condena de cinco años, y el Tribunal le rebajara uno para cerrar en cuatro años la sentencia. De más está decir que Botell fue enviado por la policía política para quitar del camino a Fariñas, quien se opone abiertamente a las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, si antes los hermanos Castro no ponen fin a las sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos.
Si Fariñas se hubiera trasladado solo, o sus acompañantes no hubieran reaccionado como lo hicieron, hoy estaríamos llorando la pérdida de otro líder opositor. La violencia demostrada por el atacante –quien convirtió la escena en una carnicería– incluso contra las mujeres, demuestra que sus intenciones, entiéndase como “órdenes” , eran las de asesinar a Fariñas.
De haberles salido bien el plan, ahora sumaríamos otro muerto a nuestra causa, así como hicieron con Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, a quien extrañamente y bajo circunstancias sospechosas, se le fue complicando su salud de cero a cien, en una de las salas hospitalarias comandadas, vigiladas, atendidas y rodeadas por la Seguridad del Estado. O como hicieron con Oswaldo Payá, líder del Partido Democristiano, quien murió tras el “accidente” que le provocaron, y del que hay pruebas que demuestran la mano de la policía política, y por el cual su familia y uno de sus acompañantes, alzan sus voces a nivel internacional para exigir justicia.
Las vidas de los líderes opositores, sobre todo aquellos que se oponen a las negociaciones, tienen sus nombres en la lista negra del gobierno, y, de antemano, ya han sido tachados: Berta Soler y sus Damas de Blanco, Ángel Moya, Guillermo Fariñas y Antonio Rodiles, son hoy a los que les apuntan con la mirilla telescópica y el dedo en el gatillo.
Ángel Santiesteban-Prats
3 de junio 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana