Revista Psicología

Las voces del Baúl: el TOC

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

Casi todos hemos oído hablar alguna vez del Trastorno Obsesivo-Compulsivo o TOC pero, en muchas ocasiones, la idea que se tiene sobre esta enfermedad es algo vaga e, incluso, errónea. Hoy queremos conocer qué es el TOC y, ¿qué mejor que hacerlo con un testimonio en primera persona? Tenemos la suerte de poder contar con María*, una mujer con 39 años, afectada de dicha patología y que nos va a contar su propia historia. Ella, además, cuenta con un blog llamado “Mente y TOC” en el que relata su experiencia en mayor profundidad.

Consideramos importante resaltar que esta entrevista es una experiencia personal y, aunque tenga su valor como tal, lo recomendable es seguir las pautas dadas por un profesional y no dejarnos guiar únicamente por experiencias de otras personas ya que, como nuestra entrevistada insiste en varias ocasiones, cada uno de nosotros es diferente.

¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)?

El TOC, como su propio nombre indica, implica la presencia de dos componentes principales: las obsesiones y/o las compulsiones. Las obsesiones son pensamientos no deseados, reiterados e intrusivos que no se pueden eliminar, causando ansiedad y angustia; mientras que las compulsiones son aquellos actos y/o pensamientos irrefrenables y estereotipados cuya finalidad es aliviar dicha ansiedad que produce la obsesión.

El Baúl de la Psique (BP): ¿Qué es o qué significa para ti el TOC?

María (M): Sentirse presa en la cárcel de tu mente… Y, en consecuencia, intentar romper esos barrotes que no te dejan acceder a tu propio “yo” ni a la vida; o, si no puedes romperlos, paliar en la medida de lo posible ese “arresto” con “trabajos forzados” (rituales). En un post que escribí en mi blog defino al TOC como un inquilino que se ha metido en mi casa sin permiso y se va haciendo con ella mediante amenazas, chantajes y miedos que me lanza continuamente.

A veces estas obsesiones y compulsiones están enfocadas a alguna temática concreta o a una parte específica de nuestra vida, dando lugar a diferentes tipos de TOC. Éstos son:

Las voces del Baúl: el TOC
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En el caso de María, según ella misma nos cuenta, se trata del TOC de limpieza:

BP: ¿Cuándo empezó, cómo te diste cuenta y cómo fue el diagnóstico?

M: Empezó hace 4-5 años. Al principio sólo eran pequeñas “manías” que se estaban añadiendo a mi día a día. El TOC que padezco es de limpieza/contaminación, así que, poco a poco, me iba transformando en una persona más escrupulosa que miraba mucho lo que tocaba y todo lo que le rodeaba. Esa observación tan meticulosa, que empezó como algo poco relevante, fue en aumento. Consideré que ya estaba saliéndose de lo “normal” y decidí ir al psicólogo… ¿Podría estar padeciendo un TOC? Su diagnóstico fue claro: TOC. La verdad es que no me sonó a chino porque sabía lo que era… Siempre me ha gustado la Psicología y, aunque no tenía ni tengo grandes conocimientos en esta área, el TOC sí sabía lo que era.

¿Cómo puede afectar el TOC a la vida diaria?

El TOC consume el tiempo de la persona que lo padece significativamente e interfiere considerablemente en su vida, en ámbitos como las rutinas y responsabilidades diarias. Llegados a este punto, debemos diferenciar entre lo que llamamos  “normalidad” y lo que llamamos “patología”, ya que todos tenemos manías, miedos, etc. Para poder hacer una diferenciación entre ellas, nos encontramos con una serie de características como, por ejemplo: la inflexibilidad; la falta de estabilidad; la poca resistencia al estrés; los círculos viciosos, entendidos como conductas que generan y perpetúan las dificultades existentes; y sobre todo, la característica más importante, el malestar subjetivo o sufrimiento. Así que, a grandes rasgos podemos decir que lo normal y lo patológico se diferencian en el grado y en las repercusiones; es decir, en la intensidad, la duración, la frecuencia, la sintomatología asociada y el impacto que supone en la vida cotidiana de la persona. Así nos lo cuenta María:

BP: ¿Cómo te ha afectado a ti padecer este trastorno?

M: La pregunta debería ser: “¿cómo no te ha afectado padecer este trastorno?”, porque igual la respondería antes. Es tremendo padecer un TOC. Te llega a dejar sin vida. Te quita: la autonomía; la capacidad de decisión; la alegría; la tranquilidad; la objetividad; las ganas… anula tus fuerzas; crees que perderás la cabeza de un momento a otro; te puede llegar a quitar el trabajo… En mi caso, así fue, era imposible que pudiese trabajar en mi estado; y te puede llevar también a perder relaciones personales. Aunque esto personalmente no me ha ocurrido y no tengo palabras para agradecer a todos los que me han ayudado y me ayudan durante todo el proceso: familia, pareja, amigos… En definitiva, el TOC te roba la mente. Se adueña de ella.

Y, por otro lado, el TOC te “regala”: ataques de ansiedad, de pánico; un estado de alerta constante que no permite sentirse tranquilo en ningún caso; soledad… mucha soledad; tristeza, que incluso puede derivar en una depresión… también me la diagnosticaron; un sentimiento horrible de incomprensión por parte de uno mismo y de los demás; miedo… muchísimo miedo, el TOC es una amenaza permanente; desesperanza porque no ves salida; desesperación porque no sabes cómo salir de ese agujero, porque te ves sin fuerzas; la sensación de sentirte absurdo por dejarte controlar por esos pensamientos intrusivos; sometimiento a las órdenes de tu propia mente, lo cual es insoportable; insomnio, malos hábitos, horarios cambiados; inestabilidad emocional; y muchas lágrimas.

Cuando el TOC nos “roba la mente”, como ha mencionado nuestra entrevistada, es difícil continuar con nuestros estudios o nuestro trabajo; la rutina laboral puede llegar a ser demasiado abrumadora e impedir que podamos hacer frente a tareas que anteriormente nos resultaban incluso rutinarias:

BP: ¿Cómo ha sido tu vida laboral y/o académica?

M: Pues llegó un momento en que no pude trabajar. Hasta el 2014 continué con mi vida laboral con muchísimo esfuerzo hasta que llegó un día que ya no pude seguir. Los ataques de ansiedad y de pánico antes, durante y después del trabajo eran muchos y, como ya sabéis, horribles. Me ponía a llorar en cualquier momento… En fin, que después de 10 años de carrera profesional, tuve que dejarla. Así que dejé de trabajar para poder recuperarme. Durante casi un año, en vez de mejorar, iba a peor… Pero pasado ese tiempo, empecé a recuperar mi vida y pude volver al mundo laboral.

Asimismo, nuestras relaciones personales también pueden verse afectadas por el TOC, ya que la ansiedad, los reiterados pensamientos obsesivos y las compulsiones pueden llegar a obstaculizar la comunicación y la interacción con los que nos rodean. No obstante, María nos comenta lo afortunada que se siente en este sentido:

BP: ¿Ha cambiado algo en tus relaciones (familia, pareja, amigos…)?

M: He tenido la inmensa suerte de no “perder” a nadie en el proceso. Y eso que, obviamente, no sólo yo lo pasé fatal, sino también todos aquellos que me quieren. Verme sufrir, no saber o poder cómo ayudarme… Fue tremendo para ellos. Pero ahí siguen, todos. Lo que ha cambiado en realidad es, además de lo evidente, que es que estoy saliendo de esta pesadilla, es nuestra forma de ver la vida. Creo que ahora valoramos más el día a día, las cosas pequeñas y sencillas de la vida. El estar juntos y disfrutar de un café una tarde de domingo, ir al cine o, simplemente, charlar tranquilamente durante la sobremesa. No tengo palabras suficientes para agradecerles su incondicionalidad, su paciencia y su amor.

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«No tengo palabras suficientes para agradecerles su incondicionalidad, su paciencia y su amor.» Contar con el apoyo de familiares y personas cercanas puede facilitar en gran medida el proceso de mejora.

¿Cómo es el tratamiento del TOC?

Solemos asociar “tratamiento” con “farmacología” y “medicamentos”, pero ¿de qué sirven los medicamentos si no se tiene calidad de vida, si nuestro entorno nos rechaza y discrimina y no tenemos trabajo, familia o amigos? En definitiva, los psicofármacos han de tenerse en consideración a la hora de tratar los problemas de salud mental, pero siempre sin obviar o restar importancia a los aspectos sociales y personales que son igualmente determinantes a la hora de conseguir la mejora.

En el caso del tratamiento del TOC, se debe caracterizar por ser una combinación de tratamiento farmacológico y psicosocial, siendo más importante el farmacológico ante una crisis y el psicosocial más importante una vez que se está estable. En este sentido, cada tratamiento debe adaptarse a las características de cada paciente; no hay un tratamiento único óptimo.

Al preguntarle por su experiencia en relación con el tratamiento, esto es lo que nos comenta María:

BP: ¿Cuál ha sido tu experiencia con el tratamiento?

M: Respecto al tratamiento, he pasado por varias fases. Cuando fui por primera vez a consultar a un psicólogo el tipo de terapia que realizaba era Psicoanálisis. Yo no sentía que avanzara nada de nada… Me parecía que en las sesiones el “tema” no se tocaba lo suficiente ni veía soluciones prácticas para superar el TOC. Aún así, continué con este tipo de terapia, acompañada en un primer momento de un fármaco antidepresivo y ansiolítico y, más tarde, porque ésta no me sentaba muy bien, con otro fármaco similar.

Finalmente dejé esta terapia, muy desesperada y triste porque ni las sesiones ni la medicación habían producido mejoras. Me atrevería a decir que al revés. Estaba más metida que nunca en el trastorno. Así que decidí que ya no iría a terapia y que dejaría la medicación. Y así lo hice.

El resultado fue nefasto. Caí aún más. Recuerdo que no dejaba de leer sobre el TOC, escuchar audios/podcasts, ver vídeos… y descubrí la Terapia Cognitivo-Conductual con EPR [Exposición y Prevención de la Respuesta]. Así que fui a por ello. Sin embargo, como nos ocurre a una gran mayoría, el psicólogo que encontré, resultó no ser el adecuado… Tuve de nuevo que dejar la terapia y volví a caer aún más. En esa caída rápida y vertiginosa, tuve que pasar tres veces por Urgencias Psiquiátricas… Las dos primeras oí todo lo que me decían, pero no fue hasta la tercera vez que empecé a escuchar y me entregué de verdad a la recuperación.

BP: ¿Crees que el tratamiento ha sido eficaz?

M: A partir de ese momento, todo comenzó a mejorar. Por una parte, encontré un psicólogo maravilloso, con quien continuo a día de hoy y que me ha ayudado muchísimo. Desde aquí, le doy las gracias. Por otra parte, empecé a medicarme con otro antidepresivo; medicación que, poco a poco, según las pautas del psiquiatra, estoy empezando a dejar. En mi caso, la verdad es que hubo un antes y un después. Pasé de estar sin vida a empezar a recuperarla en muy poco tiempo.

BP: De las técnicas y estrategias que te han enseñado, ¿hay alguna que consideres especialmente útil?

M: Lo que a mí me ha hecho llegar hasta donde estoy ahora, con más vida que TOC, ha sido: mi psicólogo y la terapia cognitivo-conductual con EPR, la medicación me sacó del agujero —ahora que ya estoy fuera de él, como os decía antes, la estoy dejando—, mucho trabajo personal para poder llevar a cabo los “deberes” que impone la terapia y la meditación y conexión conmigo misma. Reencontrarme. Pero cada uno somos un mundo y a cada cual nos funcionan mejor unas herramientas que otras.

Sólo una nota sobre la medicación: fue un remedio “rápido” para sacarme de la depresión y del fondo de ese pozo en el que estaba. Nunca consideré que fuera la medicación la que me sacaría del TOC. Para mí, el último antidepresivo que me recetaron, siempre fue y será un apoyo en un momento dado.

Decir también que el no querer volver a verme de esa forma, negarme a seguir viviendo esa experiencia tan dolorosa y poder hacer felices a todos los que estaban siempre conmigo ayudándome y apoyándome, me dio muchísimas fuerzas para empezar a andar el nuevo camino que tenía por delante.

Las voces del Baúl: el TOC
«Nunca consideré que fuera la medicación la que me sacaría del TOC. Para mí, (…) siempre fue y será un apoyo en un momento dado.»

BP: ¿Crees que el tratamiento psicofarmacológico es recomendable?

M: Como os comentaba anteriormente, probé con dos antidepresivos inicialmente. Eso, sumado a que la terapia que seguía entonces no era la adecuada para el tratamiento del TOC y que sufría todos los efectos secundarios de estos fármacos… Yo pensaba que no. Pero al comprobar que con los últimos medicamentos sí notaba mejoría —aunque yo siempre esquivé medicarme; en general, soy bastante “anti-pastillas”—, tuve que reconocer que me ayudó en un momento específico del proceso.

No sé si generalizar en estos casos es lo adecuado. Yo no soy psicóloga ni psiquiatra, sólo puedo hablar desde mi experiencia… Lo único que sí me atrevo a afirmar es que las personas que padecemos un TOC o cualquier otro trastorno, somos eso: personas. No somos un trastorno que ha de tratarse por igual, aunque existan ciertas generalidades que hayan conducido a establecer un tratamiento estándar para el TOC. Creo que cada uno somos un mundo… Y, por supuesto, que no somos el trastorno que padecemos. Por ello, en mi humilde opinión, considero que aunque se siga el tratamiento indicado en este caso, se debe personalizar lo máximo posible. No todos tendrán que medicarse o ir a urgencias, cada uno vivirá su propio proceso dentro de la generalidad del TOC y debemos averiguar qué es lo que realmente nos funciona y ayuda según nuestra situación y gravedad del trastorno.

BP: ¿Qué consejo le darías a alguien que acaba de descubrir que padece un TOC?

M: Bueno… Si yo tuviera que volver a empezar, no retrasaría en el tiempo empezar a tratar el TOC. Creo que tanto la detección temprana del trastorno como el tratamiento posterior deberían realizarse con agilidad.

A nivel personal, intentaría echarle grandes dosis de paciencia con uno mismo… No perder nunca de vista que no somos el trastorno que padecemos, que nosotros seguimos ahí dentro… Algo o del todo sepultados, pero que ahí estamos.

Haría lo posible por tener mi objetivo continuamente presente. En los peores momentos, cuando la ansiedad, el pánico, la tristeza, etc., me invadieran, pondría todo mi empeño en conseguir llevar mi foco y concentración a lo que quiero conseguir: deshacerme del TOC. Valentía y fuerza. Sé que es muy difícil, pero como siempre digo, no imposible. Pensaría en lo que voy a conseguir si le echo narices… Visualizaría cómo el TOC se va debilitando cada vez que doy un paso hacia delante, porque hay que valorar cada paso que se da. Creo que también es clave darnos unas palmaditas en la espalda cuando conseguimos hacer algo que antes no podíamos hacer. Pondría toda mi energía también en confiar en los que me quieren… Porque ellos sólo desean lo mejor para nosotros. Para mí, recuperar la confianza en nuestro entorno y, en general, es crucial.

También intentaría ser lo más objetiva posible. En mi opinión, esto es básico cuando, por ejemplo, durante el tratamiento hay días en los que vemos que no avanzamos o incluso parece que retrocedemos. La objetividad en este caso, nos ayudaría a darnos cuenta de que la recuperación es un proceso y que, por tanto, hay subidas y bajadas. Pero ya está. Sin darle más vueltas al tema.

Empezaría a meditar, practicar mindfulness o cualquier otra herramienta que me ayudara a encontrar un poco de calma en esos momentos críticos de ansiedad. En mi caso, la meditación ha sido y es de gran ayuda.

Bibliografía

Mesa Cid, P. J. y Rodríguez Testal, J. F. (2011). Manual de psicopatología clínica. Madrid: Pirámide.

Wicks-Nelson, R. e Israel, A. C. (2009). Abnormal Child and Adolescent Psychology (7th Edition). Nueva Jersey: Pearson-Prentice Hall.

(*) Utilizamos el pseudónimo de María a lo largo del texto para respetar el anonimato de nuestra entrevistada.


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