El espacio Caixa Forum Barcelona acaba de inaugurar Un atlas de paisajes modernos, una exposición monográfica dedicada a la producción de Le Corbusier en todas sus facetas: la de arquitecto, la de urbanista y diseñador de interiores y la de artista, fotógrafo y escritor, haciendo hincapié en su concepción de la obra como paisaje y en su compromiso por la convivencia de sus construcciones con el entorno.
La muestra explora los métodos de Charles-Édouard Jeanneret, su nombre de nacimiento, para observar e imaginar paisajes y vistas urbanas a lo largo de su carrera, empleando todas las técnicas artísticas a su disposición, desde la acuarela (de la que hizo uso frecuente durante sus viajes a Italia, Grecia y Turquía) y el dibujo (que empleó especialmente en India) hasta la fotografía, empleada sobre todo durante sus traslados formativos para llevar consigo detalles de los proyectos arquitectónicos que más le interesaban.
La exposición ahonda en las pretensiones de Le Corbusier de transformar la ciudad moderna adecuándola a las necesidades del hombre a través de edificios de corte racionalista y de proyectos urbanísticos de gran calado en los que pretendía crear nexos con el paisaje circundante.
Pinturas, maquetas, planos, esculturas, dibujos, muebles y vídeos dan fe de esa búsqueda de interacción entre la arquitectura, sus habitantes y el paisaje por parte del creador de origen suizo, que vivió durante años en una pequeña cabaña de madera en la localidad marítima de Roquebrunne-Cap-Martin.
Todo un estilo: Marcada altura, ventanales de gran tamaño y limitación del número de tabiques para configurar espacios amplios que den sensación de apertura, tanto interna como hacia el exterior, y logren una adecuada ventilación y luminosidad, son las bases de la arquitectura de Le Corbusier que convirtió en uno de sus lemas “lo primero, el sol”.
Su urbanismo abogaba además por separar las vías de peatones de las zonas de paso de los vehículos, por instalar entre edificios zonas verdes y deportivas y en definitiva, por trazar las ciudades pensando en la calidad de vida humana en lugar de adaptar el ritmo humano a las ciudades.
Además de dar testimonio de sus proyectos construidos más conocidos, como la Ville Saboye o la Capilla de Ronchamp, Un Atlas de Paisajes Modernos también estudia los que no llegaron a materializarse, como sus planes urbanísticos para París (1925) Buenos Aires, Montevideo y Rio de Janeiro (1929) o Moscú (1930). En realidad, de los 400 proyectos que diseñó sólo 75 se llevaron a cabo, en parte por las reticencias que suscitaron las ideas revolucionarias del arquitecto. La muestra aterrizó en Barcelona luego de pasar un tiempo en el MoMA.
Fuente: Caixa Forum y masdearte.com