LE WEEK-END
Título Original: Le Week-End Director: Roger Michell Guión: Hanif Kureishi Fotografía: Nathalie Durand Música: Jeremy Sams Intérpretes: Jim Broadbent, Lindsay Duncan, Jeff Goldblum, Olly Alexander, Judith Davis Distribuidora: A Contracorriente films Fecha de Estreno: 05/12/2013
París siempre ha sido una ciudad muy cinematográfica y por ello siempre ha gozado de gran protagonismo en infinidad de películas, la mayoría tirando de su etiqueta de “la ville de l'amour”. Desde Bertolucci, Minnelli, Rohmer, Carax, Jeunet, Allen o los muchos directores que ofrecieron sus cortometrajes en Paris, je t'aime, han sabido de la magia del Pont Neuf, los campos elíseos, el Sacre Coeur, Pont Marie, Montparnasse, Ménilmontant, el Louvre, Los jardines de Tuileries, el arco del triunfo o la torre Eiffel.
Ahora Roger Michell (Notting Hill, Venus) es quien presenta Le Week-End, con París de fondo como ciudad redentora para su pareja sexagenaria.
Nick (Jim Broadbent) y Meg (Lindsay Duncan) son una pareja de profesores británicos que regresan a París, donde celebraron su luna de miel hace ya unos treinta años, con el fin de volver a encontrar la chispa en su matrimonio tras las tensiones acumuladas de tantos años de convivencia.
Le Week-End presenta una trama sobre las relaciones de pareja y la dificultad de mantener el amor pese a los avatares del destino y las imperfecciones del ser humano que nos recuerda a una una de las mejores películas de este año, Antes del Anochecer de Richard Linklater. Una pena que nos recuerde sólo en argumento y no en su magnífico resultado.
Su principal problema (que supongo también será su mayor virtud en los que les guste, que los hay) son sus personajes. No porque Jim y Lindsay estén mal, sino porque nos cuesta empatizar con dos personajes que encuentras inmaduros pese a su edad. Una película que se sustenta en sus personajes como ésta requiere que el espectador sienta simpatía por sus protagonistas o acabará importándole bien poco el devenir de éstos, que es lo que ocurre.
Como ejemplo encontramos en una de las primeras escenas, cuando llega la pareja al hotel donde pasaron su luna de miel y Meg entra en cólera porque aquel idílico lugar de sus recuerdos resulta ser un viejo hotel poco atractivo. Aquí, donde unos ven cómo nos afecta el paso del tiempo y las reflexiones que nos produce el contraste nostalgia-realidad, yo sólo observo a una mujer caprichosa, que no valora el gesto de su marido y sólo desea alojarse en un hotel lujoso, pese a la precariedad de su situación económica.
Esta es el diferente mensaje que se desprende de la película de empatizar o no con el personaje, de ahí la importancia de perfilar bien el carácter y personalidad de los protagonistas para no perder al público ya de primeras.
Así van sucediendo las distintas situaciones, más en clave de drama que de comedia, pese a lo que apuntaba el tráiler, sobre los problemas matrimoniales de Nick y Meg, llegando a presentarse incluso un poco aburrido tanta verborrea y discusión intrascendente, una de las principales diferencias con la obra de Linklater.
El que sí irradia gracia y desparpajo en sus apariciones es Jeff Goldblum (que próximamente veremos en El gran hotel Budapest, la esperada película de Wes Anderson) en el personaje de Morgan, un antiguo amigo de Nick de la universidad.
Ni siquiera París luce esplendorosa como suele hacerlo, quizás porque Michell prefiere un aura dramático durante la película, pese que intente un poso positivo en el balance final.
Justamente es el cómo y dónde enfoca este mensaje esperanzador otra de las principales reticencias que tenemos para con la película.
Reflejar la felicidad de la pareja en la irresponsabilidad no creemos que sea lo más correcto. Si hay que irse de los sitios sin pagar o hacer escenas ridículas en un bar para aflorar la chispa del romance, mal vamos.
Si encima el cambio de actitud de los protagonistas no está del todo justificando internamente en la película, al final (con o sin guiños a la nouvelle vague y su Banda Aparte) queda una película fallida que no sabe conquistar al espectador al igual que sus protagonistas no saben reconquistarse.