Pero vayamos por partes. Comenzaré por Alicia, la creación de Lewis Carroll, y Los mundos de Alicia, la magnífica exposición que Caixa Forum ha traído a Madrid desde Barcelona para celebrar los casi 160 años transcurridos desde la aparición del libro de Alicia en el país de las maravillas.
De las dos entregas que de las aventuras de Alicia hizo Lewis Carroll —Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, su continuación— sorprende comprobar cómo la fantasía ideada por el profesor de matemáticas, fotógrafo, diácono y magnífico cuentacuentos que fue Charles Lutwidge Dodgson ha influido tantísimo en el mundo desde que esas dos obras fueron publicadas. Todos conocemos estos libros por lectura directa de los originales o por versiones abreviadas y/o cinematográficas que sobre ellos se han hecho. En mi caso en esta ocasión he releído la historia de Alicia a través de la edición anotada y comentada que en 1960 publicara el también matemático Martin Gardner. Las explicaciones y aclaraciones que da, a lo largo de ambos libros, de acertijos, temas musicales, poemas o cuestiones matemáticasesparcidas por ambas obras, me han ayudado muchísimo a degustar debidamente la fantasía ideada por Lewis Carroll; además, la excelente traducción que para la edición española hizo Francisco Torres Oliver ayuda no poco a este propósito.
«Lo primero que pensó fue que había estado soñando con el León y el Unicornio, y con aquellos extraños Mensajeros anglosajones. Sin embargo, aún tenía a sus pies la gran fuente sobre la que había tratado de cortar el bizcocho: "Así que, en definitiva, no estaba soñando", se dijo, "a menos…, a menos que todos formemos parte del mismo sueño. ¡Pero espero que sea mi sueño, no el del Rey Rojo! No me hace gracia pertenecer al sueño de otra persona"»El León y el Unicornio que aparecen en la cita anterior serán figuras utilizadas, a favor y en contra, dentro de la campaña del referéndum por la independencia de Escocia; en la expo se puede visualizar un corto de unos 10 minutos de duración en el que ambos personajes dialogan en clave sobre el futuro de Escocia. También el sueño, la ensoñación, la dependencia o no de un ser superior, la propia identidad... son esenciales en Lewis Carroll.
Al final de cada una de las dos entregas de Alicia vemos que la niña despierta en el regazo de una de sus dos hermanas Lidell. En el mundo real el diácono Charles Lutwidge Dodgson entretenía a las tres niñas en sus paseos en barca por el lago o en las calurosas tardes de verano haciéndolas soñar y evadirse de la realidad a través de los cuentos que él inventaba para ellas. Así nació Alicia en el país de las maravillas; su continuación, Alicia a través del espejo, finaliza con la coronación de la niña como reina tal y como les sucede a los peones en el juego de ajedrez. Lewis Carroll adoraba a las niñas -no así a los niños, que le parecían brutos y salvajes- a las que fotografiaba, paseaba, dibujaba y para las que inventaba historias como estas narraciones. En este amor a las niñas se ha querido ver una cierta inclinación pedófila por parte de Charles Dodgson. El comentarista Martin Gardner no ve tal cosa por parte alguna. Hoy quizás la valoración sería muy distinta, pues vemos cómo se producen cancelaciones de personas y obras antiguas por no atenerse a postulados hoy vigentes. Sin embargo creo que a Lewis Carroll le salva de esta injusta criba el surrealismo 'avant la lettre', la cuestión existencial que se muestra en estas aventuras, la crítica social y política a los poderosos (la Reina de corazones, la Reina Blanca, la Reina Roja, el Caballero Blanco, etc.) y la ausencia absoluta de sexo.
"Libre", de la albanesa Lea Ypi
Es Libre un bildungsroman, una novela de iniciación, de crecimiento personal, de evolución de la propia autora. Personalmente a mí la historia que relata no me ha sorprendido para nada. Quienes hemos vivido bajo dictaduras férreas hemos conocido esa manera de sobrevivir en una sociedad represora, esa manera de disimular, esos chistes nerviosos sobre los opresores, ese cinismo cuando oficialmente había que hablar sobre el Partido único, etc., etc.
En esta novela lo más encantador es ver la inocencia que muestra la niña-narradora que vive 'engañada' por su familia durante el período socialista, el enfado de ella cuando lo descubre, su posicionamiento decidido respecto a su amiga Elona a la que busca sin descanso cuando de la noche a la mañana un día desaparece y el tremendo desencanto que sufre cuando descubre el trabajo que realiza en Italia a donde marchó con el chico que le gustaba... De entre los personajes, además de la autora-narradora, hay que destacar sobre cualquier otro a la abuela Nini sostenedora auténtica de la identidad familiar. La familia sufrió la expropiación de sus bienes a manos del gobierno socialista albanés igual que anteriormente en Tesalónica (Grecia) el padre de Nini y bisabuelo de Lea sufrió la confiscación de muchas de sus propiedades; Nini será quien a la caída del socialismo luchará sin descanso para recuperar lo que les pertenecía y era constitutivo de su razón de ser familiar.
Respecto a otros personajes llama bastante la atención la actuación y personalidad de la madre de Lea tanto durante la vigencia del Partido único como a la caída del mismo. Por su parte, la del padre resulta mucho más creíble, si bien no por ello menos sorprendente. Ambos cónyuges a la llegada de la democracia participarán activamente en política, pero el desencanto y la dinámica de la misma se los llevará por delante.
Al final vemos a Lea estudiando filosofía en Italia y especializándose, curiosamente, en filosofía marxista. Esta deriva profesional no será bien entendida por sus padres:
«como si estudiar las ideas de un sistema que destruyó tantas vidas en mi familia ya bastara para convertirme en la persona responsable de apretar el gatillo. Yo sabía que eso era lo que mi madre pensaba en el fondo. Siempre quise explicárselo, pero no sabía por dónde empezar.»Tampoco sus compañeros de estudio, italianos que jamás vivieron bajo el yugo totalitario de un Partido único, aunque defendían y se manifestaban a favor del socialismo no logran comprender a Lea cuando ella les cuenta lo vivido personalmente en su país. El contraste entre el socialismo real -el que ella había vivido en Albania- y el socialismo de los países occidentales -una socialdemocracia en la que la palabra Libertad, el consumo, el libre mercado y tal coexisten dentro de un sistema claramente capitalista- es de lo más interesante en el libro:
«Muchos de mis amigos se declaraban socialistas: es decir, socialistas occidentales. Hablaban de Rosa Luxemburgo, León Trotski, Salvador Allende o Ernesto «Che» Guevara como si fuesen santos laicos. [...] Sus rostros se exhibían en pósteres, camisetas y tazas igual que lo hacían las fotos de Enver Hoxha en el salón de las casas albanesas cuando yo era niña. [...] Que me apropiara de la etiqueta socialista para describir mis experiencias y, al mismo tiempo, asimilarlas a su compromiso político era algo que a veces les parecía una provocación sospechosa a mis amigos universitarios. Solíamos ir a un gran concierto al aire libre en Roma que se celebraba todos los Primeros de Mayo y yo no podía evitar que aquello me recordase a los desfiles del Día de los Trabajadores de mi niñez. "Lo que vosotros teníais no era un verdadero socialismo", me decían casi sin poder disimular su irritación.»
Lea Ypi al final de Libre muestra y se decanta, igual que hiciera su padre a lo largo de su vida, por una equidistancia mental puramente racional respecto a los dos sistemas políticos que ha vivido. Ambos, en su opinión, contienen aspectos salvables. Nada es malo absolutamente, al igual que nada es bueno siempre totalmente. Esa falta de visceralidad, de encono, de inquina, de crispación entre ideas distintas es, quizá, uno de los principales mensajes de esta obra. Tampoco esta manera de pensar, este comportamiento será muy entendible para muchos de sus amigos y miembros de su familia. Y ello, en palabras de la propia autora-narradora está, en la base del nacimiento de la obra:«Pensaba que aclararlo me iba a llevar un libro entero. Este es ese libro. Al principio iba a ser un libro filosófico sobre la superposición de las ideas de libertad en las tradiciones liberal y socialista. Pero cuando comencé a escribir, igual que cuando empecé a leer Das Kapital, las ideas se convirtieron en personas; en las personas que me hicieron ser quien soy. Se amaban y se peleaban, tenían diferentes conceptos de sí mismos y de sus obligaciones para con los demás.»
