Revista Diario

Lecciones de vida que duele enseñar y duelen aprender

Por Myriam Cabanillas
Ayer fue un día malo, muy malo para mi y por ende: para mis hijos.
No sucedió ninguna desgracia, ni tampoco algo que no esperase, ni siquiera sucedió nada que no hubiese ocurrido antes.
Pero a veces por mucho que hayas vivido una situación, no deja de doler el tener que revivírla.
A veces, por mas que esperes que tarde o temprano vaya a suceder de nuevo, no deja de pillarte ( paradojicamente) de sorpresa.
Ayer alguien a quien quiero mucho y que es muy importante en mi vida, me hizo daño con sus palabras y es mas que seguro que yo también se lo hice con las mías, aunque desde luego no era mi intención.
Ayer me dí de bruces nuevamente con mi niña interior, esa que he intentado integrar con los ejercicios del curso de Mónica Felipe- Larralde  en mi yo adulta.
y hoy....hoy me siento mal, muy mal , por todo lo sucedido ayer y por que hice sufrir a mis hijos pues a pesar de intentar mantenerlos al margen me vieron llorar amargamente y perder los nervios y se asustaron...
Llevo 7 años ejerciendo de madre y mi mayor preocupación todo este tiempo ha sido no causarles ningún daño ni trauma, no asustarles con mis emociones, mostrárselas para que las vivan como algo natural.
Pero ayer se asustaron por que su madre por primera vez en sus cortas vidas, perdió el control de la situación en su presencia.
Intento ser positiva y se que ayer , con muchas lágrimas de por medio, pude enseñarles algo que con palabras les insisto mucho:
-No dejéis que nadie os haga sentir mal, ni siquiera nosotros.
-A veces es necesario sentirse mal, para poder encontrar la manera sentirse bien.
-No tenéis que preocuparos por mi, la adulta soy yo, yo cuido de vosotros y vosotros solo tenéis que aprender a cuidar de vosotros mismos.
Y yo también aprendí:
Que no debo dejar que nadie me haga sentir mal, ni siquiera a mis padres.
Que a veces tengo que sentirme mal, para cambiar lo que me daña y encontrar la manera de sentirme bien.
Que mi prioridad son mis hijos, aunque estos algún día vuelen y me "abandonen" y tengo que ocuparme también de mi misma, de mi bienestar, para poder estar con ellos al 100% y que aprendan de manera empírica a cuidar de si mismos.
Hoy es otro día, estoy triste, pero decidida a que mis hijos no lo noten. Ahora toca tomar decisiones y seguir reintegrando a mi niña interior en la adulta que soy , para que esta situación no se vuelva a repetir.
Supongo que ayer salí de la zona de confort de la que hablan los libros de auto ayuda.
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