Alexei se enfureció consigo mismo y con ella ¿Cómo se atrevía a estar más bella que en sus recuerdos? ¿Y cómo era tan imbécil como para que lo único que deseara fuera besarla una y otra vez?
Aunque solo fuera por sacarse la espina, antes de que acabase la noche la besaría. Sería la manera de expulsarla de su mente y de su corazón. La deseaba tanto porque nunca la había tenido. En cuanto la tuviera, en cuanto besara aquellos labios traidores que ya habían besado a mil otros, se daría cuenta de que no era para tanto.
Nicola sintió que se iba a desmayar. En cuanto entró en la galería le vio y le reconoció. Era imposible no verle. Con su metro noventa destacaba por encima de todas las cabezas.
Estaba más guapo que hace diez años. Si con veintisiete años era apuesto, con treinta y siete era todo un hombre. La mirada acerada de sus ojos azules la desestabilizó durante un momento. Leyó en ellos odio y deseo a partes iguales. Una miríada de sensaciones la bombardearon bajo su mirada, haciéndola temblar.
9ª Lectura conjunta. Lo primero que voy a comentar es el título. Y es que me encanta. Sencillo, sincero y a la vez cautivador. Es un puñetazo que nos enseña que el amor duele.
"Almas rotas" son varias historias de amor, pero no de ese amor rosa fosforito. No. Nada más lejos. Aquí los personajes sufren y para que el lector no se crea otra cosa, Sandra Gabriel comienza la novela con un escena, perfectamente representación de las intenciones de la autora. Nada de medias tintas. Nada de tratar al lector con cojines. La verdad cruda, sin anestesia, pues en la vida real no existe la anestesia.
A lo largo de esta novela, que se lee rápidamente, asistimos a la evolución de los distintos personajes. Porque ese es otro punto a destacar. No son personajes estancados, los protagonistas de esta novela evolucionan, crecen a lo largo de la trama de una manera creíble.
Todo esto convierte a "Almas rotas" es una lectura recomendable.