A partir del incidente de las manzanas, Grete deja de visitar a su hermano y su habitación se va pareciendo a un basurero. Gregor es testigo de cambios en su familia. Por un lado, la situación económica ha obligado a todo el mundo a trabajar y por otro han alquilado una habitación a tres caballeros. Una noche los inquilinos le piden a Grete que toque el violín y Gregor sale de su habitación para oírla. Los hombres ven al horrible insecto y deciden marcharse de la casa. En ese instante tan crítico Grete toma la voz cantante y dice abiertamente que hay que quitárselo de encima. Esa misma noche Gregor muere y al día siguiente la familia se marcha aliviada al campo.
Claves de lectura (para trabajo personal):
1. Fíjate en que en todo el relato —y más intensamente en esta tercera parte— está presente en Gregor el dolor físico. Su carácter simbólico se relaciona estrechamente con la constatación de su realidad, con la toma de conciencia del estorbo que supone él en la casa y de su soledad afectiva.
2. El nihilismo que impera en toda la obra, pero en especial en esta última parte, es absoluto. Ya no hay esperanza posible, ni siquiera en Grete, que ahora ya se ha quitado la máscara por completo y que ya está harta de atender a alguien a quien niega todo rasgo humano. La hermana ya no se preocupa en averiguar qué le puede gustar de comida, sino que, por la mañana y por mediodía, antes de marcharse al trabajo, mete apresuradamente con el pie, en la habitación de Gregor, lo primero que encuentra, y por la tarde lo recoge de un escobazo sin mirar siquiera si lo ha probado, o —lo que es más frecuente— está intacto. Ya no limpia, pero tampoco dejar hacerlo a los demás; y en el suelo se acumulan montones de polvo y basura, la suciedad se extiende por las paredes. A la mente de Gregor acude un último destello de recuerdos humanos, propiciado por el deseo todavía vivo en él de ayudar a su familia. Incluso llega a recordar vagos amores, «pero lejos de poderles ayudar a él y a su familia, todos se mostraban inaccesibles, así que se alegraba cuando desaparecían». Mientras, en el cuarto se arrumban los muebles superfluos, los trastos inútiles, el cajón de la ceniza y el cubo de la basura. Es interesante ver cómo ocurre ahora lo contrario de lo que había ocurrido en la escena de los muebles de la segunda parte, cuando se procuró quitar todo lo que estorbaba de la habitación de Gregor. Ahora se llena de lo que nadie quiere, de lo que alguna vez fue útil y ahora es inservible, como Gregor.
3. Fíjate en una nueva ambigüedad deliberada: el hambre de comida que siente Gregor y el "hambre de otra cosa" que siente cuando oye la música que la hermana ejecuta con el violín. La música —antes nada estimada por Gregor en su condición de humano— ahora, una vez convertido en animal, le abre los ojos hacia una realidad que bien podía haber llenado —o, al menos, aplacado— el vacío existencial que ha presidido su vida. Ese "alimento anhelado y desconocido" del que habla, ese alimento del alma es el mismo que buscan sin encontrar los personajes flaubertianos. Sólo ahora, bicho parásito, bestia herida, sucia, cubierta de polvo y de restos de comida, comprende que la voz profunda de su alma es un deseo indefinible, inexpresable, irrepresentable que lo conduce hacia una meta que está más allá de la línea divisoria entre lo humano y lo bestial. Esta es la base para una interpretación espiritual de la obra.
4. La pérdida del contacto físico es otra de las características del proceso de deshumanización que sufre Gregor. El sentido del tacto es el que mejor representa la proximidad física, y a través del cual se expresa el afecto, se materializa el deseo o también se ejerce la violencia. Observa cómo Kafka contrapone la falta total de contacto que la familia tiene con Gregor, presentando varias veces a lo largo del relato los abrazos y la cercanía que se da entre los padres y la hija ("se arrojó en los brazos del padre", "se abrazaban mejilla con mejilla", "la madre le tiraba de la manga", "le susurraba al oído palabras cariñosas", "para sentarse muy cerca una de otra", "extendió los brazos para protegerla", etc.). Como vemos, no hay cabos sueltos en esta obra.
5. En esta parte aparecen nuevos personajes que dotan al relato de realidad exterior, áspera y grotesca. Uno de ellos es la asistenta, que trata con indiferente crueldad a Gregor ("¡Ven acá, viejo escarabajo pelotero") y es quien se deshace del cadáver (no se sabe bien cómo, aunque no es difícil imaginarlo). Los otros personajes son los tres huéspedes que se instalan en la casa de los que no conocemos sus nombres y que ocultan sus rostros tras unas barbas. Tras señalar al bicho con dedo acusador, deciden marcharse al constatar las "repugnantes condiciones que reinan en esta casa y en esta familia." Encarnan la vergüenza, la marginación y el rechazo de la sociedad hacia Gregor.
6. Prosigue la transformación de la familia. Cada miembro de la familia ha cambiado sus hábitos y sus expectativas. La trasnformación más evidente es la del padre, que ahora no se quita el uniforme (éste, como símbolo de otra transformación, nos recuerda al caparazón que envuelve la espalda de Gregor) ni dentro de la casa. La transformación de Grete es tan abrupta e impactante, si cabe, que la que sufrió Gregor. De la noche a la mañana lo desprecia y ya no queda en ella amor ninguno por su hermano. La sentencia de muerte sale por boca de ella: "Tenemos que intentar librarnos de él".
7. Antes de morir, Gregor vuelve a pensar en su familia con emoción y afecto. Algunos críticos, que han dado a la obra un significado religioso, han visto en la muerte de Gregor un sacrificio. "Gregor es un chivo expiatorio que carga con los pecados de sus seres queridos, es el Cristo que muere para salvar a todos los seres humanos, aunque sin conseguir redimirlos", ha dicho Walter Sokel. Revisa algunos símbolos religiosos en la obra (por ejemplo, la culpa, la manzana, la reiterada presencia del número tres en la obra, etc.).
8. El tema de la ingratitud también es un motivo importante de esta obra. ¿Crees que puede achacarse a los miembros de la familia haber sido desagradecidos con Gregor? ¿Hasta qué punto puede aplicárseles esta frase: 'Cuanto más das, mas te exigen'?
9. La última escena es magnífica por su irónica simplicidad. Un sol primaveral (en contraste con la niebla y lluvia del comienzo de la obra) ilumina a la familia Samsa mientras escribe sus cartas de disculpa a sus respectivos jefes. La transformación de Gregor parece, ahora ya, una pesadilla del invierno. Tenemos la extraña impresión de que no se ha producido nunca. El padre, la madre y la hija respiran aliviados por haberse quitado de encima una carga tan pesada. Deciden pasar el día en las afueras. Las perspectivas son halagüeñas: sus tres empleos prometen mucho, hay que alquilar un piso, mejor situado que el actual, y pensar en el matrimonio de Grete. La muchacha se pone en pie y estira su cuerpo joven, con la triunfal crueldad de la vida respecto a todos los dolores y a todos los muertos. La vida continúa, como ha sido siempre, con sus horrores y egoísmos. ¿Cómo interpretas este renacer de la familia después de la muerte y desaparación de Gregor?
10. Repara en cómo una obra escrita con tanta sencillez puede tener tanta profundidad. Nabokov ha dicho de ella: "La limpidez de su estilo subraya la oscura riqueza de su fantasía. Contrastes y unidad, estilo y asunto, forma y trama se integran a la perfección."
El pasaje favorito de Otoño Kafka (¿Cuál es el tuyo?):
La escena de la muerte de Gregor, quizá por estar narrada con total asepsia y naturalidad (como lo es todo en esta obra), es un momento impresionante. Gregor, penosamente, porque se encuentra muy débil e impedido, regresa arrastrándose a su habitación, después del episodio del violín. Al llegar al umbral, se vuelve y echa una última mirada a la madre, que está dormida. Solo y abandonado en su habitación, tras escuchar el atronador cerrojazo que su hermana da a la puerta, antes de morir, Gregor conoce ese don que quizá sólo es posible recibir en el momento de morir: la paz de espíritu vacía y contemplativa.
«Apenas había entrado en su cuarto, la puerta fue cerrada a toda prisa, se echó el cerrojo y se atrancó con un mueble. Gregor se asustó tanto por el ruido repentino a sus espaldas que las patitas se le doblaron. Era la hermana la que tanto se había apresurado. Había esperado de pie, luego había saltado con ligereza hacia adelante —Gregor ni siquiera la había oído venir—, y gritó un "¡por fin!" a los padres mientras giraba la llave en la cerradura.
"¿Y ahora?" —se preguntó Gregor y miró a su alrededor en medio de la oscuridad. Al poco tiempo hizo el descubrimiento de que no se podía mover. No se sorprendió, más bien le resultó algo antinatural que se hubiera podido mover hasta ese momento con aquellas patitas tan delgadas. Por lo demás, se sentía relativamente cómodo. Notaba, es cierto, dolores por todo el cuerpo, pero le parecía como si fueran cada vez más débiles y como si, finalmente, fueran a desaparecer. Apenas sentía ya la manzana podrida en su espalda y el entorno infectado, cubierto completamente de una tenue capa de polvo. Pensaba en su familia con amor v emoción. Su opinión de que tenía que desaparecer era quizás en él más decidida que en su hermana. Permaneció en ese estado pensativo, vacío y pacífico, hasta que el reloj de la torre dio las tres de la madrugada. Aún pudo ver el clarear del amanecer por la ventana. Luego, su cabeza se hundió involuntariamente, y de las ventanas de la nariz se escapó, débil, su último suspiro.»
Temas de debate (para puesta en común):
1) "Hemos hecho todo lo humanamente posible para cuidarlo y tolerar su presencia; creo que nadie nos puede hacer el más mínimo reproche." Son palabras de Grete referidas a Gregor. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué podrían haber hecho? ¿Por qué no lo dejan vivir, aunque sea como insecto?
2) Lee este texto. ¿Estás de acuerdo con lo que el autor expone? ¿Por qué?
Con esta entrada cerramos la lectura de La metamorfosis y del Otoño Kafka. Participa con tus comentarios y gana uno de los tres ejemplares de la obra editados por Astiberri que se sortearán el próximo domingo 17 de noviembre. Más información aquí.
Imagen de entrada: ilustración de Luis Scafati para La metamorfosis (Libros del zorro rojo)