Los que hemos nacido entre sus letras, nos hemos alimentado de sus fórmulas, hemos crecido en el abono de sus páginas escritas, y por tanto, al cobijo del árbol de su inmensa capacidad de amar, sabemos que Menassa merece el Premio Nobel.
Miguel Oscar Menassa, es uno de los más prolíficos y polifacéticos creadores del siglo XX- XXI. Dicen de Menassa que es un autor del Renacimiento. Lo dicen porque “lo hacen” varias disciplinas, digo lo hacen, porque el propio autor, interrogado sobre su actividad cinematográfica: “¿Porqué hace usted cine?”, responde: “el cine me está haciendo a mí”. Y podríamos decir, parafraseando al autor, que a Menassa lo hicieron la poesía, el psicoanálisis, la medicina, la pintura y el cine. Y este hombre hecho por estas disciplinas, ha sabido devolver esta deuda con el mundo siendo maestro de poetas, psicoanalistas, médicos, pintores y cineastas, fundando Escuela.
Pero el término Renacimiento deriva de la expresión italiana rinascita, fue usado por primera vez por el literato Petrarca, en el mismo momento histórico en que tuvo lugar este movimiento cultural. Se refiere con él a un movimiento que hace resucitar en el arte y la cultura los textos de la antigüedad clásica, que hace renacer a los clásicos griegos. Lo que produce Menassa no es una vuelta a nacer de algo que ya había sido producido otrora, sino el nacimiento primo de algo totalmente nuevo: el campo poesía y psicoanálisis. No se trata por tanto, de ningún renacimiento.
Valga esto como introducción al hombre Menassa, que no es otra cosa que su obra, y vamos ahora más concretamente, con el poeta, o para ser más precisos, con la obra poética: sus 23 libros de poesía. La poesía de Menassa es un animal poético herido mortalmente por la daga del psicoanálisis. Es una poesía impensable antes del surgimiento de esta ciencia. Los hombres y mujeres que habitan los versos de Menassa son perlas ensartadas en el hilo finísimo del psicoanálisis, es decir, son poemas habitados por sujetos deseantes. La metáfora en Menassa no es comparación ornamental, joya verbal, sino que es metáfora del sujeto.
No son versos de la naturaleza vegetal, sino de la naturaleza humana, no se trata de la naturalización del hombre, sino de la humanización de la naturaleza, del mundo, al más puro estilo prosopopéyico de Germán Pardo García. Es una poesía hecha de carne.
La lírica de Menassa, es decir, los poemas referidos a la propia poesía, al arte poético, no nos muestran a la poesía como una dama imposible, sino que muestran un poeta, sujeto del quehacer poético, inmerso en la historia de una producción humana: la Poesía.
Menassa es criticado por algunos pintores contemporáneos, porque revela sin pudor y acorde con su maestría, los secretos de su arte. Los vídeos de Menassa ejecutando su obra pictórica, son de acceso universal a través de la red. Si hubieran leído la obra del poeta, sabrían que esto no es un descuido, sino una condición y una convicción del quehacer de este creador. Saber hacer, en Menassa, siempre va acompañado de un saber mostrar. Menassa escribe y nos dice cómo, psicoanaliza y nos dice cómo, pinta y nos dice cómo, juega al juego del cine, y nos dice cómo. Ostenta una generosidad tríplice: a la generosidad del que pierde su repugnancia por el mundo y lega a otros su obra, se une en Menassa la generosidad de la investigación constante en cada uno de los campos en los que se mueve, y por último, la generosidad de la transmisión de ese saber. A la generosidad de un creador, la de un investigador y la de un maestro. Nudo en el que nos atamos.
Si queremos encontrar algún punto de unión con el Renacimiento, Da Vinci, uno de sus creadores más prolíficos, ya decía: “La práctica debe siempre ser edificada sobre la buena teoría”, esta frase se demuestra en la vida y obra de Menassa.
Una poesía humana que no olvida ninguno de los temas humanos: la muerte, la mujer, el amor, la locura, el hombre, el tiempo, la propia poesía.
Si es posible el poema, es posible la vida. Por eso Menassa ha seguido escribiendo a pesar de todo, a pesar de la ignorancia de los Estados, a pesar de la pusilanimidad de algunos poetas, a pesar de la máquina de estupidizar de la cultura moderna, contra todo pronóstico, a pesar de sí mismo incluso, a favor siempre de la poesía y de la vida. Gracias, maestro.
Alejandra Menassa de Lucia
Publicado en “El Librepensador”