Revista Cultura y Ocio

Leer. escribir.

Publicado el 29 agosto 2012 por Molinos @molinos1282
LEER. ESCRIBIR.Leer me enseña.
Escribir me enseña.
Leer me sirve para escapar de mi, para no ver lo que soy, lo que(me) pasa, lo que siento, lo que me duele, lo que me preocupa. A veces no funciona, y cuando trato de escapar de lo que quiero no quiero ver, me lo encuentro de bruces en las páginas que estoy leyendo.
Escribir me sirve para encontrarme, aunque a veces no lo consigo. Me busco en lo que escribo y unas veces lo encuentro y otras no. Unas veces doy con algo que no buscaba y me sorprendo ¿ Eso lo he pensado yo sola? ¿ He sido capaz de escribir esa reflexión? Otras busco, busco y busco y no lo encuentro: mierda, está ahí, lo veo pero no se deja atrapar.
Leer es una actividad que me envuelve. Me hace redonda, me protege y crea una concha a mí alrededor. Me separa del mundo, de lo que me rodea, de los que me rodean y me aísla. Corta los hilos con el exterior. Leyendo me hago bola.
Escribir me conecta. Extiende hilos que parten de mí hacia el exterior, unas veces hacia los demás, otras hacia alguien en concreto, otras solo hacia mi cuaderno. No es algo absoluto , igual que leer no me desconecta de todo, escribir no me hace accesible para todos, pero me saca de mí, saca lo que pienso, lo ordena y lo coloca haciéndolo más interesante o convirtiéndolo en una completa majadería. Escribir me hace tela de araña.
Escribir me libera espacio de la memoria, deshace el nudo y equilibra mis pensamientos. Escribir se acaba.
Leer me desborda. Acumulo ideas, referencias, pensamientos, conexiones, sentimientos y necesidades. Necesito seguir leyendo. Cada vez me ocupa más espacio, físico y mental.
Para leer no necesito concentrarme. Sin importar el entorno o el ruido, leo sin esfuerzo aparente. Mejor dicho, he aprendido a leer sin esfuerzo aparente, mi mente se concentra, desconecta de todo mágicamente, hace clic y ya está, no quiere estar haciendo otra cosa.
Escribir me distrae, me exige un esfuerzo de concentración. Mi mente tiende a querer hacer otra cosa, a buscar excusas, a escapar o peor, a bombardearme con más ideas de las que soy capaz de escribir. Me frustro porque por un lado quiero atrapar todas esas ideas y esos hilos que mi mente ha hecho revolotear por mi cabeza y por otro lado quiero distraerme, quiero pasar de ellas. Quiero levantarme y no escribir, pasar de ese impulso.
Leer me da placer y escribir me incomoda, me perturba y me frustra.
Leer tiene el hueco hecho en mi vida, escribir se lo está haciendo.
Leer me sale solo. Escribir me cuesta.
A leer me enseñaron y aprendí…a escribir estoy aprendiendo.
Leer me concentra y escribir me dispersa.
Leer me protege, me acoge. Es la abuelita del bosque.
Escribir me asusta. Es el lobo.
El placer de la lectura es antes, es durante y es después. Saber que tendré un libro para leer, que encontraré el hueco para leerlo es casi tan placentero como la lectura en sí misma. Nunca quiero terminar de leer, es el peor momento, pero cerrar el libro no acaba con el placer de su lectura. Si es bueno, me deja un poso que voy rumiando y al que voy dándole vueltas aunque esté haciendo otras cosas y retroalimenta a su vez el placer de la anticipación de la lectura, el placer de saber que volveré a retomar la lectura en cuanto pueda y me dejen.
El placer de la escritura es al terminar. Rara vez es durante y casi nunca antes. El temor a perder la idea, a no ser capaz de aprehenderla, de fijarla con palabras para que suene como me parece que tiene que sonar me provoca más ansiedad que placer. Terminar de escribir es el mejor momento. Si he conseguido escribir lo que quería me siento bien, contenta y satisfecha y si no lo he conseguido, me queda la mísera satisfacción de haberlo intentando y haberme peleado con ello, no es mucho, pero consigo que el gusano de “ te tienes que sentar a escribir” se calme por unas horas, tengo un tiempo de tregua hasta que empiece a roerme diciendo “ vuelve a intentarlo, enfócalo de otra manera..”.
En algunas ocasiones leer y escribir confluyen. Leo algo que he escrito, y mágicamente deja de ser algo que yo he escrito y pasa a ser algo que leo, las palabras que yo escribí, se transforman en lectura. Lo releo, me gusta, me hace bola, me protege, me sorprende…y entonces pienso..no hay nada que me guste más que esto.

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