Título: Legado en los huesos
Autora: Dolores Redondo
Editorial: Destino
Año de publicación: 2013
Páginas: 553
ISBN: 9788423347452
En febrero de 2013 leí
El guardián invisible, la ópera prima de Dolores Redondo y
el primer libro de la trilogía de Baztán. Para mí fue sin duda una
de las mejores novelas del año pasado. Me encantó, me entusiasmó,
me atrapó, me fascinó, me cautivó. Y, como os imaginaréis, estaba
deseando leer el segundo libro, Legado en los huesos. Mi chico
me lo regaló en Navidad y por fin ahora en febrero, justo un año
después, he podido volver al precioso valle de Baztán acompañando
a Amaia Salazar. Esta novela para mí es
muy especial por varios motivos que voy a intentar explicaros.
Porque la trama se desarrolla entre
Baztán y Pamplona, en Navarra, mi tierra. Porque cada vez me gusta
más la novela negra y me encanta la originalidad de Dolores Redondo
para unir este género con el folclore y la mitología vasco-navarra.
Porque es el primer libro que he leído en 2014 siendo madre y porque
si ya en el primer libro de la trilogía le cogí muchísimo cariño
a Amaia, ese cariño ahora ha aumentado aún más si cabe al estar la
protagonista embarazada.
Sí, la novela comienza
con la jefa de la sección de homicidios de la Policía Foral de
Navarra a punto de dar a luz y convertida en la policía estrella
tras haber resuelto los crímenes del basajaun. Así es como asiste
al juicio contra Jasón Medina, el padrastro de Johana Márquez,
quien asesinó, violó y mutiló a la joven. Amaia tiene todas las
pruebas que lo demuestran. Pero de pronto el juez les anuncia que el
juicio no puede celebrarse. Jasón acaba de suicidarse en los baños
del juzgado y ha dejado una nota para Amaia en la que tan solo hay
escrita una palabra: tarttalo
Tarttalo es un personaje
de la mitología vasca representado como un cíclope antropomorfo,
gigantesco, con un solo ojo en medio de la frente, con costumbres
antropófagas y un comportamiento terrorífico. Vivía en las
montañas, en el monte de El Perdón, cercano a Pamplona, según
algunas leyendas y en el monte Sadar, en Cegama (Guipúzcoa), donde
hay un dolmen llamado Tarttaloetxea (casa de Tarttalo), según
otras. Es un monstruo con un tamaño y una fuerza descomunal,
perverso, salvaje y muy agresivo. Se alimenta de ovejas, niños y
adultos y tiene un anillo mágico que le servía para controlar a sus
presas, ya que al grito de “¿dónde estás?” por parte de
Tarttalo el anillo respondía “aquí estoy”. Según una vieja
leyenda vasca Tarttalo murió ahogado tras lanzarse a un pozo
mientras perseguía a una de sus presas.
Este
nuevo caso en el que se ve inmersa Amaia Salazar la llevará de nuevo
al valle de Baztán. Ha transcurrido ya un año, pero eso no ha
impedido que sus miedos, sus fantasmas, sus pesadillas y su pasado
regresen con más fuerza que nunca para atenazarla una vez más.
Conforme avanzamos las páginas acompañamos a la inspectora y a sus
compañeros policías Etxaide, Iriarte, Montes o Zabalza, al doctor
San Martín o al juez Markina en una investigación contrarreloj,
trepidante, frenética y electrizante en la que cada nuevo
descubrimiento nos dejará con la boca abierta, sin respiración y
con un deseo irresistible de avanzar en la lectura.
Jasón
Medina será el primero de una serie que no parece tener fin. Cada
vez aparecen más casos de hombres violentos, agresivos, rudos,
borrachos, que asesinan a sus mujeres, les cortan el brazo después
de haberlas matado, dejan la firma de Tarttalo y, por último, se
suicidan. Todas las víctimas eran del valle de Baztán, pero eso es
lo único que tienen en común. Sus edades, sus profesiones, sus
lugares de residencia, su condición social, su situación económica,
todo era distinto. ¿Qué tenían en común todas ellas para atraer
la atención del Tarttalo? Y, lo más importante y difícil al mismo
tiempo, ¿quién está detrás de todos esos crímenes? ¿Quién es
el Tarttalo y por qué tiene tanto interés en que sea únicamente
Amaia la que dirija esta investigación? ¿Por qué los mensajes
directos para ella y las provocaciones? ¿Por qué quiere convertir
este caso en algo personal?
Por
si fuera poco, la inspectora Salazar y su equipo deberán investigar
también las profanaciones que se están produciendo en la iglesia de
Arizkun, uno de los pueblos del valle de Baztán, donde alguien
aprovecha las noches para entrar en el templo, destrozarlo y dejar
huesos humanos en el altar. ¿Quién lo hace, por qué? Y, sobre
todo, ¿de quién son esos huesos?
Una
vez más, los temas personales y profesionales estarán demasiado
mezclados para el gusto de Amaia. James y ella son padres primerizos,
con todo lo que eso conlleva, y tiene que compaginar su recién
estrenada maternidad con las exigencias de su trabajo. ¿Será capaz
de conciliar sus dos mundos? ¿O, por el contrario, muy a su pesar,
se verá obligada a elegir entre ser una buena madre y una buena
policía?
En
este segundo libro de la trilogía Amaia volverá a enfrentarse a su
hermana Flora y, como no podía ser de otra forma, también a
Rosario, su madre. Ahora que ella misma también es madre sus
sentimientos, sus miedos, sus fantasmas, sus pesadillas, lejos de
disiparse y desaparecer se han hecho más fuertes que nunca.
Pero,
afortunadamente, la inspectora Salazar también contará con la
compañía y el apoyo incondicional de su hermana Rosaura y su tía
Engrasi, un personaje que es mi debilidad, me parece una mujer
luchadora, fuerte, independiente y, sobre todo, cariñosa, familiar y
entrañable, no lo puedo evitar, le tengo muchísimo cariño.
Al
igual que en el primer libro de la trilogía, en esta segunda entrega
volvemos a encontrar a los mismos personajes y descubrimos nuevas
cosas de ellos que hacen que los amemos o los odiemos todavía más.
Pero también hay novedades, muchas, muchísimas. Más del magnetismo
y la fascinación de la mitología vasco-navarra, más crímenes, más
víctimas, más monstruos, más terror. Conocemos aún más las
tradiciones, la cultura y el carácter del valle de Baztán, como la
historia de los agotes, un tema medieval que, sin embargo, sigue
siendo tabú para muchos baztaneses y que personalmente me apasiona
desde que tuve la suerte de conocer a Xabier Santxotena.
Dolores
Redondo irrumpió en el panorama literario dejando el listón muy
alto. Pero con esta segunda entrega ha conseguido no solo igualarlo
sino, lo que es más difícil y tiene por ello muchísimo más
mérito, superarlo. Por los personajes, por el escenario, por la
trama policíaca y la trama personal, por el ritmo. Por todo ello y
por mucho más esta es una novela que atrapa desde el comienzo y
hasta el final, que se devora como el Tarttalo devora a sus presas.
Es
una historia adictiva, inquietante, oscura, siniestra, que hace las
delicias de los lectores. Deseas llegar al final, saber cómo se
resuelve el caso, saber que hay un principio y, afortunadamente, una
discordancia que hace que todas las piezas del puzle encajen. Pero,
al mismo tiempo, da muchísima pena acabar el libro, despedirte de
los personajes tras acompañarles en su evolución, abandonar el
valle del Baztán y no sentir más la adrenalina que esta historia
provoca. Ahora que sé que todo lo
que nos han legado, lo bueno y lo malo, está en los huesos, solo me
queda esperar impacientemente para poder realizar la Ofrenda
a la tormenta.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.