Revista Cultura y Ocio
Magnífica, excelente, tenebrosa, ágil, trepidante, adictiva.
Como en la primera entrega, El guardián invisible, la escritora Dolores Redondo nos sumerge de nuevo en la comarca del Baztán, un lugar dicho sea de paso en el que se están realizando visitas guiadas de las escenas de la trilogía, pero esta vez un poco más adentro si cabe. Si en la primera entrega la investigación a la que se enfrenta la inspectora Amaia Salazar es un caso típico de asesino en serie, esta vez se encuentra con algo más siniestro y que tiene sus raíces mezcladas con el propio nacimiento de la protagonista.
He de reconocer que si me parara a analizar la obra desde el punto de vista literario no tendría demasiadas cosas que elogiar, pero es que esta trilogía no se trata de eso, esto no es Guerra y Paz, esto es una batalla a muerte entre el bien y el mal, una persecución trepidante en busca de la sangre que derraman las víctimas por unos escenarios mágicos, lluviosos, de piedra vieja, de tradición vieja, de gente vieja y de creencias tan viejas como la propia humanidad. De esto va la historia, y la autora lo logra con nota.
Las noches que duró su lectura las pasé nervioso, con sueños agitados, con imágenes confusas como las que se le aparecen a la inspectora jefe de la policía foral navarra. Un verdadero calvario que estoy deseando revivir tan pronto como caiga en mis manos la última pieza de la trilogía.
En esta segunda entrega la autora nos presenta a una Amaia más mujer, más humana si cabe, una persona que comienza a temer no solo por ella, sino por alguien que depende al cien por cien de ella misma, y que no es otro que su hijo neonato. Quizá debido a esto comienza a sufrir situaciones hasta entonces apartadas en su camino, como la duda, la infidelidad o la propia maternidad, y que se mezclan magistralmente con las tramas de investigación que la protagonista lleva a cabo.
Sin duda es una novela que recomiendo, que es mejor no leer sin haberse acercado primero a El guardián invisible pues la mayoría de los personajes, así como las tramas, son continuación de la primera.
Nota aparte merece doña Rosario. Joder, y perdón por la salida de tono, qué miedo me hace pasar esa mujer... Parece mentira que la autora, con esa apariencia angelical, haya creado un monstruo de tal dimensión.
Resumen de la novela (editorial)
El juicio contra el padrastro de la joven Johana Márquez está a punto de comenzar. A él asiste una embarazada Amaia Salazar, la inspectora de la Policía Foral que un año atrás había resuelto los crímenes del llamado basajaun, que sembraron de terror el valle del Baztán. Amaia también había reunido las pruebas inculpatorias contra Jasón Medina, que imitando el modus operandi del basajaun había asesinado, violado y mutilado a Johana, la adolescente hija de su mujer. De pronto, el juez anuncia que el juicio debe cancelarse: el acusado acaba de suicidarse en los baños del juzgado. Ante la expectación y el enfado que la noticia provoca entre los asistentes, Amaia es reclamada por la policía: el acusado ha dejado una nota suicida dirigida a la inspectora, una nota que contiene un escueto e inquietante mensaje: «Tarttalo». Esa sola palabra que remite al personaje fabuloso del imaginario popular vasco destapará una trama terrorífica que envuelve a la inspectora hasta un trepidante final.«Es difícil encontrar a otro autor que irrumpa en el thriller criminal con esta fuerza y originalidad.» La Razón