Es una gran noticia que aparezcan nuevas editoriales que nos acercan nuevos e interesantes autores del panorama fantástico patrio. No es que Javier Quevedo sea alguien que necesite que me presenten. De hecho, y aunque esté un poco mal decirlo en una reseña de un libro que ha escrito él, lo conozco desde hace más años de los que me atrevo recordar.
Sí, siempre es curioso y satisfactorio hacer la reseña de un libro escrito por un viejo amigo.
Javier ha entrado hace poco tiempo en Nocte, la asociación de escritores de terror donde también militan otros amigos como Joe Alamo y Emilio Bueso, una garantía de que su trabajo está bien escrito y que tiene un aval detrás de él.
Lo digo simplemente para que no se me acuse de barrer hacia casa y olvidar los posibles errores que pudiera tener este relato, que tiene mucho de inquietante y de desalentador.
Cuerpos Descosidos comienza a provocar ese sentimiento de inquietud en su portada. Una increíble ilustración de Filedeus reimaginando a La Papisa, uno de los personajes de la novela, y que provoca una sensación impresionante sin siquiera haberla leído.
Comienza el relato presentado a los personajes, un ejercicio que recuerda al comienzo de una partida de ajedrez, en la que cada uno de ellos hace unos primeros movimientos, presentándose y situándose estratégicamente en el tablero, sin enseñar todavía su pontencial. También aparece un extraño y descolocado diario, que sorprende con su contenido y que hace que te preguntes dónde encaja.
A medida que avanza la historia, lo que nos preguntamos es dónde encajan estos personajes, tan distintios y distantes entre sí, y qué relación podría unirlos.
Todo cambia a partir de la página 100, donde el lector puede ir ajustando las piezas, que comienzan a deslizarse en el tablero sin freno, situándose una frente a la otra, y tejiendo por fin la trama común que los unió en un principio y cerrará la historia.
Aunque hay algunos momentos, sobre todo hacia el final, que puede provocar un poco de confusión (o al menos, me ocurrió a mi), la tensión se mantiene en toda la novela y consigue algo que sólo consiguen los relatos bien escritos: enganchan.
Me leí la novela en apenas tres días, costándome cada noche dejar la vida de Lucio, Eva y ese misterioso muchacho que escribía sus fustraciones en ese diario que al final, resulta ser la clave para poner punto y final a una historia de pecados sin perdón posible. Sin perdón para nadie, excepto quizás para el auténtico motor de toda la historia.
Me ha parecido una gran historia, nada larga y con un grupo de personajes que se hacen queridos, pese a no ser nada modélicos y bastante disfuncionales.
Una gran novela con elementos de fantasía oscura, que ha supuesto todo un descubrimiento para mí.
Enhorabuena, Javi.
Un saludín