Revista Cultura y Ocio

Leo Perutz, el olvidado

Publicado el 26 septiembre 2016 por Veronicanieto

Leo Perutz, el olvidado

Leo Perutz, De noche, bajo el puente de piedra (1953), traducción de Cristina García Ohlrich, Barcelona, Libros del Asteroide (2016)
http://www.librosdelasteroide.com/-de-noche-bajo-el-puente-de-piedra

Ambientados en la Praga y más concretamente en el barrio judío de Praga de la segunda mitad del siglo XVI, De noche, bajo el puente de piedra recoge unos cuantos relatos que trabajan con notable maestría el cuento tradicional, las historias judías, el aire kafkiano con castillo incluido, un toque Gógol con sus demonios y espíritus, algo de Borges y sus paradojas, algo cervantino con perro que habla, algo Pavic con sueños que visitan el sueño de otros dormidos. El tono resulta entrañable: tierno y paródico, como si aquellos personajes fueran marionetas que, al abrir el libro, siguieran infinitamente royendo el mismo hueso.

Permítanme que me sirva de una cita del cuento "El pintor Brabanzio" para definirlo:

"[...] pero en ello había una magia que no era posible expresar con palabras... Una melancolía invernal y un presagio de primavera, o quizá solo esa belleza que poseen a veces la pobreza y la humildad."

Son cuentos, cierto, pero todos están relacionados, de modo que al final tenemos un fresco que va desde el mismísimo emperador Rodolfo II, pasando por el rabino Loew (el creador del famoso golem de Praga), el filántropo judío Mordejai Meisl y su bellísima esposa Esther, hasta condenados a muerte, cómicos que visitan el cementerio, un pintor, un alquimista y otros tantos personajes de lo más variopintos.

Sospecho, a juzgar por ese aire algo melancólico, que los cuentos fueron escritos durante su exilio en Palestina. Después de ser un autor de éxito, en cuanto los nazis llegaron al poder, su hermano, que ya vivía en lo que sería Israel, le aconsejó que se reuniera con él lo antes posible y así lo hizo. Sin embargo, Perutz nunca fue un ferviente partidario del sionismo y en cuanto pudo regresó al corazón de Europa, concretamente a Viena, aunque para entonces apenas nadie recordaba quién era Leo Perutz.


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