Cada vez me gustan más estos viajes relámpago, de dos o tres días, para ir a recitar o a presentar, como en el caso que nos ocupa, un poemario. El jueves, a eso del mediodía, y por primera vez en mucho tiempo llegamos, puntualmente, a León. Vino a recogernos, a Bego y a mí, mi hermanito Vicente Muñoz Álvarez, que nos acercó al hostal, hostal Reina, donde dejamos las maletas rápidamente y nos fuimos a tomar unas birras al Húmedo, un barrio al que le tengo especial cariño y en el que me encanta pasear por sus calles, llenas de vida. El caso es que luego nos vimos con el poeta y narrador Carlos Salcedo Odklas (que muy pronto editará libro con Lupercalia) y con Paula. Nos fuimos a papear el menú del día y después a casa de Vicente, a charlar de proyectos, de literatura… En el Belmondo, no había mucha gente, la verdad, pero la que había era de lujo, como Gabi, que tiene entre manos una nueva novela, y otra peña para la que estuve leyendo cerca de una hora o así. Tengo que darles las gracias a Vicente y a Julia D. Velázquez, siempre grandes anfitriones, a Carlos y a Paula, muy buena gente, a Gabi, y a Yago, del Belmondo, que se hizo cargo de los gastos del viaje y del hostal. Te dejo con dos fotografías y con un vídeo en el que recito el poema Hemos sido creyentes, una versión de uno de Margaret Walker. Teniendo en cuenta la mala calidad de mi cámara de vídeo, que me costó 45 euros en el Carrefour, ya te puedes hacer una idea, así que espero que, al menos, puedas entender lo que digo en el poema.
Con Vicente Muñoz Álvarez
Carlos Salcedo Odklas
David González (Hemos sido creyentes)
Más fotografías del recital en León, hechas por Felipe Piñero (gracias):
Presentación No hay tiempo para libros
Al día siguiente, temprano, en pie, camino de la estación de buses. Dos horas infernales hasta Valladolid, por la resaca del día anterior, y eso que nos retiramos temprano, a eso de la una de la mañana. En Valladolid, al hotel Mozart, del que quiero destacar la amabilidad con la que nos trataron, amabilidad que hago extensiva a toda la gente que conocí allí. Valladolid es una ciudad preciosa, todo hay que decirlo. Antes de la lectura en la librería A pie de página, estuvimos con el poeta Jorge M. Molinero en el Berlín, un chiringo muy guapo. Jorge andaba jodido con un resfriado. Me regaló un ejemplar de su poemario La noche que llovieron impermeables (del que un día de estos postearé algunos poemas). En la librería, genial. Enrique, Enrique Señorans, el librero, es un tío de puta madre. Uno de esos libreros, amantes de la literatura, de los que cada vez van quedando menos. El caso es que en la librería había bastante peña. El micrófono se negó a acoger mi voz y tuve que recitar a pelo, pero creo que se me oía bien. Me tiré otra hora recitando. La verdad es que me encontré muy a gusto. Se estaba bien allí. Después firmé unos cuantos ejemplares del poemario. Enrique Señorans, me obsequió con un cuaderno Moleskine, rojo, y con el poemario Banalidades, de Brane Mozetic (que también postearé aquí). Así que gracias, Enrique, te has portado de cine conmigo. Gracias por todo. Llegados a este punto la cámara de vídeo se negó a grabar y solo consintió dos fotografías y una que habíamos sacado previamente:
Aprovecho la ocasión, para darle las gracias a los administradores de los blogs que o bien anunciaron mi poemario o bien anunciaron estas dos presentaciones:
Escrito en el viento
Culturamas
Hankover
Pepe Pereza
Je est un autre
Je est un autre
La marabunta
Paper blog
Globedia
Escritores sucios
Crónicas para decorar un vacío
Escrito en el viento
Hankover
Culturamas
Jugando entre las ruinasHankover
y Gracias también al blog Emma Gunst, que mantuvo el cartel de mis presentaciones de forma permanente durante unos días.