El placer de mirar a los ojos es uno de los más estimulantes a nivel afectivo. Un simple gesto que permite un alto grado de conexión e intimidad. Comunicamos con la mirada, y es que en una mirada podemos ver el reflejo de la interioridad del ser humano.
Los ojos, no sólo recogen información del exterior sino que también dejan pasar algo de dentro afuera: en ellos se ven los sentimientos y estados de ánimo de la persona. Por algo dicen que los ojos son el espejo del alma.Además mirar a los ojos es placentero, pues permite conectarnos. Esto es algo que podemos constatar incluso con los desconocidos. Haz la prueba sino, cuando vayas a comprar y el cajero/a te devuelva el cambio, mírale entonces a los ojos, y evalúa después esa sensación. A mí me sorprendió ser consciente de la belleza de este gesto y de la sensación agradable que sentía después.
En realidad, mirar a los ojos a otra persona tiene un sentido; aporta autoestima, reconocimiento, respeto y gratitud. Y sin embargo, cada vez nos miramos menos. Supongo que es un efecto colateral de la sociedad tecnológica en la que estamos viviendo, donde es fácil mantener conversaciones mientras tenemos la mirada puesta en el ordenador o en el móvil (¿te ha pasado alguna vez en casa o en el trabajo?).
¿Pero qué pasa con los niños? ¿Alguien se acuerda de mirarlos? ¿De conectar su mirada con la de ellos, dulcemente, con amor?
Un niño pequeño no tiene conciencia de sí mismo, no tiene la capacidad de saber que existe. Para conectar consigo mismo y con su existencia, necesita la mirada de los adultos. Al mirarlos, nos colocamos más cerca de su mundo, de su forma de sentir. El niño percibe que hay alguien que está presente, que le acompaña, que es testigo de su vida. Si un niño siente (o vivencia interiormente) que no recibe esa mirada, se sentirá angustiado, triste, vacío, desesperado, enfadado.
Y aprenderá a no verse (a sí mismo) e incluso a desconectar de los demás. ¿Cuántos niños has visto que eluden la mirada? ¿Qué van como perdidos, y que se refugian casi compulsivamente en los entretenimientos de pantalla? Yo muchos.
Un niño mirado, es un niño que se siente sostenido, seguro, por lo que tendrá ganas, entusiasmo y vitalidad para descubrir el mundo, y lo que es muy importante, se conocerá a sí mismo.
Como digo siempre, todos los padres tenemos buenas intenciones, pero hay veces que se nos olvidan las cosas más básicas. A mí también. El otro día me di cuenta de esto, y por eso hoy escribo este post. Ya he dicho alguna vez que el blog tiene un efecto terapéutico, y me ayuda a redirigirme.
Me descubrí a mi misma hablando con Sunflower sin mirarla, centrando toda mi atención en el móvil. Hablaba con ella ¡sin mirarla! Luego recordé un par de veces en las que ella incluso me había pedido “Mami, deja el móvil”. No me gustó darme cuenta de esto. Pero me di cuenta.
Entonces la miré a los ojos, le dije los ojos más maravillosos que tiene, del color de las avellanas, tan dulces y vivos, guardé el móvil y me senté con ella, a escucharla. Antes de empezar a contarme sus cosas, me sonrió feliz y me acarició la cara. Ay, mi maestra, cuánto me enseña.
¿Cómo hay que mirar a los niños?Con consciencia. Contactando visualmente, de forma presente. Mirándolos con amor, con suavidad, con dulzura.
Está bien que nos sentemos a su altura, y les miremos desde ahí, contactando con sus ojos, con su campo visual, con sus necesidades.
¿Cuándo hay que mirar a los niños?Podría hacer una lista más larga, pero al menos cuando…
- Hablas con ellos
- Te hablan
- Te llaman
- Se caen
- Se enfadan
- Están alegres
- Si tu hijo lleva gafas, dedica un ratito cada día a mirarle sin ellas, sin obstáculos. Si lo ves tal cual es, él aprenderá a verse.
- No te dejes llevar por las conversaciones en las que la tele o el Ipad o el móvil están interfiriendo. Detente, mírale, y comunicaros. Si no, ¿cómo le explicas que cuando él mira la tele, tiene que parar para escucharte?
¿Qué me dices? ¿Lo harás? Es bien sencillo y ellos te lo agradecerán.
<<No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven. – Bill Cosby>>
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