♦Premio BBC Samuel Johnson al mejor libro de No Ficción (2009)♦
«Quizá es porque casi nací bajo el agua»
Antes de comenzar la reseña de Leviatán o la ballena quiero dar las gracias a Ático de los Libros, no solo por enviarme el libro, sino también por la magnífica edición especial limitada con cantos pintados de esta fascinante oda al mar. Quiero destacar la magnífica bibliografía que incorpora y la cantidad de fotografías que ayudan a entender mejor la obra.
En el principio fue el mar. No el mar físico, sino el imaginado: esa extensión donde el ser humano ha buscado desde siempre su reflejo. En Leviatán o la ballena, Philip Hoare se lanza a ese territorio líquido con la curiosidad del naturalista y la sensibilidad del poeta. Su libro —ganador del BBC Samuel Johnson Prize— se mueve entre la biografía, la historia, el ensayo y la meditación personal. En él, la ballena es a la vez criatura, símbolo y espejo de nuestras obsesiones.
Hoare creció junto al mar, en Southampton. De niño, confiesa, temía las profundidades. En la madurez, ese miedo se transformó en fascinación. Su escritura es la de quien busca reconciliarse con lo desconocido, abrazarlo. Desde las primeras páginas, Leviatán se revela como un libro anfibio, híbrido, inasible. No pertenece del todo a ningún género, porque su objeto —la ballena, el océano, la imaginación humana— tampoco puede encerrarse en una sola categoría.
La ballena, desde la Biblia hasta Moby Dick, ha encarnado el misterio y el poder. Hoare recoge esa tradición y la convierte en una meditación sobre la relación del hombre con la naturaleza. La ballena de esperma (el cachalote) —Physeter macrocephalus— es en sus páginas un ser mitológico y, a la vez, una víctima histórica. Fue cazada durante siglos por el aceite que iluminó nuestras lámparas, y en esa paradoja —la luz humana nacida del sacrificio animal— Hoare ve el signo moral de la modernidad.
“Nos iluminamos con su cuerpo”, escribe. En esa frase late la melancolía que atraviesa el libro. Leviatán es una elegía por las ballenas, por el océano y por la mirada perdida del hombre hacia lo natural. Sin embargo, Hoare no escribe desde la nostalgia, sino desde la búsqueda: su lamento se convierte en conocimiento. En las playas cubiertas de huesos, en los museos donde reposan los esqueletos de los cetáceos, encuentra la huella de un antiguo pacto entre el ser humano y lo inabarcable.
El leviatán de Hoare no es un monstruo, sino un espejo. Lo que el hombre ve en su ojo inmenso es su propia pequeñez. La ballena es testigo de un tiempo anterior al nuestro, y probablemente posterior. Su silencio es una forma de sabiduría que el autor intenta traducir en palabras.
En el centro del libro resuena la figura de Herman Melville. Hoare recorre los lugares donde el escritor vivió, examina su correspondencia, y sobre todo, relee Moby Dick como una epopeya interior. Melville buscaba, en la persecución de Ahab, comprender el absoluto. Hoare retoma esa búsqueda, pero cambia el gesto: ya no se trata de cazar a la ballena, sino de entenderla.
Su escritura se mueve entre el asombro y la contemplación. Si Melville escribió desde la obsesión, Hoare lo hace desde la empatía. En lugar de un arpón, utiliza la metáfora; en vez de violencia, ofrece escucha. Su estilo, ondulante, imita el ritmo del mar. Las frases avanzan y retroceden, respiran, como si el texto mismo fuera una marea. En los pasajes más intensos, la prosa se vuelve visionaria: “El mar me rodea, suena como el interior de una concha, un canto que no termina.”
Pero también hay rigor. Hoare es un lector erudito y minucioso. Alterna la poesía con el dato: la anatomía del cachalote, su inmenso cerebro, sus migraciones, su canto. En esa fusión entre ciencia y mito se halla una de las mayores virtudes del libro. Cada dato biológico se transforma en símbolo, cada cifra en una metáfora sobre la existencia.
A lo largo del libro, Hoare emprende un viaje por los escenarios históricos de la caza de ballenas: Nantucket, New Bedford, las Azores. En cada puerto busca no tanto restos materiales como resonancias. Las lámparas de aceite, los arpones oxidados, las maquetas de barcos son vestigios de una civilización que vivió del mar y que, al dominarlo, comenzó a perderlo.
El autor escribe como un arqueólogo del asombro. Encuentra belleza incluso en lo devastado, en los esqueletos colgados de los techos de los museos o en los cetáceos varados. Para él, cada cuerpo es una pregunta: ¿qué nos dice el mar sobre nosotros mismos? “Todo lo que tocamos del océano está muerto”, afirma, “y aun así seguimos buscando su presencia.”
En esos momentos, Leviatán se acerca a la teología laica. La ballena se convierte en emblema de lo sagrado en un mundo descreído. El océano reemplaza al cielo como espacio de revelación. Cuando Hoare describe a una ballena que emerge del agua, experimenta una epifanía: “Sientes una conmoción física, como si el tiempo se abriera.”
Escribir sobre esa conmoción —darle forma verbal—
es la tarea del libro.
Literariamente, Leviatán o la ballena es una joya verbal. Hoare escribe con un pulso hipnótico, de frases amplias y cadencias marinas. Su lenguaje, por momentos barroco, rehúye la sequedad académica. Prefiere la imagen al argumento, la deriva al esquema. La estructura del libro parece obedecer a la lógica del mar: un flujo continuo de asociaciones, digresiones y descubrimientos.
En ese movimiento, el autor se enfrenta a los límites del lenguaje. “Las palabras son redes —dice—, sirven para atrapar peces pequeños, pero el océano se escapa.” Esa conciencia lo acerca a escritores como W. G. Sebald, que también exploraron la frontera entre memoria, viaje y reflexión. En Hoare, la prosa es una forma de bucear: cada frase intenta descender un poco más en el misterio, aunque sepa que nunca tocará fondo.
Leviatán es, por tanto, tanto un libro sobre ballenas como sobre la escritura misma. Hablar del mar es, en cierto modo, hablar del arte de narrar: de esa tensión entre lo visible y lo invisible, entre lo que emerge y lo que permanece sumergido. Hoare lo sabe, y por eso su obra oscila entre el conocimiento y la rendición: entender que hay cosas que solo pueden intuirse, no explicarse.
Al final del viaje, el lector comprende que Leviatán o la ballena no es un tratado ni una crónica, sino una experiencia. Lo que Hoare ofrece no es información, sino una forma de mirar. Después de leerlo, la palabra “ballena” deja de designar un animal y se convierte en metáfora: la del misterio, la del silencio, la del poder de lo inabarcable.
El libro devuelve al océano su condición de enigma. En tiempos de velocidad y consumo, la prosa de Hoare nos invita a detenernos, a escuchar. Sus páginas recuerdan que todavía existen formas de conocimiento nacidas del asombro, y que la literatura puede ser un modo de preservar lo que el mundo olvida.
Hay libros que informan y libros que transforman. Leviatán pertenece a esta segunda especie. Es un texto que exige lentitud, atención y entrega. Quien se adentra en él no regresa igual: queda impregnado por la música del mar, por la sensación de haber rozado algo que no tiene nombre.
El autor:
Philip Hoare (Southampton, 1958) formó parte del movimiento punk de Londres en la década de 1970. Cambió la música por las letras y en 1990 publicó su primer libro, Serious Pleasures: The Life of Stephen Tennant. Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2010) lo confirmó como uno de los grandes talentos de la nueva narrativa inglesa y le valió el premio BBC Samuel Johnson de 2009 al mejor libro de No Ficción publicado en el Reino Unido. Tras El mar interior, mezcla de biografía y guía de viajes por Inglaterra, las Azores, Sri Lanka y Nueva Zelanda, y El alma del mar, que aborda la relación entre el planeta del agua y la sensibilidad artística con su acostumbrada maestría literaria, Alberto y la ballena es una fascinante reflexión acerca del vínculo entre el arte, la naturaleza y el poder de la imaginación.
El libro:
Leviatán o la ballena (título original: Leviathan, or The Whale, 2008) ha sido publicado por la Editorial Ático de los libros. Traducción de Joan Eloi Roca. Encuadernado en tapa dura, tiene 456 páginas.
Como complemento pongo un vídeo en inglés con subtítulos en español titulado Philip Hoare: Or the Whale.
Para saber más:
https://philiphoare.co.uk/
https://en.wikipedia.org/wiki/Philip_Hoare
