En los años 60 ICONA declaró “perímetros de reforestación obligatoria” grandes superficies de monte bajo y dehesa de la Sierra Norte de Guadalajara, para luego repoblarlas de pinos.
Aprovechando el aumento salvaje de la contribución y el comienzo de la despoblación, ICONA trató de convencer a vecinos y ayuntamientos para que vendieran tierras y casas a bajo precio, antes de afrontar un complejo proceso de expropiación forzosa. Y no siempre con buenas artes; así nació la leyenda negra.
Siguiendo el consejo (¿amenaza?) de autoridades y expertos, algunos pueblos vendieron todo su término municipal (¿para que lo necesitaban, si ya no quedaba gente?); así pasó en La Mierla. Otras veces ICONA comisionó a guardas forestales, alcaldes, vecinos, … que iban casa por casa convenciendo a la gente para que vendieran (Umbralejo, Santotis, Jócar, …)
Una fórmula que, según se cuenta, produjo alguna tragedia: “el alcalde de Las Cabezadas, tras convencer a sus vecinos, y una vez firmadas todas las escrituras del pueblo, se sintió engañado. Presa del remordimiento, se ahorcó en un ciruelo que aún permanece en pié entre las ruinas!”; doy fe de la excelente calidad de sus ciruelas.
Cortesía Lorenzo Escarpa
Cuando fallaban estos procesos de “negociación voluntaria”, se procedía a la expropiación forzosa a precios ridículos, que se pagaban tarde y mal (según dicen, algunos nunca se pagaron). En otros casos, ICONA se apropió del terreno “porque si” (La Vihuela, donde los descendientes del pueblo siguen de pleitos para recuperar lo que es suyo). Quedan historias por contar pero estas por si solas ya justifican la leyenda negra del título.
Lar-ami