Revista Opinión

Leyenda negra y embutidos

Publicado el 27 diciembre 2012 por Vigilis @vigilis
Mueve a risa que cuando en el exterior vacilan a España, incluyen a nuestras famosas provincias rebeldes y levantiscas, pero por aquellos pagos hacen como que no. Así, cuando Artur Mas -¡no ha dimitido, el tío!- va por la vida haciendo amigos, y diciendo que mira a esos españoles bajitos y morenos, mira qué árabes son y cuántos premios Nobel menos que Cataluña tienen, etc., de los Pirineos hacia arriba los herejes piensan «¿de qué circo se ha escapado este friki?».
Pequeño inciso: lo friki no es que se quiera independizar, a todos nos entran ganas de independizarnos. No. Lo friki es que aplique la leyenda negra igual que lo hacen en el extranjero, cuando esa misma leyenda negra la dirigen contra él. ¿O acaso alguien se cree que cuando un ministro sueco llama a los españoles «vagos de mierda», exceptúa a ciertos españoles elegidos por Dios? Ni de broma.
Leyenda negra y embutidos
Los españoles del Reino de España somos quienes más interiorizada tenemos la leyenda negra. A otros hispanoeuropeos les pilla lejos y los hispanoamericanos pasan del tema como si no fuera con ellos. Gente lista.
Leyenda negra y embutidos
Se sabe que la leyenda negra es un contubernio organizado por potencias enemigas o rivales para desprestigiar a la Monarquía. Este tipo de cosas suceden en la historia con cierta frecuencia: hoy en día es paradigmática la leyenda negra que contra el imperio estadounidense se organiza en muchos países fundamentalistas (y vemos cómo esa leyenda negra se funde con la creada por los comunistas europeos). Yendo un poquito más atrás, los partos llamaban de todo a los romanos y viceversa.
Convengamos en que la leyenda negra contra la Monarquía Hispánica, se impulsó y luego creció de manera natural. Bien, el problema no es la leyenda negra en sí (siempre hubo un precio por ser los mejores), el problema es que nos la creemos. Si es que nos la creemos. Algunos parece que sí.
Luego está la otra leyenda, que es la leyenda dorada. Ésta es más perra porque de ella no hablan en la escuela. La leyenda dorada es la obnubilación por las glorias del pasado. Suele partir de un irregular conocimiento histórico. Mientras tu regere imperio fluctus Hispane memento, la gente vivía en charcos de barro. Mientras esos barcos le daban candela a los casacas rojas, la Secretaría de Marina y Guerra debía varios sueldos a los marinos, las pensiones no se pagaban y la corrupción con los proveedores era escandalosa. De lo malo no hablamos porque queda feo.
Si fuera budista o vegetariano, trataría de buscar cierto equilibrio entre las ideas de «ser una mierda» y «ser la hostia», pero como no lo soy, como soy católico y en mis esquemas existe el Bien y el Mal, yo me decantaría por darle un poquito de salsa a la cosa. Ayudar a los de casa.
Se queja el personal urbanita y progre del anuncio de Campofrío (una mierda de anuncio de Fofito diciendo que en España se come muy bien). Dicen que no podemos presumir de lo poco de lo que podemos presumir: embutidos, trasplantes y fútbol. Oiga, ¿ha ido usted a jugar al fútbol a Francia, le han trasplantado algo en Alemania o ha comido en Inglaterra? A ver si ahora vamos a tener que ponernos el cilicio progre.
Hay cosas por aquí que se hacen mucho mejor que en otras partes: no es ningún virus en el aire, es así por experiencia, modo de vida, etc. ¿Nos hace esto quedarnos de brazos cruzados a esperar que las cosas se solucionen por sí solas? No. No tiene por qué. ¿Por qué relacionar «tener cosas buenas» con «nos quedamos parados sin cambiar nada»? Es que me parece una actitud muy infantil -ahora me enfado y no respiro-. ¿Tanto daño hace la interiorización de la leyenda negra como para gimotear que somos una mierda a cada paso que damos?
Leyenda negra y embutidos
Es que ni la gente que quiere cambiar las relaciones políticas internas del Reino de España puede hacer como que la leyenda negra no va con ella. Cuando un semi-analfabeto de infantería suelta que los españoles cometimos un genocidio en las Indias, no excluye a gente con chapela, con gaita o con fuet. Esto es una evidencia que tan solo tener que decirla me da vergüenza, porque refleja el nivel de bajeza y de analfabetización histórica al que nos están sometiendo (nótese la tercera del plural: «ellos»).

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