Últimamente, debe ser por la edad que tienen mis hijas, me viene a la memoria una historia que me contaron de pequeño.
Es verdad que cuando somos niños y estamos en el colegio, nos cuentan muchas historias, vivencias y periplos de personajes que la mayoría de las veces olvidamos al poco tiempo, sin embargo he de reconocer que esta historia ha estado en mi cabeza y últimamente la estoy recordando a menudo.
Tan es así, que he tenido que buscar en internet para recordar bien todos los detalles y poder contarla, y aquí me encuentro escribiendo estas palabras.
La Leyenda en Cuestión habla del Origen de las Lenguas y narra un experimento que el faraón egipcio Psamético I realizó con dos bebés para intentar averiguar el lenguaje de origen del que surgieron todos los dialectos.
Esté faraón vivió y reinó aproximadamente 600 años a.C. y estaba obsesionado por saber cuál era la lengua origen de todas, la madre de todos los dialectos conocidos. Pensó entonces que si cogía un recién nacido y éste no oía absolutamente ninguna palabra empezaría a hablar en la lengua de origen.
Dicho y hecho, ordenó meter dos bebés en una cueva con un pastor, éste tendría que acompañarlos, alimentarlos y por supuesto no hablar ninguna palabra, a la espera de que ellos empezasen a pronunciarlas.
Pues bien, la primera palabra que pronunciaron fue “Becós”. Como ni el faraón ni el pastor conocían la palabra, se constituyó un comité de sabios que determinaron que ese vocablo correspondía a “pan” en lenguaje frigio, entonces Psamético I llegó a la conclusión de que ésta era la lengua primaria de todas y por tanto la original, además de que los frigios debían ser los primeros pobladores de la tierra.
Obviamente los niños no articularon vocablo alguno, la explicación más lógica a este hecho es que la pronunciación de la palabra se asemeja al balido de las ovejas con las que el pastor los alimentaba y por tanto fue producto de la imitación del único sonido que escuchaban.
Más allá de ser una historia que me viene a la mente ahora que mis hijas están comenzando a hablar y que les contaré cuando sean más mayores a la hora de irse a la cama, sirve para hacernos reflexionar sobre lo importante que es la imitación en las primeras etapas del desarrollo de nuestros hijos.
Ya de recién nacidos son capaces de imitar nuestros gestos, imitación que tiene un porqué, puesto que al verlos hacer lo que nosotros hacemos consiguen llamar nuestra atención y que estemos pendientes, es la forma que tienen de “engatusarnos” para que les dediquemos más tiempo.
Cuando comienzan a emitir sonidos esta faceta no es menos importante, los niños son una esponja y aprenden por imitación, si queremos que desarrollen el lenguaje de forma correcta tenemos que hablarles nosotros de la misma manera, pues somos el espejo en el que se miran absorbiendo todo lo que nos escuchan. Por ello es importante seguir una serie de pautas:
1.- Hablarles todo lo que podamos, aunque no nos entienda, podemos contarles como nos ha ido el día, lo que vemos o estamos haciendo…
2.- Hablarles de forma correcta, pronunciando cada palabra completamente.
3.- En ocasiones nos hace gracia su pronunciación y tendemos a imitar sus palabras, cuando digan algo de forma incorrecta no dar importancia al error y repetirlo nosotros correctamente.
4.- Aprovechar los momentos de juego para enseñarle vocablos nuevos, si hay algo que les gusta y les interesa aprenderán antes a pedirlo.
5.- Por último, no obsesionarnos, cada niño aprende a su ritmo.
Autor Fermín
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