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Leyendas negras de la cultura rock: James Dean

Por Pabloadan
Leyendas negras de la cultura rock: James DeanLeyendas negras de la cultura rock: James Dean

Es indudable la influencia que el cine causó en una juventud que en los años 50 luchaba por un nuevo estatus y una nueva identidad.

Los nuevos jóvenes, la posguerra, la dura sociedad conservadora de la época era ingredientes para que una parte de ella buscara reflejos fuera del entorno social políticamente correcto

Uno de ellos era la música, otro el cine. Y James Dean, el eterno incomprendido, el joven atormentado que nos trasmitían sus películas (Gigante, Al Este del Edén y sobre todo Rebelde sin Causa) ejercía una tremenda influencia entre la juventud y se transformaba en un modelo, un ídolo juvenil en incomprensión y en definitiva un icono estético.

Para elevarlo a la categoría de leyenda sólo hacía falta un trágico final, y nuestro ídolo iba camino de ello rápido, muy rápido.

En septiembre de 1955 James Dean compró el Porsche 550 Spyder, uno de los coche más veloces de la época. El propio Dean lo bautizó como "Little Bastard" (Pequeño bastardo). El número de bastidor del coche era 2Z77767, un número que según algunos expertos en numerología, traería mala suerte.

Realmente el accidente que acabó con la vida de Dean, no es lo más interesante de esta historia, sino tan solo el principio de una larga maldición sobre el potente deportivo.

Hay quienes acusan a su ex novia Maila Nurmi, conocida como "Vampira" de inducir el accidente a través de la magia negra.

Leyendas negras de la cultura rock: James Dean
Tras el accidente un restaurador de coches llamado George Barris, compró los restos del Porsche por 2.500 dólares. Al llegar a su taller, un accidente al descargar el vehículo hizo que cayera y aplastara las piernas al operario de la grúa. Barris desistió de restaurar el coche y lo vendió por partes.

Dos de las ruedas fueron a parar a un coche de competición, y el día de la carrera, los dos neumáticos reventaron y el coche se estrelló dejando al piloto en coma.

El motor se vendió por piezas a dos aficionados a las carreras automovilísticas. Durante una competición entre ambos uno murió al estrellarse contra un árbol y el otro quedó en coma en otro accidente casi al mismo tiempo.

Al cabo de un tiempo un joven que intentaba robar el volante como recuerdo de la estrella, perdió el brazo en el intento. El resto de la carrocería se guardaba en un garaje que una noche ardió y todos los coches quedaron carbonizados, salvo el pequeño bastardo.

Sus restos fueron entonces expuestos públicamente en un museo cuando el coche, una vez expuesto, se desencajó de su lugar y rompió la cadera a un visitante.

Harto ya de tanta tragedia que rodeaba al coche, su dueño, Barris, decidió llevarlo al desguace pero de camino, un coche chocó contra el camión que lo transportaba y muriendo el conductor en el acto. Tras una serie de avatares posteriores se pierde la pista sobre su localización actual.

Mejor así.

Todo esto y mucho más en el capítulo Leyendas Negras del libro Rock Marketing.

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