1
La caligrafía es siempre el cuerpo, su pulso herrumbrado, la sangre
abolida. La caligrafìa es el corazón adolescente, la música que nos
explica a los otros. Somos las palabras que alguien recita para contarse
el mundo. Escribir es hacer alquimia con lo mirado. Leer es mirar el interior de las cosas.
2
La luz codicia un extravío lentísimo de caballos en un sueño. La luz es
uno de los jinete invisibles que cabalgan el sueño.
3
Tampoco es a morir a lo que los ríos acuden al mar. No es el fin ni la distancia que cubren es el trayecto.
4
El tren medita perderse en la distancia. El viajero no lo sabe. El poeta lo registra. El lector lo entiende.
5
Al pecho nos lo acribillan las horas, el meticuloso y delincuente
oficio del tiempo. El tiempo es un bicho cabrón, pero es el bicho
cabrón que me ha elegido para contarlo. El tiempo es el que me arma. De
tiempo estoy hecho, de dulce tiempo sin doctrina, de embriagador tiempo
en la locura.
6
La memoria acaba siempre por aturdirnos. Al mirar atrás, al pensar en
los recuerdos, los cambiamos. El estado natural de conciencia es el
olvido. Una especie de amnesia creativa. La literatura es un paisaje dentro de la memoria. Un campo de fresas para siempre.
7
Arquero embriagado de dianas, el poema. Muda belleza, convulsa belleza, artera belleza.
8
Qué galope se oye: silbo de poeta ayuntando júbilos. Jinete en fuga
hacia el interior de la carne. Estrellas de cien puntas estallando en
las paredes más secretas del cosmos. El céfiro jaleando sílabas.
9
El frío me azuza sus perros. El frío atonta mis vicios. Ha venido hoy el
otoño con su jauría triste de versos. Tengo el frío en el hueso como un
verso de Bukowski en la misma ciudad de los pecados.
10
Líbame un vértigo, amor, herrúmbrame un pétalo, turba mi hombría,
ocúpame las manos, cuenta a quien acuda que el poeta en mitad de un
endecasílabo perdió el numen. Se hundió en el corazón. Se quemó dentro.
11
El marxismo hace aguas por todos lados esta noche, oh esposa mía. No
dejes que el marxismo te ponga triste esta noche, oh mi dulce amor de
mayo secreto, déjate crucificar por el cosmos.
12
Vivir con absoluto desparpajo. Amar con absoluta vida. Escribir fieramente como si no existiese otro oficio.
13
Ser poeta para qué si T.S. Eliot murió solo sin que una sola línea suya
lograra poner cerco a la muerte, brida al vasto olvido. Ser poeta, ser
invisible, ser terco, ser frágil.
14
A veces consiente una opulencia de olores la noche, oro suspendido en
el aire, tristeza que de lejos anuncia la inútil contienda de los
abrazos. A veces la noche es un rejería gótica en el camino de vuelta a
casa.
15
Los días fingen ser versos. La vida, literatura. Yo, uno que escribe. Uno sin pudor, elevado, asaetado por la palabra.
16
Pienso en rosas, nubes tangibles de rosas. Ríos formidables de rosas.
Espléndidas rosas. Como palabras abandonadas únicamente al fulgor
severísimo de sus sílabas sin atender al cauce limpio que secretamente
las navega. Pienso en el tiempo, en las horas que se precisaron para
construir la rosa, la nube tangible de rosas en mi pensamiento, los ríos
formidables, las espléndidas mareas de rosas que ahora mismo me ocupan
ahora. Pienso en rosas, nubes tangibles de rosas. Ríos formidables de
rosas. Espléndidas rosas. Una vez y otra vez. Las rosas, ah las tercas
rosas.
17
Jadear en conciencia la gracia absoluta de la pereza. Aceptar el oficio
de la pereza. Amarlo después, hacer justa propaganda, alardear en mitad del asedio del temblor que te ocupa.
18
Hay una ebriedad invisible. La voz, trémula, percute el aire alucinado.
Las palabras festejan la luz mordida, el eco frívolo, el tiempo tan
breve. Se duelen, resaca adentro, rotas. Las palabras son una fisura
interior, un desperfecto aireado.
19
Qué almíbar en la sangre. Qué gozo sin epidermis. Qué vertirse sin propósito.
20
Amantes en ardentía, en palmario gozo, en secreta muerte.
21
Anochece en el azucarero. Taconea, pasillo abajo, la tristeza. Se ven
tan poca cosa sus perritos que, a la luz de las linternas, parecen
algas.
22
El secreto donde aguarda es en la sílaba más oscura. Aire que herido a
lo lejos pulsa la luz con su música ebria de fatigar los cuerpos. El
amor se presiente y amar se deja y en el abrazo muere.
23
Arde lo que importa. Ceniza de las horas.
24
Las avenidas en Hollywood, de noche, siempre conducen a un desvarío.
Las piscinas, en Hollywood, piensan en Burt Lancaster. Hollywood es el
mapa del siglo veinte. Los nadadores piensan en Burt Lancaster cada vez que dan una brazada.
25
Hacer de vivir un secreto sencillo y puro y morir tal vez después sin
misterios ni hondura con toda la evidencia del amor varada en la voz
como un canto que aspira, en la distancia, en los otros, a ser himno.
26
Al alma la astilla el tiempo. No le he escrito cientos de veces. Su eco
inasible de marcas muy dulces, pero el tiempo es el bicho cabrón, el
mío, del que dispongo para escribir mi paso por los otros.
27
La vida la sé, su costumbre, el racimo de sangre distinta aventada a
mordiscos mientras la piel alienta vértigos, funda prodigios, arde en
calma, muere sin estrépito.
28
Nada particularmente extraordinario en esto de escribir. La distancia
quemada que las palabras imponen al discreto oficio de irnos viviendo.
Nada verdaderamente relevante. Ni siquiera la absoluta alegría de las
palabras.
29
Tan gacela, Sara, el tiempo en la almohada. Tan fugitiva, hija mía, la vida en tu cabeza.
30
Fiesta nuevamente en el jardín. Han venido todos. Esta vez es posible
Let it be. Me han contado que en el ensayo el piano sonó de maravilla.
31
Desciende, cuerpo, a tu semilla. Dame, alma, vértigo. Estrella contra mi pecho tus perros fieros.
32
Los días son números. Habrá de cesar el cómputo.
33
Procura el amor alminares, báculos, un poema de Claudio Rodríguez, una
fotografía en blanco y negro de niños perdiendo el tiempo en una playa
de 1.975.
34
¿Quién no ha tenido una novia rusa, doliente y flacucha que recitaba
párrafos de Tolstoi? ¿Quién no ha cantado un madrigal, contento de
bourbon, por el puente romano, camino a casa? ¿Quién, ah amables
lectores de más allá de las constelaciones y de los limbos de Silicon
Valley, no ha tocado el pubis hirsuto de una puta de Bombay mientras los
astros titilan en lo alto y Frank Sinatra se oye a lo lejos pedirle a
su amor que lo perdone?
35
Andan los días persiguiéndose, implacables. Días sin poemas. Un latir
de algas a lo lejos. Está afuera la noche como una fuente honda y sin
dueño. Dan ganas de buscar a dios en las aceras. Qué verdad ya sin
abismo. Este cielo no existe. Oigo la sangre como una ternura infinita.
Me busco en las palabras y encuentro el vértigo. Vengo sin brida.
Alegre, abierto, invisible. Dan ganas de buscar a Dios en la cabeza.
36
Siempre es el mismo terco adjetivo, el misterio ahí encendido como un
beso izado hacia dios, la palabra despojada de vicios, entregada al
poeta como un don. Y no saber nada al regresar.
37
El asombro hay que confiárselo a alguien. Que lo custodie mientras nos
extraviamos en el musgo, en el instante puro en el que entramos en un
cuerpo y besamos el códice exacto del mundo. El asombro es lo único que
tenemos.
38
Hay noches que invitan a un desmayo. Mis dedos tan pequeños profanando
el silencio con tus dedos. Los Panchos endulzando cansinamente el aire.
39
Las alas festejan el vuelo. El vuelo justifica el mundo.
40
En el Tempo, anoche, ayer, hace veinte años, con un jotabé ubérrimo y
Ten Years After de fondo en unos yamaha viejos que todavía emocionan.
Nadie me ha dicho que ya no estemos. Echo en falta a los amigos que me
descubrieron el mundo. Al menos el que arrancaba a las doce de la noche.
41
La boca del día tiene una sordina, un temblor ancestral, un súbito
querer refutar las horas. La noche es el infierno para quien no cree en
el cielo.
42
La vida tendría que ser azar únicamente. Azar y alegría.
43
Hace falta una educación sentimental para no acabar muriéndose uno siempre tan comido de urgencias.
44
Está la noche cinemascope. Va tras un rastro de caricias. El alma como
fugada por una sombra de saliva. Está la noche cántabra y me he servido
un licor para apaciguar las horas.
45
Déjame contarte cómo minuciosas algas me invaden el pecho y te hablan.
46
Puse anoche a Scarlatti en la cena. A mi hija la sentó mal la tortilla
francesa. Scarlatti suena a gaseosa ida, me confesó en los postres. Soy
un padre nefasto. He rayado con un cuchillo de trinchar carne todos
los discos de Scarlatti.
47
Descienden, muy secretas, al centro de la palabra. Rescatan la semilla,
el fugaz numen de todas las cosas, esa dura comisión de sangre sin
azar que escribe la mecánica sencilla del mundo.
48
Todos los niños de Londres aman a Peter Pan. Debo haberlo escrito veinte veces. Una más. Los niños de Londres. Peter Pan.
49
Sentir el tiempo como una revelación. A eso aspira el poeta.
50
Vastos, nocturnos, copulan invisibles jinetes. ¿Oyes el galope, sientes
los cascos, la piel desceñida, el pulso deshecho, la voz frágil, el
pecho inquieto?
51
Será útil por una vez ocuparse de uno mismo. También debo haber escrito esto veinte veces. Una más.
52
Algunos grumos del poema conducen a Dios. Otros a Charlie Parker. A mí me sigue fascinando el bebop.
53
La luz fluye desde la respiración primera, leve pulso, signo animal,
único testigo fiable del tiempo. La luz no la corrompe el tiempo. Existe
a pesar del tiempo y lo vence cuando combaten en un sueño.
54
Soy el que cuenta las palabras, el poeta en lo oscuro, manumitido de la
vida, consagrado a su oficio, bendecido por los dioses, a los que eleva
su canto y que no existen.
55
El amor percute el aire. El mundo es aire percutido, amor agitado. Todo el peso del mundo es amor.
56
Duelen, resaca adentro, los años.
57
Al alma la astilla el tiempo. El bicho cabrón. Esa única certeza. Ya he
escrito esto veinte veces. Lo he dicho una sola. En la barra de un bar.
Hace pocas noches. No me expliqué. No me entendieron.
58
El carro sin brida del amor.
59
Nada hay como el amor. Ni siquiera el amor.
60
Te he buscado en un poema galante del siglo XIX y te he encontrado frente al ordenador, haciendo balance de los gastos del mes.
61
La vida no es casi nunca gran cosa. La vida no es casi nunca lo que
esperamos. La vida no es casi nunca lo que merecemos salvo que no te
fijes en esas minucias y no le pidas mucho. Entonces te lo dará todo.
Espléndidamente. Con abundancia de adorno.
62
Nos besamos como en las películas y nos quisimos como en las canciones, escribió el poeta. Volví a verla desnuda entre mis brazos. Volví a verme desnudo entre los suyos.
Pero era lunes y salimos en tromba a lo de siempre y nos encontramos
la fiebre y el vértigo como de costumbre. Llegamos a casa tarde y vimos
la televisión sin empeño. Hablamos algo sobre la vida privada de los
funcionarios de Hacienda y escuchamos un disco de Yes que nos recomendó
Antonio Linares hace veinte años precisamente hoy. Tienes un cuerpo de
reloj de arena y un alma de película de Hawks.
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63
Ah cuántas veces la luna en la altura inmarcesible de lo oscuro mirando
como pecas y hasta qué doloroso extremo te agrada pecar y te derrota.
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64
Comprendo ahora que no existe el amor puro ni tampoco la pureza. Las
herramientas del amante son la incertidumbre y el dolor de los músculos
cuando se vacía en el cuerpo al que ama.
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65
Estoy solo al final de todas las palabras que digo.
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66
He visto el mar en un solo de trompeta de Chet Baker.
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67
Pasan las noches como canciones en un jukebox de película de serie B,
grabada en una vieja cinta VHS, contemplada a solas muchos años
después.
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68
Solo tengo, al cabo de los años, pérdidas. Incluso cuando gano, al final del trayecto, veo qué he perdido.
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69
Soy Jonás. Tengo en mi cerebro a la ballena.