Aquí en los Estados Unidos (y otros países occidentales), uno de los choques/debates sociales mas habituales hoy en día tiene que ver con la cantidad de voces que afirman lo siguiente: “si eres de derechas, los progres/izquierdistas te callan la boca en el campus, te censuran y ya no dejan hablar a ningún conservador”. En el caso de EEUU, la derecha invoca siempre la Primera enmienda de la Constitución federal, ratificada en 1791. Cualquiera que no tenga nociones de historia pensará que en 1791 ya existía una libertad en EEUU para decir lo que te diera la gana y sin ninguna consecuencia o que no habia censura de ningún tipo. La realidad, no obstante, es muy distinta: no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando los tribunales federales de EEUU empezaron a interpretar la Ia Enmienda como una garantia absoluta para expresarte como te de la gana. Todavia en 1907, el famoso juez del Tribunal Supremo estadounidense, el gran liberal progresista Juez Oliver Wendell Holmes con facilidad resumió la Ia Enmienda: “existe para impedir las restricciones sobre lo que se publica tales como practican otros gobiernos pero no impide el castigo de comportamientos o palabras que vayan contra el bienestar común”.
Yo, siendo federalista hamiltoniano, entiendo la Primera Enmienda como lo siguiente: protege la libertad de expresión
solamente en lo que se refiere a la formación de una opinión pública cuya finalidad sea el establecimiento de un estado democrático dentro de los límites de una república federal, constitucionalista, libre y protestante
(sí sí, ya lo sé — sé que no está bien visto dar carácter confesional a los estados, pero lo mio no es una confesión particular). Lo que quiero decir con este marco ideológico es que los discursos que no tengan como finalidad la libertad republicana no son aptos para la protección en determinados ámbitos. Menciono lo de “protestante” porque creo firmemente que un país católico oficialmente no puede ser un pais libre ni ser compatible con las ideas soberanistas. El catolicismo es el enemigo eterno de la libertad y de nosotros los progresistas liberales. Cuando arde una parroquia católica, no perdemos libertades ni soberania…solo perdemos en el peor de los casos, arte bonita e histórica, en el mejor, curas pedófilos. Subrayo una vez mas que hasta los 1860s, los católicos en Estados Unidos eran vistos como enemigos públicos principales. Muchísimos patriotas de la época advirtieron que un EEUU lleno de católicos era un peligro no solo para la libertad y la democracia, sino que fomentaban la vulgaridad y fomentaban movimientos sindicalistas totalmente ajenos al espíritu trabajador independiente e INDIVIDUALISTA de la América anglosajona.
No hay país en el mundo que proteja tanto la libertad de expresión como los Estados Unidos de América. Eso sí, la Primera Enmienda SOLO ES APLICABLE AL DISCURSO POLITICO y en público. En ese contexto, el estado no puede discriminar ni censurar contenidos, por muy nocivos que puedan resultar. Por ejemplo, en una utopía perfecta, los escritos de un personaje tóxico e indeseable como Juan Ramón Rallo tendrían como consecuencia su ingreso en prisión preventiva por conducta antisocial. Pero no, incluso Juan Ramón Rallo merece la libertad de expresión en el ámbito público si queremos seguir siendo democracia ejemplar para el mundo. Es el pueblo el que tiene que establecer el discurso público, no el estado desde arriba. Esto es asi porque nosotros los progresistas creemos firmemente en la IGUALDAD moral del discurso (no necesariamente de las ideas). Todo ciudadano en democracia tiene un derecho en igualdad para influir el contenido de la política del estado y de la democracia. Ya lo dijo el gran jurista liberal John Rawls: “en el debate público no hay expertos. Un filósofo no tiene mas autoridad moral que cualquier otro ciudadano”. Esta igualdad nace de la igualdad política como premisa, no de ninguna igualdad epistemológica postulada, que seria incompatible con los conceptos de lo verdadero o lo falso. Por otro lado, no podemos ser autores sobre nuestro propio gobierno si nos obligaran a participar en discursos que son contrarios a nuestra propia voluntad.
II. El veneno libertariano
En los últimos 30 años, varios jueces federales, contaminados por el cáncer del libertarianismo, han estado ampliando de forma grotesca la doctrina de la libertad de expresión hasta tal punto que cada persona se pueda convertir en totalmente autónoma sobre sus actos y decisiones. En 1976, el Tribunal Supremo de EEUU fue sensato e impuso normas mucho menos exigentes de protección a los discursos COMERCIALES. El TS afirmó que un discurso de carácter comercial sí puede ser limitado y hasta OBLIGADO a suprimir anuncios falsos. En el mercado comercial, no todas las opiniones son iguales — incluso, algunas son FRAUDULENTAS.
La tradición clásica libero-progresista sobre la Primera Enmienda ha sido atacada en las últimas décadas por libertarianos peligrosos para la democracia. Incluso, hay gente que no es libertariana pero que no tienen ni idea de dónde viene la idea de la libertad de expresión ni para qué sirve. Los tribunales han empezado a imponer un absolutismo de libertad de expresión a todo tipo de comunicación sin que éstas necesariamente tengan algo que ver con la formación política de la opinión pública.
Un ejemplo claro de esta confusión son los esfuerzos actuales para ampliar la “libertad de expresión” a médicos. Es decir, ahora la mala praxis médica es una cuestión de libertad de expresión…porque claro, si un “médico” “”opina”” que no deberias abortar o que no deberias tomar medicamentos aun sabiendo que vas a morir, “pues esa es su opinión y tiene derecho a ella”.
Actualmente, la derecha extrema (y no tan extrema) así como gente muy ingenua no para de decir que las “universidades ya no protegen la libertad de expresión”. Normalmente, se pronuncian así en casos en los que estudiantes de derechas se ven silenciados por las juventudes universitarias que no están dispuestas a tolerar discursos fachas en sus universidades. Pocas semanas después de su nombramiento, la Secretaria de educación en EEUU, la bruja Betsy Devos dijo que “la verdadera amenaza en el campus universitario es acabar con la Primera Enmienda y silenciar a gente con la que no estás de acuerdo”. En España también ocurre lo mismo — cada rato, salen notícias de supuestos malvados progres o peligrosos y rabiosos homosexuales censurando a diestra y siniestra.
Puede que sí, puede que no. Pero la verdadera pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿un fascista debe tener libertad de expresión en el campus universitario?
El propósito de la Primera Enmienda es proteger el derecho a influir un gobierno en democracia, como ya hemos afirmado desde la óptica libero-progresista. Sin embargo, el discurso dentro de las universidades NO sirve este propósito. Al revés, lo que se pronuncia en un campus universitario debe servir fines educativos, no democráticos necesariamente. Normalmente, esto se llama “libertad académica” y se distingue de la libertad de expresión a secas.
Yo soy profesor universitario (es una de mis profesiones, no la única) y a mí se me conoce por mantener una disciplina muy estricta en las aulas – es algo notorio debido a mi edad joven y por eso llama la atención el control que mantengo sobre mis alumnos. De aplicarse la “libertad de expresión” en mi aula, seria un cachondeo. La comunicación en un aula no tiene nada que ver con la opinión pública; se trata de EDUCAR A LOS ESTUDIANTES. Cuando los estudiantes se expresan en un aula, no están actuando como agentes soberanos ciudadanos en una república federal. Son estudiantes que tienen como deber aprender de sus profesores. Es obvio, pues, en este contexto, que su discurso es regulado de tal manera que facilita la educación e instrucción de los demás.
Por estas razones, la libertad de expresión es totalmente ajena a las aulas. Primero, constantemente discriminamos contra contenidos. TODA UNIVERSIDAD SERIA tiene que discriminar contra contenidos NO educativos. Los estudiantes tienen que aprender los temas y exponerlos, aunque no coincidan necesariamente con lo que opinen. Si estoy impartiendo una lección sobre Derivadas, mis alumnos no pueden ponerse a hablar de la Copa mundial. En segundo lugar, no todas las ideas son iguales en un contexto educativo. Cada estudiante debe ser respetado, pero la función de una conversación académica es instruir a los alumnos para ayudarles a discriminar entre ideas buenas y malas. Ningún profesor competente tendria una clase en la que todas las ideas fuesen tratadas por igual. ¿Alguien se imagina en clase de matemáticas que un alumno diga 2 + 2 en realidad son 5 porque esa es mi opinión y mi libertad de expresión ha de ser respetada”? En realidad, los alumnos son examinados y deben dar las respuestas correctas.
Otra diferencia — el Estado no puede discriminar sobre el contenido de un discurso, pero un profesor sí debe. Ningún profesor minimamente respetable permitiria que su clase se convirtiera en un bareto cutre en los que todo el mundo se insulta. Por eso los profesores de calidad prohiben esto y exigen respeto en las aulas para promover la educación real y efectiva. Los insultos personales y los comportamientos incívicos no son compatibles con el aprendizaje.
Podemos decir lo mismo si nos centramos en los profesores. La “libertad de expresión” no es aplicable a la comunicación pedagógica de un profesor en las aulas. La misión del aula es la instrucción y los profesores constantemente (y con razón) somos evaluados por decanos y otros profesionales con respecto a nuestros conocimientos y aptitudes profesionales a la hora de educar a los alumnos con éxito en el desarrollo de competencias muy definidas que se deben cumplir. Las universidades (al menos si son de calidad) habitualmente discriminan contenidos a la hora de evaluar las capacidades de un profesor y sus clases. Si estoy impartiendo una clase de Cálculo, no puedo hablar de mis planes del fin de semana ni sobre mi opinión respecto a lo que pienso de un indeseable tal o cual. También soy evaluado sobre mis capacidades intelectuales. Si constantemente ven que no imparto bien los concepto o me equivoco en las ecuaciones, inmediatamente cuestionarian mi capacidad intelectual y profesional para impartir esa asignatura. Las universidades obligan a los profesores ir a clase, enseñar el tema y, en consecuencia, somos personajes públicos, hablamos en público, tenemos cierta autoridad. Solo un trastornado pondria en cuestión el hecho de que un profesor NO debe – y no tiene – libertad de expresión política en un aula.
Los profesores SI tenemos libertad de cátedra, pero dicha libertad nada tiene que ver con la libertad de expresión sino con lo que exija la competencia profesional. Los profesores tenemos la libertad de enseñar con nuestros propios métodos, siempre y cuando sean compatibles con la misión educativa de tu universidad. A mi nadie me obliga a enseñar derivadas de una manera u otra. Nadie me dice “empieza primero con la regla de Hospital” ni nadie me dice “resuelve las ecuaciones de manera vertical en vez de horizontal” (yo las hago horizontal al estilo antiguo).
El origen de la confusión
A estas alturas, nadie me discutirá (eso espero) que la libertad de expresión política no es aplicable a la educación. Entonces, ¿por qué tantas personas se quejan de que las universidades no permiten la libertad de expresión? Esta confusión suele ocurrir en aquellas circunstancias en las que ciertas funciones de investigación o educación no son obvias.
Aqui en Estados Unidos, por ejemplo, hay muchísimos enfrentamientos a la hora de si invitar a tal o cual polemista al campus. Normalmente estos individuos ni son profesores ni tienen como misión la enseñanza. Suelen ser personajes de la derecha o izquierda y a diferencia de lo que los propagandistas derechistas dicen, si bien es cierto que muchos cuerpos estudiantiles han vetado a personajes de la derecha, no es menos cierto que también ha pasado con personas de izquierdas. Incluso, se ha llegado a despedir a profesores que tengan opiniones “de izquierdas”. Sí sí, no es ninguna exageración. Aquí tienen varios ejemplos (en inglés). Debido a que normalmente los personajes invitados no son profesores ni educadores, se suele opinar que éstos sí merecen tener derechos a la libertad de expresión.
Sin embargo, tal conclusión ignora la lógica sobre cómo alguien entra dentro del ámbito universitario. Las universidades no son foros públicos. Todo lo que ocurra dentro de una universidad que se precie como tal debe justificarse dentro de la misión de una universidad. Esto significa que un invitado al campus debe tener como objetivo, aunque sea en una sola intervención, educar o ilustrar a sus alumnos u oyentes. Las universidades traicionan su responsabilidad fiduciaria cuando dedican recursos a personajes que no cumplen con estos objetivos.
Pues bien, ahora surgirán voces que dirán lo siguiente: “Pero yo no discuto eso. Hablamos mas bien de ESTUDIANTES en sus organizaciones que invitan a una persona a venir al campus para dar una charla sobre tal o cual tema”.
Ciertamente, los alumnos no son responsables de impartir la misión de la universidad ni ejecutar sus responsabilidades educativas. Pero, insisto: el campus universitario no es la Puerta del Sol, no es Central Park, ni Hyde Park, ni el Retiro ni la Plazuela de las Ventas en Madrid. Los invitados, aunque sean elegidos por los alumnos, también deben contar con el apoyo de las autoridades universitarias. Normalmente, los alumnos invitan a una persona cuando creen que esa persona tiene algo de valor para compartir. Ya desde el principio, los alumnos que invitan a una persona están discriminando sobre criterios y por supuesto dejan bien claro qué ideas valoran sobre otras (en el mejor de los casos) o mas bien, creen que hay ideas mejores que otras.
Si algún lector piensa que hubo una “época dorada” en la cual cualquiera podia decir lo que le diera la gana en un campus, no tiene ni pajolera idea de la historia. ¿Alguien de verdad cree que en la época de nuestros abuelos no se discriminaba contenidos en el campus o que habia una total libertad de expresión? De hecho, no fue hasta los años 60 cuando las universidades empezaron a ser focos de libertinaje y anarquía. Antes de los 60, las universidades eran bastante estrictas, tenian códigos de comportamiento y vestimenta y sí, se regulaba lo que podias decir o no decir en el campus. Echadle un vistazo a cualquier libro de normas publicado en universidades como Harvard o Princeton hasta los 50, y verán que todo estaba muy regulado y la disciplina era bastante estricta.
Ahora otros me dirán “de acuerdo, pero usted habla de universidades privadas…¿pero qué derecho tiene una universidad pública que todos pagamos para discriminar contenidos”?
Las universidades públicas no son menos que las privadas cuando se trata de educar. Al igual que la privada, también deben cumplir con misiones educativas. Todo organismo del estado establecido para cumplir ciertos objetivos debe regular lo que se dice y los contenidos para cumplir esos objetivos. Los cuerpos policiales, por ejemplo, son públicos y nadie defenderia que un policia debe poder decirle a un detenido lo que le salga de las narices. NO. Hay un DEBIDO PROCESO. Por eso es que, en el contexto de la educación, el Tribunal Supremo en EEUU ha dicho bien clarito que la Primera Enmienda no niega que una universidad pueda imponer normas razonables contra ciertos contenidos si ciertas ideas van en contra de su misión explícita…sobre todo aquellas actividades que supongan un obstáculo contra el derecho de todos los alumnos ser educados en igualdad de condiciones.
Si las universidades públicas no tuviesen la capacidad de regular contenidos, tendrian que abstenerse de todo tipo de educación. Tendrian que permitir que un profesor diga que 2 + 2 son 5 en clase de matemáticas, o que un profesor de historia diga que el Holocausto no fue real o teorias conspiranoicas repugnantes de las mas variopintas serian el pan nuestro de cada día.
El grave problema es que hoy en día, se interpreta la libertad de expresión como algo aplicable a las palabras COMO TAL en vez de a discursos políticos en público, como se entendia la Primera Enmienda hasta bien entrado el Siglo XX. La ampliación exagerada de la libertad de expresión no es sostenible.
¿Qué hacemos pues, con personajes fascistas o de opiniones derechistas invitadas al campus universitario?
Incluso en los paises capitalistas como EEUU, existe una institución que tiene como fin descubrir LA VERDAD: los tribunales. Y lo mas interesante del caso es que ningún tribunal aceptaria la idea de que permitir a cualquiera decir lo que le de la gana conduce a la verdad. Los tribunales imponen restricciones muy importantes porque quieren descubrir la verdad de los hechos.
Lo cierto es que siempre hay gente que determina lo que lees o dices (hablo en términos generales). Cuando enciendes la tele, sea en Cuba o en EEUU, se determinan contenidos. En el caso cubano, quizá es el gobierno cubano el que decide qué notícias dar y en el caso europeo o estadounidense lo decide el millonario Murdoch. Porque muy lejos de tu espejismo, no existe libertad real de dar noticias…siempre alguien con mas dinero o poder que tú tendrá mas difusión. Aqui mismo en este blog se han tratado muchisimos temas importantes de economia real, pero no contamos con el dinero ni el apoyo de los medios con dueños ultracapitalistas interesados en difundir ideas que les beneficia – por eso Juan Ramón Rallo es aupado en los medios (a pesar de ser un pseudoeconomista sin titulación real mas allá del doctorado que le otorgó su amigo personal Jesús Huerta de Soto) y nosotros no (jamás nos invitarian a Telemadrid o a otras cadenas capitalistas para hablar de igualdad, por ejemplo).
Siendo que la universidad es una de las pocas instituciones que quedan en democracia para descubrir verdades y ser mentes libres, y a la vista de que los fascistas ya tienen muchísimos canales y medios para difundir sus ideas podridas y antidemocráticas, no creo que sea osado ni mucho menos contrario a la libertad decir que cuando inviten a un polemista payaso de derechas a tu campus que sea conocido/a por decir barbaridades para ganarse mas fama entre sus seguidores ignorantes, hagáis todo lo posible para dejarles bien claro que no son bienvenidos a tu campus y que si hace falta movilizar a todo el cuerpo estudiantil para que salgan por la puerta trasera corriendo como cobardes, que así sea.
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Nota aparte: Claro que he seguido el tema de las elecciones europeas y no me extraña lo que España votó. Siempre comparo la situación en España y el sur de Europa en general y el pueblo donde tengo mi granja. No, no es ninguna mentira – en el pueblo donde tengo mi granja, los vecinos granjeros a menudo dejan la caseta sola durante todo el día al borde de la carretera, con la mercancía y un pequeño cesto para que cada comprador pague el importe de su compra. Tú mismo coges el cambio. Nadie vigila nada y NADIE ROBA. Eso es lo que da vivir en una zona protestante calvinista. La “gente del buen libro” es austera y seria por lo general. No, no es un paraiso esto ni mucho menos está libre de pecado, pero lo que sí hay en general es una honestidad y franqueza brutal que no hay en casi ninguna otra parte del mundo menos en algunos paises del norte de Europa como Noruega, Escocia o Finlandia. Uno de los aspectos que también choca a los visitantes aqui es que por lo general la gente vive aislada de sus vecinos. Me explico: aqui el sentido civico es increible, PERO, como ya dijo el escritor inglés DH Lawrence: “El alma esencial americana es dura, aislada, estoica y asesina. Y nunca se ha dulcificado”. Si alguien te tiene que pegar tres tiros por meterse en su propiedad, no lo pensará dos veces. La gente le gusta estar solos en su propiedad, bandera ondeando, armas en casa…o como decia mi abuelo….”siempre hay que tener un ojo metido en el ojo del cerrojo por si viene algún “indio”, y otro ojo en la Santa Biblia para mientras pegas el tiro al invasor, le das gracias a Dios por vivir y protegerte”. A mi personalmente me gusta, adoro, el individualismo de EEUU. La gente de Norteamérica por lo general no se toca fisicamente en las relaciones sociales, les gusta su independencia y autonomia (incluida la corporal). Hay una distancia en el espacio personal mucho mas amplia que en paises latinos. Ni la familia se toca tanto tampoco…mucho menos desconocidos o amigos.
Por el contrario, España (Exceptuando Catalunya y partes de Valencia y el norte como Galicia) es una sociedad bastante mas colectivista en lo social. En ciudades como Madrid, no es nada raro ver amigos tocarse, abrazarse y gesticular con mucho ánimo. Cierto, en España no hay tanto psicópata como en los paises anglosajones o protestantes, pero yo estoy dispuesto a tolerar el riesgo de algún francotirador en los colegios de tanto en tanto, si ese es el precio por mantener una sociedad individualista y anticentralista. Aqui en USA puedes viajar durante horas y horas y no ver una sola persona. Los campos son aislados y con casas abandonadas como esta cerca de mi granja. Se come muy bien en los pueblos — mucho bacon, cocidos, pucheros, pastel de carne, pastel de manzana, leche fresca, cerveza hecha en casa, etc. Los paises de habla inglesa ayer volvieron a dejar claro que eso del centralismo no cuela — Reino Unido se ha pronunciado bien claro una vez mas sobre la vomitiva y putrefacta Unión Europea y EEUU pronto volverá a dejar claro que no quieren globalistas en el gobierno. Pobrecita España…habéis vuelto a votar a los globalistas y así os va.