Seguramente se preguntarán qué tiene que ver el lema de la Revolución Francesa con el debate sobre la mujer justo en un día como hoy, 8 de marzo. Aunque a simple vista no lo parezca, para mí ambas cuestiones están relacionadas. Veamos...
Hace unos días leí una nota sobre las polémicas que despertaron un par de decisiones que tomó Emma Watson en su vida: interpretar a la heroína de Disney, Bella; y posar semidesnuda para la revista Vanity Fair.
Ver nota completa acá
En dicho artículo se exponen los argumentos de críticos y feministas que la acusan de contradictoria por vestir los trajes de una princesa de cuentos de hadas siendo defensora de otro tipo de mujer y por desvestirse en su vida personal. La voz más encendida es la de la periodista Julia Hartley-Brewer quién la señala por traicionar la causa que tanto ha defendido sobre el uso masculino de la imagen de la mujer. Ante la catarata de tuits y opiniones negativas en las redes sociales, la actriz salió a defenderse usando dos palabras que me remitieron al lema del título del post; ella habla de libertad e igualdad para que las mujeres hagan lo que quieran y sean tratadas como iguales en todos los ámbitos de la vida.
Ver nota completa acá
Lejos de querer tomar partido por Emma Watson o encolumnarme detrás de ella -no viene al caso entrar en la polémica-; prefiero ir más lejos. Este tema refrescó una reflexión que me ronda hace un tiempo: las mujeres somos implacables entre nosotras. Como si no bastara estar en la mira de la sociedad por lo que hacemos, cómo lo hacemos, qué prendas vestimos, cómo nos movemos, el cuerpo que lucimos (o escondemos de la mirada tirana de nuestras congéneres) y tantas cosas más, resulta que tampoco se pueden tomar decisiones libremente sin que queden expuestas al escrutinio de miles de ojos y deditos levantados que están como a la espera del presunto (o efectivo) error para caer con todo el peso de una LEY que no se sabe hasta qué punto los acusadores cumplen.
Abogo por un mundo en el que las mujeres puedan decidir con libertad dónde trabajar (o que papel interpretar en el cine), en el que puedan tener compromiso social y a la vez hacer uso libre de su imagen y de su cuerpo luciendo prendas que les gusten, desnudándose cuando lo deseen; engordando o adelgazando según su voluntad (o condición física) y que ello no sea motivo de escarnio público (como sucedió con Beyoncé y Lady Gaga en los últimos shows del Super Bowl donde fueron despellejadas por las siluetas que lucieron).
Abogo además porque haya igualdad de oportunidades y de remuneración; que se valore la capacidad femenina más allá de la estética y que se termine con la tiranía de la eterna juventud como pasaporte al éxito.
Y sobre todo, abogo por la FRATERNIDAD entre nosotras; que realmente seamos hermanas en la lucha, que dejemos de crucificarnos públicamente por todo, señalándonos, estigmatizándonos, etiquetándonos... A diario vemos cómo en las redes sociales se suceden las críticas, parece que ser "ácida" o "frontal" es la que va, entonces en ese afán por ganar adeptos -gente tan o más frustrada que las perpetradoras de escarnios- cada minuto se sube más la apuesta para destruir a otra/s sin piedad. Entonces, todo lo que debería ser materia opinable -porque la variedad de opiniones enriquece la mirada del mundo- es materia criticable; todas tienen un dedito acusador para señalar como en Salem a las condenadas por el pecado de turno: mostrar su cuerpo, vestirse como se le antoja, engordar sin culpa, adelgazar porque sí, entrenar como atleta o echarse en la playa sin más; todo es objetable; y lo peor, la voz cantante la llevan otras mujeres. Así que a esas mujeres les digo: no me vengan hoy con el cartelito "ni una menos" o fotografiadas vestidas de negro en apoyo al reclamo cuando son las primeras en apedrear con palabras hirientes a otras. La violencia "intragénero" es inadmisible.
Espero que se abra el debate aquí o en las redes satélites del blog para que sumemos opiniones y pensamientos a este post que busca acompañar un cambio de paradigma que parece estar teniendo lugar aunque de manera un tanto lenta.
Ayudémonos como mujeres para poder gozar de lo que con tanta sangre se pudo conseguir: LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD.