“Libertad para todos” de HECTOR ÑAUPARI

La semana pasada, concretamente los días 23 y 25 de Agosto, publiqué unos vídeos de dos conferencias del eminente abogado, ensayista, poeta y sobre todo, gran defensor de la libertad, Hector Ñaupari. Presidente del Instituto de Estudios de la Acción Humana (IEAH), habiendo ostentado idéntico cargo al frente de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) desde Octubre del 2011 hasta Junio de este año, siendo actualmente su Vicepresidente. Charlas promovidas por la Universidad Francisco Marroquín, en las que disertaba sobre la obligación que tienen  los liberales para con su sociedad. Instándoles a participar en la vida pública.

A través de un brillante discurso relataba los males de Latinoamérica, presa del colectivismo e intervencionismo, donde el individualismo es desdibujado lentamente y sin pausa. Donde la demagogia y el populismo invaden cada rincón. Progresivo deterioro que lleva aparejado: el empobrecimiento de la sociedad; la aniquilación de la clase media; la debilidad de las instituciones, las cuales configuran una sobredimensionada Administración, un Estado donde la línea de separación de poderes es prácticamente inexistente. Gobiernos presuntamente erigidos sobre una férrea base clientelar, que reprimen duramente cualquier discrepancia.

Mas la agonía de aquellas latitudes me resultó tan cercana. Quizás alguien pueda pensar que nuestra misma raíz genética nos lleve a ser tan semejantes, sin embargo, más bien de los acontecimientos se desprende que han sido las ideas las que nos arrastran a ese crítico punto de convergencia.

Fue en España, de la mano de Francisco de Vitoria, donde irrumpió la necesidad de defender los derechos humanos. También donde caló el pensamiento del derecho de la sociedad de reemplazar a un gobernante cuando se comportaba de modo injusto con su pueblo, tesis promulgada por Juan de Mariana. En síntesis, lucha abanderada por la Escuela de Salamanca en el siglo XVI. El término liberal nació en nuestra patria, con la Constitución de 1812. No obstante, a pesar de nuestros esfuerzos, la democracia ha sido cicatera en estos lares, con 200 años de efímeras incursiones. Y cuando creíamos que habíamos alcanzado la madurez, caemos en la cuenta de que aún sigue vigente la eterna lucha entre “las dos Españas”, parafraseando las míticas palabras de José Ortega y Gasset. Es más, si cerramos los ojos, pareciera que estamos escuchando los ecos del pasado: el hondo penar de la Generación del 98, desolados por la pérdida de las últimas colonias de Ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), lo que esta vez tales circunscripciones pudieran estar radicadas dentro de la propia Península Ibérica; el ataque a la propiedad privada; las proclamas de revolución;…Y si aún atendemos más a los mensajes quizás atisbemos como algunos demandan un nuevo cirujano de hierro que enderece el rumbo de nuestra querida España. Craso error diría el Premio Nobel de Economía Friedich Hayek, quien ya nos advirtió en su obra maestra “Camino de Servidumbre” de entregar un poder desmedido a alguien, porque de ahí al totalitarismo no hay sino un paso.

Y es que no requerimos de más intervención, sino de una reforma constitucional para propiciar un gobierno más limitado, en pro de evitar que se repitan los desmanes pasados. Alguien afirmará que la culpa es de la libertad, pero por poner un mero ejemplo, ¿quién copaba los consejos de administración de las cajas que supuestamente desencadenaron la crisis financiera y el consecuente rescate por parte de la Unión Europea? Hipotéticamente los mismos a los que hoy se les pretende conferir un mayor poder regulatorio.

Hector Ñaupari habla de la obligación de los liberales de llegar al corazón de las gentes. Del gran esfuerzo que han de acometer por transmitir su mensaje si revertir la situación quieren. Lo que hace magistralmente en su libro “Libertad para todos”. Recopilación de artículos y conferencias. Describiendo con toda crudeza la realidad de Latinoamérica, que se muestra considerablemente similar a la nuestra.

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