Revista Coaching

Líder-tiones... 14

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Líder-tiones... 14

Capítulo III - El relato de Davis

(viene de Líder-tiones... 13)... Pese a lo concluyente de mi comprobación, está no logró mudar la opinión de cuantos jurados persistían en considerar culpable al acusado. Instalados en la cerrazón y la inmovilidad, llegamos a otro punto muerto en el avance de nuestra misión, cuyo resultado final amenazaba la integridad del muchacho si no encontrábamos una salida a aquella desesperante ausencia de vocación por dialogar. Entonces, se me ocurrió una manera de desatascar la situación eludiendo un enfrentamiento que no deseaba continuar. Tomé la iniciativa y propuse votar, pero esta vez en secreto y con el compromiso de modificar mi voto si el resultado resultaba ser igual al inicial. De esta manera buscaba asegurar que mi iniciativa se fuera a aceptar, al considerar muchos de los jurados que con esta votación todo finalizaría ya. Pero además quería ofrecer una oportunidad a los indecisos para enmendar su criterio sin tener que mostrar su identidad. La suerte estaba echada y no puedo ocultar que el riesgo que tomaba me llevó por unos momentos a vacilar. Sin embargo, lo asumí en el convencimiento de que hay situaciones cuya querencia por la seguridad solo lleva a fracasar.

El momento de la votación, registrada en papeletas dobladas por la mitad, me llevó a los confines últimos de mi capacidad para sostener la entereza de ánimo a que obligaba aquella apuesta extrema en la que había embarcado al imputado, indolente a toda la farsa de intereses y arbitrariedad en que se había convertido ese Tribunal que no era capaz de juzgar. Pero sin saberlo bien cómo explicar, un presentimiento me decía que alguien podría rectificar tras lo acontecido desde que entramos a deliberar. Es cierto que, aunque nada de lo dicho podía demostrar la ausencia de culpabilidad, estaba seguro de que al menos invitaría a pensar. Y pensar siempre es el comienzo de cualquier posibilidad.

El Presidente, sentado en su lugar, leyó las papeletas con el “culpable” escrito en cada una hasta que casi al final, una diferente, de puro asombro le hizo levantar. Alguien había garabateado lo que yo más deseaba escuchar. El procesado tendría otra oportunidad... (continuará en Líder-tiones... 15).


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