Revista Coaching

Liderar desde la proactividad

Por Alberto Barbero @albarbero

Point

Hace tiempo que todos somos conscientes de que estamos asistiendo a una profunda transformación de la realidad. Es algo que ya ha afectado de un modo radical, por ejemplo, a la naturaleza del trabajo. Frente a esto, nuestras zonas “de confort” y “de pánico” nos paralizan y solo nos dan margen para reaccionar… a veces tarde y mal. Y es que hoy “De dónde venimos no significa nada. Hacia dónde vamos y lo que hacemos para llegar allí, es lo que nos dice qué somos” (Oates).

Se insiste hasta la saciedad en que la única forma de no verse arrollado por el cambio acelerado es tomando la iniciativa y siendo más proactivos pero al mismo tiempo teniendo cuidado de no confundir todo esto con la improvisación. Y con esto está servida la cuestión del cómo: ¿Cómo ser proactivos y planificar -sin improvisar- en estos tiempos tan “líquidos”?

La nueva situación apunta con más claridad que nunca a que tenemos que empezar por nosotros mismos: nada puede cambiar fuera si antes no ha cambiado “dentro”. Las mejores “Guías de viaje” dejan claro que las personas y el conocimiento son más importantes que nunca pero a veces nosotros mismos o nuestra formas de actuación hacen imposible que crezca cualquier proactividad o iniciativa alrededor nuestro.

Cuando yo soy el enemigo principal

El miedo y la resistencia al cambio suelen disfrazarse. A veces nos limitan inconscientemente. Otras veces los proyectamos desde nosotros mismos incapacitando a nuestro propio equipo, insuflándole temor al fracaso y aversión al cambio.

Es cuando, por ejemplo, se pretende que la propia proactividad del “ordeno y mando” se contagie por ósmosis, algo que hacen los estilos más autoritarios siendo muy proactivos a la hora de dar directrices y controlar su cumplimiento pero sin considerar los aportes de los demás o, incluso algo peor, apropiándose de sus ideas. Una consecuencia bastante extendida de esto suele ser la indiferencia, que hace que muchas personas se puedan guiar por el único propósito de mantenerse haciendo el menor esfuerzo posible. ¿Qué potencial de contagio puede llegar a tener algo así en un equipo u organización?

En otras ocasiones el enemigo es el conservadurismo de nuestras zonas de confort y pánico (ver arriba) que nos lleva a tener aversión a riesgos y sorpresas. Una versión particular y habitual de este es la de tratar de evitar las controversias y conflictos, que son realmente el sustrato necesario para que surjan nuevas ideas y actuaciones.

Cuando quiera liderar desde la proactividad…

Cuando las personas perciben que alguien próximo -no solo su responsable jerárquico- se adelanta a los hechos y que no espera a los sucesos, sino que es él mismo quien los provoca, pueden empezar a poner en duda las creencias de que no se puede hacer otra cosa que “apagar incendios” y gestionar urgencias y prioridades de otros.

Cuando ellas mismas son las que disponen de estos recursos, la seguridad en sí mismos y su motivación da un salto. Y es que tener claro el propósito, ser autónomos para alcanzarlo y tener oportunidades de desarrollarse y progresar son los principales factores de motivación… y la proactividad empieza justo ahí.

Por eso, además de promover la convivencia con el riesgo y la incertidumbre mediante la toma de decisiones participativa, la práctica cotidiana de la argumentación o la potenciación de la escucha activa, tampoco hay que perder de vista el importante papel que puede jugar en todo esto tu propia forma de planificar y hacer. En este punto, usar bien GTD marca la diferencia al menos por tres razones:

  1. Porque te ayuda, mediante hábitos de “captura” a hacer una buena digestión de conocimiento e información, y esto incluye también la de los demás. Es más seguro dar pasos adelante con toda la información y las opiniones.
  2. Porque te ayuda a tener claro a dónde quieres ir, de qué forma (valores) y a través de qué hitos y resultados intermedios.Cuando tienes claros tu propósito y objetivos, tus opiniones y decisiones tienen más sentido y llegan mejor a los demás.
  3. Porque te ayuda a tener bajo control muchas más variables( mediante la propia “captura”, los procesos de planificación natural y sus revisiones periódicas) y a ser muy flexible en la adaptación a los cambios inesperados.

Photo by: a2gemma

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