Revista Psicología

Lidiando con la incertidumbre

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

La incertidumbre es un extraño que de un modo abrupto hace presencia en nuestras vidas. Configuran la incertidumbre aquellas cosas que nos son extrañas, desconocidas, incontrolables, nos desconciertan y también nos irritan porque desordenan nuestro presunto mundo ordenado y controlado.

Lidiando con la incertidumbre

Lidiando con la incertidumbre

Nos encontramos sumergidos en una grave crisis sanitaria y social debida a la pandemia provocada por el coronavirus causante de la Covid-19 . Todo nuestro mundo se ha desmoronado. Vivimos unos momentos propicios para reflexionar acerca de nuestro futuro, y decidir cómo queremos seguir viviendo, o no,  nuestras vidas. Esta situación nos impele a tomar decisiones favorables para generar ansiedad, miedo e incertidumbre.

Nos estamos reinventando cada día, cada hora, cada minuto que transcurre, tanto a nivel relacional como profesional y también individual. Poco a poco aprendemos a relacionarnos de una manera diferente, rara y extraña que podríamos definir como una “anormal normalidad” a la que no hay mas remedio que adaptarnos por el bien común. Muchas de nuestras previsiones de futuro se han volatilizado súbitamente, de golpe y porrazo, dando paso a la incertidumbre.

Durante el largo e insidioso periodo de confinamiento, hemos recuperado parte de aquel tiempo libre que tanto ansiábamos y del que no disponíamos. Cada cual ha utilizado su disponibilidad y falta de obligaciones, bien para no hacer nada o bien para emprender actividades que ayudaran a ocupar las interminables horas de cada jornada. Sin embargo, tanto quienes han decidido no hacer nada como los que han intentado hacer de todo, indefectiblemente han tenido tiempo de sobra para pensar, reflexionar, y extraer conclusiones de tan extraña situación. Habrá incluso quienes hayan decidido no pensar, gran error siendo que por mucho que se intente, sencillamente es imposible no pensar

Los pensamientos y las reflexiones que han rondado por nuestras mentes, habrán propiciado un amplio abanico de pensamientos, emociones, sentimientos y sensaciones de todo tipo; miedo, ansiedad, enfado, rabia, tristeza, apatía, frustración, cansancio… Tal vez no hayamos sido conscientes de alguna de estas sensaciones pero todos en algún momento se habrán sentido como subidos en una noria, unas veces arriba, otras veces abajo, y otras paralizados a medio camino.

Esta novedosa y compleja concatenación de emociones, sentimientos y sensaciones provocadas por la súbita experiencia vivida, es probable que hayan agudizado en ciertas personas una serie de ‘patologías’ previamente existentes. También, en otras personas, habrán aparecido ciertos síntomas —inherentes a la experiencia tan extrema, desconcertante y traumáticas de la pandemia, con el agravante de no saber cuando terminará— , síntomas no necesariamente patológicos, pero a los que habrá que prestarles atención si interfieren en nuestro día a día.

Como seres relacionales que somos, los humanos necesitamos relacionarnos con el otro. Pero hay que considerar que relacionarse con los demás no tiene porque ser igual para todos; hay personas que por ser más introvertidas necesitarán en menor medida relacionarse que quienes sean extrovertidos. Las diferentes formas de relacionarse no deberemos considerarlas como mejores ni peores, sino sólo diferentes.

¿Qué es la incertidumbre?

Necesitamos tener certezas y seguridad frente a determinadas situaciones importantes en nuestras vidas. La vida en sí es una incertidumbre y la incertidumbre genera ansiedad.

Con el fin de paliar la ansiedad frente a la incertidumbre, a través de la historia de la humanidad el individuo siempre ha necesitado creer en algo —la religión, la espiritualidad, la ciencia—. Es decir, una serie de creencias que, bien individualmente o combinadas entre ellas, han marcado referentes en diferentes épocas de la historia.

Ortega y Gasset define las creencias como:

«Son ocurrencias individuales para las que buscamos y encontramos razones de suerte que incluso puedan ser demostradas. Entonces las llamamos verdades científicas porque estamos convencidos de ellas. Mas, precisamente porque están erigidas sobre razones, siempre encuentran a su vez contra-razones. Por esto son y no pueden ser más que fluctuantes interpretaciones de la realidad«

Tener una creencia es tener la certeza y seguridad en la existencia de un conocimiento del que no se duda. Es por ello que con la creencia se elimina la incertidumbre.

La fe es saber, más allá de la simple consciencia, que si damos un paso más seguirá habiendo un suelo bajo nuestros pies

Paul Goodman

Lo desconocido genera incertidumbre y nos alerta de un potencial peligro incontrolado. Por lo general, no somos conscientes de que la incertidumbre es inherente a la existencia humana.

La incertidumbre es un extraño que de un modo abrupto hace presencia en nuestras vidas. Configuran la incertidumbre aquellas cosas que nos son extrañas, desconocidas, incontrolables, nos desconciertan y también nos irritan porque desordenan nuestro presunto mundo ordenado y controlado.

Pretender tenerlo todo controlado no es más que una manifestación de nuestra inseguridad, del miedo a perder lo conocido, y por ende, no saber cómo lidiar con la incertidumbre.

Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros

Immanuel Kant

Hasta que la pandemia se inmiscuyó en nuestras rutinas, creíamos poseer el control sobre nuestras vidas. Nuestras necesidades y expectativas tenían que adaptarse a la realidad y en cuanto esto no sucedía nos dábamos de bruces  con la frustración.  Nos habíamos instalado en una aparente y segura vida normal en la que todo estaba bajo nuestro control y exento del mínimo riesgo.

Y… a partir de ahora, ¿cómo serán nuestras vidas?

En la mente de todos se anida la idea y el deseo de volver a la normalidad, entendida ésta como vivir del mismo modo que antes de que la Covid-19 se instalara en nuestras vidas. Es decir, entendiendo la normalidad como volver a aquello que nos resulta conocido y nos aporta seguridad

Rechazo de plano el positivismo que con tanta ligereza se propaga en los libros de autoayuda. Rechazo igualmente los bien intencionados y gratuitos consejos que muchos ofrecen con superficialidad. Por ejemplo, “Hay que ser positivos” es una frase que me saca de mis casillas. Parto de la premisa de que no se tiene que ser necesariamente positivo sino mas bien realista, tener los pies en el suelo y no dejar de lado la realidad que a cada uno le toca vivir. Por supuesto que la realidad de cada persona no necesariamente es lo que nos gustaría, pero es lo que es, la pura tantas  veces dura realidad.

Tengo la convicción de que a partir de las experiencias vividas por la Covid-19, nada será como antes. Volver a la “normalidad” significaría no haber aprendido de la experiencia. Don Quijote le decía a Sancho:

“Paréceme,  Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todo son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”.


Miguel de Cervantes Saavedra

Responsabilidad, responsabilidad, y más responsabilidad frente a la incertidumbre

Transitábamos por nuestras vidas con tranquilidad, con las responsabilidades inherentes a la familia, trabajo, comunidad, etc.

¿Qué es responsabilidad?

Una de las acepciones — y es la que me interesa frente a la responsabilidad individual con respecto a la Covid-1­9–– que nos ofrece la RAE es la siguiente: “Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”

El origen etimológico de la palabra responsabilidad proviene del latín “responsum” (el obligado a responder de algo o de alguien). “Respondere y spondere”, son dos verbos latinos empleados en las esferas legales que se encuentran muy relacionados. Respondere significa defender un hecho en un juicio, y spondere asumir, prometer, ofrecer, o jurar una obligación.

En definitiva, tenemos el compromiso y la obligación en estos difíciles momentos, de ser responsables, tanto por nosotros mismos como por los otros. Y ser responsable implica ser conscientes de estar tomando una decisión por el bien común.

En términos de la Terapia Gestalt, ser responsable es una forma de estar en contacto con el otro, es una forma particular de volverse presente el uno para el otro en una relación que tiene temporalidad. La temporalidad es el tiempo vivido por la conciencia como un presente que permite enlazar con el pasado y con el futuro.


Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Licencia de Creative Commons Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis  y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España

Imagen: Pixabay


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