Revista Opinión

Lilas, rojas y amarillas

Publicado el 23 junio 2014 por Jcromero

Sobredosis de parafernalia regia y de empalagosos panegíricos; saturación de socialismo monárquico; hartazgo de bandera y patria. Puro anacronismo. Vuelta al pasado, al tiempo de la censura y bandera única. Aunque no me gustan las banderas —tienen tela en la que algunos se envuelven y otros tapan sus miserias—, parece delirante la prohibición de los colores republicanos en el día de la coronación. Por mucho empeño que pongan ahora, no hay tela suficiente para tapar tan bajo patrioterismo. Reconozco que soy un mal patriota, no me gusta la bandera, no me emociona esa marcha militar convertida en himno aunque agradezco que no tenga letra. Sí, debo ser un mal patriota porque nunca gritaría viva el rey, menos aún si viste de militar y se doblega ante las autoridades eclesiásticas aunque le reconozca el valor, que no tuvieron concejales y ministros, de jurar el cargo sin evangelio ni crucifijo.

Este blog no rendirá pleitesía a ningún rey. Su administrador carece de la capacidad intelectual suficiente para entender por qué hay tanta gente que quiere postrarse ante un rey, ni qué mecanismo se activa en el cerebro de esa gente para confiar la máxima representación del Estado a alguien, por el enorme mérito de ser hijo de su padre.

De todas las verdades reveladas, la más peregrina es aquella que enarbola la falacia de que el rey reina pero no gobierna. ¿Que el Jefe del Estado no participa en el gobierno del país? Nos cuentan, como si de un viejo cuento se tratara, que el rey es una figura decorativa. Si sólo fuera eso, cómo es que precisa de aforamiento incluso cuando deja de ser rey.  Si sus funciones fueran simplemente representativas, ¿podría cometer delito, en el ejercicio de esas funciones?

“La persona del rey no está sujeta a responsabilidad”. Otra frase de difícil encaje. Es decir, la Constitución nos presenta al monarca como alguien irresponsable, como si se tratara de un menor de edad o un incapacitado intelectual. En fin, o todo es un cuento de príncipes valientes y princesas rubias y hermosas o tendrán razón quienes sugieren que los monárquicos son los peores enemigos de la monarquía. Si quien escribe fuera monárquico, defendería la convocatoria de un referéndum sobre el modelo de Estado. La consulta sería un acto heroico, un aval democrático incontestable. Pero tienen miedo; vuelven a tiempos del innombrable y a la bandera única. En el día de la coronación del nuevo monarca, una ciudadana no puede pasar a casa de su hermana por portar una chapa tricolor; Serrat no podría cantar en Madrid aquello que canta desde 1976 de las banderas de papel lilas, rojas y amarillas.

Este blog se declara republicano pero, qué quieren que les diga, visto el entusiasmo del pueblo en las calles, no perderá mucho tiempo con el nuevo monarca; preferiría atacar las incompetencias del Gobierno y la dejadez de tanta gente que prefiere ser súbdito antes que ciudadano.

Es lunes, escucho música:

Orgullo y satisfacciónBorbones, de Felipe V a Felipe VIEl ruido y la furiaEl porvenir desigual hacia la III RepúblicaFelipe VI el Pre-paradoCambia el perro pero no las pulgasLa Coronación de Felipe VI desde el Periscopio¿Quieres democracia? Pon un rey en tu vida y no protestes, Un país de fútbol y coronas¿Monarquía o República? Primero, proceso constituyenteHay cosas más importantes que la República¿Sucesión al trono legal o popular? Banderas, banderines, banderolas, Fútbol, monarquía y otros animales, Carta abierta al rey D. Felipe VI, Rosas y espinas: “El crimen de Felipe VI”Caprichos, 

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