Revista Cultura y Ocio
Soy fan de Spielberg. Ya está, no llevo dos líneas y ya lo he dicho. Creo que un buen director no es el que ha hecho las mejores películas ni el que cuenta con más obras maestras en su haber, sino aquél que tiene un balance positivo si comparamos sus grandes obras, sus simplemente buenas películas y las que son menos agraciadas; en el caso del bueno de Steven sus mejores obras (entre ellas La Lista de Schindler, Salvar al Soldado Ryan, El Imperio del Sol, Indiana Jones, Minority Report, E.T…) son más numerosas que las no tan buenas o directamente prescindibles (Hook, El Mundo Perdido, La Guerra de los Mundos…).Y tampoco voy a negarlo: cada vez que Spielberg estrena película voy al cine con una mezcla entre alegría por poder ver una nueva obra del gran director y de incertidumbre -que se va tornando en temor a medida que llega la fecha del estreno- por si ésta supusiera el inicio del fin de su trayectoria. En fin, no puedo evitarlo.
‘Lincoln’ es una película política y no es fácilmente accesible para el consumidor medio que va al cine. Son dos horas y media de conversaciones, algunas más reveladoras que otras, pero el director está por la labor de no encadenar muchas escenas similares, intercalándolas para aliviar tensión en algunos momentos y para crearla en otros.La trama recoge los últimos meses de la vida de Lincoln, que centró sus esfuerzos en el fin de la Guerra de Secesión y en sacar adelante la histórica 13ª Enmienda que acabaría con la esclavitud, ligada estrechamente al origen de la trágica guerra entre hermanos que se estaba desarrollando.
Spielberg siempre pone un sello en sus películas, una suerte de patrones que se repiten y que hacen que su obra sea fácilmente identificable: la brillante fotografía de Janusz Kaminski, uno de los mejores artistas a nivel mundial, la música siempre inspirada de John Williams o los momentos “dame un poco de café para tanto azúcar” que buscan la lagrimilla son algunos de ellos. Estos elementos están conjugados en ‘Lincoln’ y francamente, en una película de esta envergadura, de larga duración y con un tema lo bastante trascendental, era necesario que estuvieran presentes cada uno en su justa medida para no saturar.
En ese sentido la banda sonora acompaña aunque no tenga ningún tema especialmente memorable –sinceramente creo que no hacen falta estridencias en una película así- y deja todo el protagonismo a una cámara que siempre está donde toca, algo a lo que estamos acostumbrados en la obra de Spielberg, pero que es obligatorio mencionar y recalcar siempre. Kaminski y Spielberg han hecho otra vez un trabajo memorable. En cuanto a las escenas emotivas son contadas y llegan en el momento preciso y con mucha contundencia, aunque se agradece que no se haya intentado hurgar mucho en la herida en dichas escenas.
En una película autobiográfica cobra especial importancia el reparto, en concreto el actor protagonista. Y Steven no ha dejado este tema al azar, por supuesto. En ‘Lincoln’ encontramos dos actores que dan una clase magistral de cine condensada en los minutos que aparecen en pantalla. Uno es el sobrehumano (el papel ciertamente lo requería) Daniel Day-Lewis en la piel de Abraham Lincoln -enérgico, decidido, inspirador y con un aura que lo eleva al olimpo de los personajes históricos bien llevados al cine- y el otro es el magistral Tommy Lee Jones, en el papel de un secundario Thaddeus Stevens, que protagoniza algunas de las escenas más memorables de la película. Es curioso que estos dos auténticos monstruos apenas coincidan en una sola escena, llevando cada uno el peso de las escenas en las que aparecen por separado. Quiero destacar también a Sally Field en el papel de la esposa de Lincoln (más quisieran otras actrices poder interpretar un papel como el suyo sin recurrir a la sobreactuación) y a Joseph Gordon-Levitt. Más allá de su correcta actuación, creo que debería ganar el premio simbólico al “actor con el mejor criterio de selección de papeles de la última década”.
Mis miedos se esfumaron por completo tras los primeros minutos de la película: ‘Lincoln’ es una de las buenas películas de Spielberg. Que sea memorable o no, eso tiene el derecho de decidirlo cada uno después de verla.
Valoración: 9