Revista Talentos

Lista para el baile

Por Ilastours
Lista para el baile

"Primero la obligación; después la diversión", afirmaba  categórico Petete, el aplicado personajillo con aspecto de pingüino patoso cuya enciclopedia en fascículos me tuvo bien entretenida gran parte de mi tierna infancia...
Recientemente acompañé a mi hija al cine para ver el estreno del remake de Disney "Cenicienta", dirigido por Kenneth Branagh. Sobre la película no me extenderé demasiado... He de decir, eso sí, que  en general me gustó y que la encontré bastante fiel al film de animación clásico de Disney, con una bella fotografía, escenografía de ensueño e interpretación de grandes actrices a quienes admiro, como Helena Bonham Carter y Cate Blanchet. Mi hija, que ahora tiene cinco años y como muchas niñas de su edad es una romanticona amante de los cuentos de hadas, disfrutó de lo lindo.
Unos días antes de ver la película leí un interesante artículo en una revista que hablaba de lo que su autor bautizaba como el "síndrome de la Cenicienta": la procastinación y la manera en que derrochamos nuestra vida en esos pequeños menesteres que llamamos "obligaciones" y que a menudo pasan por delante de esas otras cosas que hace cantar a nuestro corazón. Es decir, la obligación hace que no alcancemos la diversión... en la mayoría de las ocasiones.
Y es que a menudo nos pasa como la candorosa y esforzada protagonista del cuento: en lugar de prepararnos para el baile, nos perdemos en miles de cosas que consideramos urgentes. Y así nos dan las doce... Y nos quedamos sin bailar con nuestro príncipe, sin cumplir nuestros sueños. Por supuesto, siempre echaremos la culpa a alguna madrastra o hermanastra malvada -léase, jefes, tareas rutinarias del hogar, compromisos sociales, maridos, esposas, hijos, vecinos...-, por tal de quitarnos de encima la enojosa responsabilidad de hacernos cargo de nuestra vida, o por el miedo o la creencia en nuestra incapacidad para luchar contra los elementos. 
Una campanita sonó en mi interior al evocar el cuento de la Cenicienta y compararlo con mi incansable vena procastinadora: la vocación, el camino personal y el cultivo de los talentos fueron temas que animaron la creación de este blog, y más concretamente, la manera en que continuamente saboteamos este camino  nuestro, personal e intransferible. Durante años me ha ocupado encontrar la forma de centrarme y de entender que sólo caminando la Senda personal, la que elige nuestro corazón, conseguimos realizarnos y vivir en plenitud. Ojo: aquí no digo ser feliz, digo vivir en plenitud, con sus luces y sus sombras... Sobre la felicidad ya se ha escrito tanto, y creo que el termino está tan desgastado, que me cansa encontrarle una definición acertada y consensuada para todos.
El cultivo de los talentos es un tema que lamento no encontrar ni fomentar mas a menudo en la escuela y para el que apenas se nos prepara, tampoco en la esfera familiar.
Yo misma me he comportado como la Cenicienta gran parte de mi vida: he elegido lo práctico, lo urgente, lo que "todo el mundo" consideraba importante -todo el mundo menos yo-, aquello que me permitía pagar la hipoteca, las tareas que ordenaban mi vida y la de los míos... En mas ocasiones de las que hubiera deseado he distraído el impulso de mi corazón porque "tenía algo urgente que hacer", como hacer la compra, organizar la agenda doméstica, poner una lavadora y tenderla... O acudir a un puesto de trabajo que me permitía vivir cómodamente, sin demasiadas aspiraciones ni riesgos, con un horario "normal"... Y que apenas me dejaba desplegar mis alas.
Fue así durante muchos años. Hasta que mi alma "lloró" y afortunadamente fui capaz de escucharla.Entonces cambié de camino... Y comencé a aprender algunos "pasitos del baile", comencé a poner primero la diversión ante la obligación. Y a organizarme, eso sí, con las obligaciones urgentes, de una manera un poco más "racional".
En anteriores artículos sobre la gestión del tiempo he tratado este tema... Puedes volver a leer sobre cómo organizar nuestro tiempo para meditar aquí, sobre enfocarse en nuestro elemento aquí , sobre la educación lenta y "parar el tiempo" aquí, o sobre algunos consejillos de organización personal aquí. 
También he descubierto un blog recientemente, Sloane Street, cuyo apartado "Tips Organización" contiene inspiradores consejos sobre el tema.
Aunque este cambio de postura suene a irresponsable, a mi humilde entender no lo es en absoluto: no hablo de dejar atrás nuestras responsabilidades o tareas que requieren atención (por poner un ejemplo un poco peregrino,  como olvidar que tengo que recoger a mi hijo en la escuela porque me apetece ir de compras, por ejemplo), sino de elegir bien aquellas cosas que ocupan "habitualmente" grandes porciones de nuestro tiempo, háblese de profesión o de afición. De poner en primer lugar lo que nos gusta hacer, o no hacer, o las personas con las que nos gusta convivir y estar, y abandonar las tareas o compromisos impuestos.
Sé que es más fácil de decir que de hacer y yo misma me  considero un aprendiz "de bruja" en este aspecto. Soy consciente que elegir lo que hace "cantar mi corazón" implica hacer cambios a veces pequeños y otras veces más grandes y dramáticos en mi vida. Como, por ejemplo, abandonar un trabajo fijo donde se me iba a promocionar y lanzarme con escasos ingresos, treinta años y una hipoteca a estudiar una nueva carrera -la de Magisterio- que siempre aparqué porque "no me veía capaz", aunque me ilusionara muchísimo. A veces el cambio implica decir no a citas que no nos interesan, alejarse de gente tóxica, aunque tengamos que enfrentarnos al desprecio o a la soledad...
Como norma, desde hace unos pocos años, reviso que cada día al menos una de mis tareas tenga que ver con uno de mis mayores sueños, o hábitos a conquistar, o cosas que me hace ilusión realizar. Y realizarlas a primera hora o durante la mañana me suele dar mejores resultados que dejarla para horas más tardías.

Lista para el baile

"Mantén tu cabeza y tu corazón en la dirección correcta y no tendrás que preocuparte de tus pies. Anónimo"

Es difícil, lo sé. Y creo que aun así tenemos mucho más que ganar si hacemos esta apuesta personal.
Si tu deseas hacerlo, comienza por algo pequeño. Por cambiar un pequeño hábito procastinador o organizador de tu tiempo. Elige con el corazón. 
Yo elijo bailar. Estoy lista para el baile... Voy al encuentro de mi príncipe en forma de destino.Y ya cenaremos cualquier cosa al regresar...
Lista para el baile


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