Revista Cultura y Ocio
El primer poeta en difundir esta heroica hazaña fue el sacerdote y escritor zamorano Juan Nicasio Gallego, diputado de las Cortes de Cádiz que proclamaron la Constitución de 1812. Vivió aquellas horas febriles siente todo el horror, dolor y deseo de venganza, a pesar de sus hábitos sacerdotales en una gloriosa Elegía al Dos de Mayo. El mejor poema que sobre los hechos se escribiera y que tuvo diecisiete ediciones en el siglo XIX. Tal es el arrebato romántico y a la vez clásico de su expresión de dolor:
¡Horrible atrocidad!... Treguas ¡oh musa!
Que ya la voz rehúsa
embargada en suspiros mi garganta.
Y en ignominia tanta,
¿será que rinda el español bizarro
la indómita cerviz a la cadena?
No, que ya en torno suena
de Palas fiera el sanguinoso carro,
y el látigo estallante
los caballos flamígeros hostiga.
Ya el duro peto y el arnés brillante
visten los fuertes hijos de Pelayo.
Fuego arrojo su ruginoso acero:
¡Venganza y guerra! resonó en su tumba;
¡Venganza y guerra! repitió Moncayo;
Y al grito heroico que en los aires zumba,
¡Venganza y guerra! claman Turia y Duero.
Guadalquivir guerrero
alza al bélico son la regia frente,
y del Patrón valiente
blandiendo altivo la nudosa lanza,
corre gritando al mar: ¡Guerra y venganza!
¡Oh sombras infelices
de los que aleve y bárbara cuchilla
robo a los dulces lares!
¡Sombras inultas que en fugaz gemido
cruzáis los anchos campos de Castilla!
La heroica España, en tanto que al bandido
que a fuego y sangre, de insolencia ciego,
brindo felicidad, a sangre y fuego
le retribuye el don, sabrá piadosa
daros solemne y noble monumento.
Allí en padrón cruento
de oprobio y mengua, que perpetuo dure,
la vil traición del déspota se lea,
y altar eterno sea
donde todo español al monstruo jure
rencor de muerte que en sus venas cunda,
y a cien generaciones se difunda.
En 1810, el poeta madrileño, ex oficial de artillería y diplomático, Juan Bautista Arriaza escribió una Oda heroica: El 2 de mayo de 1808 en la cual exalta como insignia hispana al fiel Daoíz, al leal Velarde, que no supieron sin honor vivir.
En ella expresan la sangre del insurrecto derramada, el espíritu de independencia y el deseo de venganza en aquel día de cólera:
Día terrible, lleno de gloria,
lleno de sangre, lleno de horror,
¡nunca te ocultes a la memoria
de aquel que tenga patria y honor!Este es el día en que con voz tirana
“¡Ya sois esclavos”, la ambición gritó.
Y el noble pueblo, que le oyó indignado,
“¡Muertos, sí”, dijo, “pero esclavos, no!”
El hueco bronce, asolador del mundo,
al vil decreto se escuchó tronar;
mas el puñal, que a los tiranos turba,
¡aún más tremendo comenzó a brillar!
Esos que veis que maniatados llevan
al bello Prado, que el placer formó,
son los primeros corazones grandes
en que su fuego libertad prendió.
Vedlos cuán firmes a la muerte marchan,
y el noble ejemplo de morir nos dan.
¡Sus cuerpos yacen en sangrienta pira!
¡Sus almas libres al Empíreo van!
Por mil heridas sus abiertos pechos,
oíd cuál gritan con horrenda voz:
“¡Venganza, hermanos, y la madre España
nunca sea presa de invasor feroz!”
Entre las sombras de tan triste noche
este gemido se escuchó vagar:
“Gozad en paz, ¡oh, del suplicio gloria!
¡Aun brazos quedan que os sabrán vengar!”
Pero no contento con esto escribió varios himnos que enardecían y glosaban los ejércitos victoriosos de la Provincia de Madrid.
Otro literato y también capitán de infantería madrileño fue Cristóbal de Beña quien escribió en 1812 una Memoria del Dos de Mayo cuyo coro y primera estrofa dicen así:
¿Quién reprime su enojo y su llanto
recordando aquel fúnebre día,
que la noche con cárdeno manto,
empapado de sangre, cubrió?
¿Cuándo Mantua a sus hijos veía
oponer a la bárbara gente
la desnuda, la impávida frente,
Que el tirano del orbe arredró?
Cien falanges, de acero cubiertas,
avezadas al pérfido halago,
no creyeron que frágiles puertas
abrigasen valor sin igual;
y, sedientas de ruinas y estrago,
de su rostro la máscara tiran,
y en las calles, frenéticas, giran
esgrimiendo el oculto puñal.
Beña ironizaba de forma burlona a La Marsellesa en esto cuatro versos:
A las armas corred, españoles
de la gloria la aurora brilló,
la nación a los viles esclavos
las banderas sangrientas alzó.
Las poesías de Gallego, Arriaza y Beña, escritas durante el transcurso la Guerra de la Independencia fueron las pioneras de una temática que se desarrollaría con pasión y gloria en los sucesivos años. Numerosos son los poetas de ensalzan el Dos de Mayo: Espronceda, Navarro Villoslada, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Amparo López de Baño, Hartzenbusch, Zorrilla, Zea, López García, Villergas, De-Gabriel, Corrandi, Ramírez (Braulio Antón), Tejado, Ribot y Fontseré, el Marqués de Torreorgaz, Romero y Larrañaga, Albuerne, Villanueva, el general Guillén Buzarán, Rodríguez García (Arcadio), Olave, etc. Todos ellos creyeron en el deber patriótico-literario de difundir unos versos aconsonantes como por ejemplo Velarde con arde, Mayo con desmayo o con los hijos de Pelayo, o Daoíz con oíd.
Los héroes Daoíz y Velarde son recordados en el Memorial histórico de la Artillería española, del general y escritor Ramón de Salas, y de la Reseña histórica del 2 de Mayo de 1808, escrita por Rafael Arango. Este último fue teniente de Artillería que tomó parte en la defensa del parque de Monteleón, sin alcanzar la justa celebridad que por este hecho merece.
En 1840, el más romántico de los poetas españoles, José de Espronceda, escribió un poema, Al Dos de Mayo, que generalmente se acepta como conmemorativo. Pero es un error ya que dicho poema no tiene ninguna relación con tan luctuosos hechos sino con los sucesos políticos que en las Cortes de 1840 ocurrieron.
En 1855, el sacerdote Manuel José Quintana no se sintió concernido por los héroes madrileños y se conformó con exaltar a las Provincias españolas armadas contra los franceses, quizá alejado del calor de la lucha, grita suDespierta España y saluda a:
Asturias que fue quien arrojó primero
los ecos liberadores
vuelan, cruzan, encienden
los campos olivíferos del Betis,
y de la playa Cántabra hasta Cádiz...
álzase España
Se refería a la España organizada en Juntas provinciales en todos los lugares de más de dos mil vecinos.
Otro sacerdote que se encontraba en Madrid fue el sevillano José María Blanco que huyó en cuanto pudo a su ciudad natal, sin tener un recuerdo para los mártires madrileños; quizá por compromiso escribió La Oda a la instalación de la Junta Central de España y las Indias a quienes no aprecia, excepto a su presidente Francisco Arias Saavedra y, seguidamente, huye por Cádiz a Inglaterra donde murió, habiéndose pasado al anglicanismo y luego al unitarismo.
Los militares y escritores del siglo XIX siempre creyeron elogiar las hazañas de sus compañeros. Es el caso de Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca, teniente coronel de Artillería y ex gobernador civil de Málaga, quien ha consagrado para entrelazar los gloriosos recuerdos del Conde de Gazola, fundador del Colegio de Artillería, cuyo soneto dice así:
Truena el cañón, intrépido Velarde
corre a afrontar la muerte en la pelea;
el acero en su diestra centellea;
fuego divino en sus miradas arde.
Muere, de patrio amor en santo alarde,
que Europa un día con asombro vea;
signo de paz el extranjero ondea,
y Daoiz sucumbe a su traición cobarde.
Rásgase entonces el alto firmamento,
y del egregio Conde de Gazola
suena la augusta voz: “¡Sublime día!”
exclama en celestial arrobamiento.
¡Estos mis hijos son: ésta la sola
ventura que restaba al alma mía!
¡Tu inspiraste, señor, tan grande hazaña!
¡Siempre en mis hijos las encuentre España!
Otro ex oficial de Artillería, José Navarrete, en 1860 recordó el generoso brío característico del militar español al contemplar, a la entrada de Madrid, el sencillo monumento dedicado a la jornada del Dos de Mayo:
Alta hazaña, en que probamos,
más de medio siglo atrás.
Que si laureles ganamos,
vencedores, alcanzamos,
si somos vencidos, más.
El jienense Bernardo López Garcíafue uno de los poetas andaluces más reconocidos del siglo XIX. Su patriótica Oda al Dos de Mayo se publicó en 1866 en el periódico El eco del país, para el que era redactor. Su éxito fue tan clamoroso que alcanzó una gran popularidad en toda España, hasta el punto que se le comenzó a identificar como “el cantor del Dos de Mayo”. Empiezan sus décimas con:
Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.
Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron;
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!
Doquiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía.
Desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!
Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.
Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.
Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.
Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.
Continúa describiendo de este modo el entusiasmo bélico de los españoles que defendían la independencia nacional. El grupo de rock nacional Estirpe Imperial puso música a la letra de esta oda bajo el título Guerra al invasor:
¡Guerra! clamó ante el altarel sacerdote con ira;¡guerra! repitió la liracon indómito cantar:¡guerra! gritó al despertarel pueblo que al mundo aterra;y cuando en hispana tierrapasos extraños se oyeron,hasta las tumbas se abrierongritando: ¡Venganza y guerra! La virgen, con patrio ardor,ansiosa salta del lecho;el niño bebe en su pechoodio a muerte al invasor;la madre mata su amor,y, cuando calmado está,grita al hijo que se va:"¡Pues que la patria lo quiere,lánzate al combate, y muere:tu madre te vengará!" Y suenan patrias cancionescantando santos deberes;y van roncas las mujeresempujando los cañones;al pie de libres pendonesel grito de patria zumbay el rudo cañón retumba,y el vil invasor se aterra,y al suelo le falta tierrapara cubrir tanta tumba! ¡Mártires de la lealtad,que del honor al arrullofuisteis de la patria orgulloy honra de la humanidad,¡en la tumba descansad!que el valiente pueblo iberojura con rostro altaneroque, hasta que España sucumba,no pisará vuestra tumbala planta del extranjero!
Un poco más tarde, en 1868, el cordobés Antonio Fernández Grilo, movido por cierta efeméride crea El Dos de Mayo con la emoción en el tiempo, el recuerdo de lecturas. El poema es estimable y mantienen la llama heroica y culta.
Y ya en el siglo XX, el conde de Miraflores de los Ángeles, Fernando Villalón, perteneciente a la generación del 27 dedicó en 1927 un precioso y breve romance exaltando los garrochistas de las Marismas de su Andalucía la baja, como había hecho Arriaza en el himno Los lanceros de Jerez con música de F. Sor.
Casi medio siglo posterior para conmemorar una efeméride, el santanderino Gerardo Diego, poeta, músico y catedrático exaltó a su coterráneo, el capitán Velarde, de Muriedes, en el poema Dos de Mayo poniendo de relieve un mundo heroico y poético en que se aúnan vida, libertad, sacrificio, muerte y gloria.
Toda la vida cabe entre dos hojas,
entre un 2 y un 3 de mayo.
La vida, el heroísmo, la ilusión,
la libertad y la muerte.
Mas, ¿no es la muerte libertad suprema?
¿No es ilusión el heroísmo?
No quiero ver el 2 de mayo
ni con ojos de Goya o su criado
ni con la telescópica retórica
de los poetas del Rey Deseado.
Sino visión directa y espectral,
ultravisión más allá de la Puerta
abierta del Sol.
Sin colorines majos, mamelucos,
sin oleosos epítetos
ni gritos roncos de herida venganza.
Visión del alma calibrada al alma
-inmensade
la madre Madrid de libertad.
Gracias a ti, Madrid de todos,
castiza no, sí abierta,
universal por española,
gracias a ti, España tuvo centro,
centro de gravedad,
centro de floración,
centro de libertad,
centro de majestad.
De abajo arriba irrumpe el tallo humano
y estalla en flor total de rebeldía.
Y las acacias que ese día florecían,
salpicadas de sangre sus melenas,
sacuden delirantes sus cadenas.
Y el 3 de mayo luego,
la salida a la vida por la muerte,
semilla de martirio en los derrumbos.
Y allá en Muriedas, paz de mi horizonte,
un pino redondea
su oreada sombra al blasón de Velarde.
Verdor perenne, historia que es niñez.
El toledano José García Nieto, en un soneto clásico Dos de Mayo, siente el horror que invade su alma al pasear por el Salón del Prado ya que, en su Plaza de la Lealtad, se sobrecoge con el recuerdo de los viles fusilamientos de aquella noche triste.
Por último, el también toledano Rafael Morales puso de relieve el contraste de la madrileña primavera de 1808 transformada cruelmente en triste y sangrienta lucha que jamás se olvidará en un soneto exacto Dos de mayo, Madrid, la primavera, escrito en 1943.
Terminada la anterior exposición de poesía culta, las clases bajas también crearon coplas, seguidillas, romances, poesías de todo tipo sobre heroicas acciones de Madrid, Cádiz, Gerona, Zaragoza, etc. Es la poesía popular de la Guerra de la Independencia, en general, y del Dos de Mayo, en particular.
Hombres y mujeres, para enardecerse a sí mismos, cantaban con desenfado en medio del horror:¡Viva la alegría!
¡Viva el buen humor!
¡Viva el heroísmo
del pueblo español!
Para no perder la esperanza, se acuerdan de sus santos y vírgenes:
Ya vienen las provincias
arrempujando
y la Virgen de Atocha
trae a Fernando.
Canciones que traen anhelo de victoria eterna:
Napoleón subió al cielo
a pedir a Dios la España,
y le respondió San Pedro:
¿Quieres que te rompa el alma?
Nunca se olvidó el pueblo de la brevedad del reinado de José I Bonaparte:
Anda, salero,
no durará en España
José Primero.
Y algunos, como las manolas de la calle Barquillo, se mofan de él:
El día de su santo
a José Primero
le dejaron obscuras
los faroleros.
CARICATURA A JOSÉ I CON EL PAREADO:"NI ES CABALLO, NI LLEGUA, NI POLLINO, EN EL QUE VA MONTADO, QUE ES PEPINO"
Continúa la burla a José I. Por utilizar monóculo unos le llaman tuerto y otros borracho:
Ya se fue por las Ventas
el rey Pepino
con un par de botellas
para el camino.
Pepe “el botella” el enemigo de todos, y hasta los niños crearon canciones infantiles de verdadero valor onomatopéyico, como esta en la que imitaba el canto del gallo:
¡Franceses vienen!
¿Cuántos son, di?
Son más de mil...
¡Triste de mí...!
Los más ilustrados, hasta se burlaban de su lengua:
Dicen que el Murat
está acostumbrado al fuego;
digo: ¡si tendrá costumbre
quien ha sido cocinego!
Y ennoblecen el insulto con su heroísmo, dignificando los guerrilleros que glorificaron a María por su ayuda:
El día de la Virgen
de los Dolores
vencieron los brigantes
a los dragones.
Los brigantes en su sentido neto francés, también llamados bandoleros por los españoles (los guerrilleros) una vez más se mofaban del ¿invicto? Napoleón:
La Virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa
que quiere ser capitana
de la tropa aragonesa.
ALUSIÓN A JOSÉ I BONAPARTE EL PAREADO:"CADA CUAL TIENE SU SUERTE, LA TUYA ES DE BORRACHO HASTA LA MUERTE" Volviendo a los sucesos del Dos de Mayo madrileño:
¡Paredes del verde Prado,
murallas del Buen Retiro,
cuántas almas inocentes
murieron en vuestro sitio!
En ocasiones los poetas cultos se sintetizaban con los populares y surgieron poemas bellísimos. Lanceros y cuidadores, pastores de toros, caballistas, hombres del pueblo, centauros aldeanos que vivían sobre el caballo cuidando el icono hispánico y mediterráneo: El Toro.
La musa popular recordaba a un lancero perteneciente a la guerrilla de don Julián:
Es mi novio un lancero
de don Julián.
Si él me quiere mucho
yo le quiero más.
Este don Julián, fue un líder salmantino que dirigía a un grupo de guerrilleros en el ejército de Wellington, por Castilla:
Cuando Don Julián Sánchez
monta a caballo
se dicen los franceses
¡ya vienen el diablo!
Los guerrilleros de Jerez se enfrentaron ferozmente victoriosos en Bailén contra Dupont e inspiraron a Fernando Villalón. Son todos guerrilleros capitaneados por don Jerónimo Merino:
Desde que el cura Merino
se ha metido a guerrear
los asuntos de España
van marchando menos mal.
Incluso las mujeres de la Cádiz liberal que reunida en Cortes redactó la Constitución de 1812 se mofaban de las tropas napoleónicas en esta seguidilla simple:
Con las bombas que tiran
los fanfarrones
hacen las gaditanas
tirabuzones.
A veces utilizaban una forma poética tan arcaica que hunde sus raíces en la antigüedad centro africana.
Síguela, síguela,
guerrillero de Saormil,
síguela, síguela,
yo te daré mi fusil.
Algunas composiciones lírico musicales fueron, por ejemplo, el himno que para el primer I Aniversario escribió Antonio Saviñón, para ser cantado para renovar la augusta memoria, y las loas líricas, abundantes en el teatro, inspiradas por el glorioso recuerdo como El Dos de Mayo de 1808 de Leopoldo Vázquez. En 1908, el maestro Federico Chuecaescribió un magnífico pasodoble: El Dos de Mayo.